Capítulo 3

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CAPÍTULO CON CONTENIDO +18 EXPLÍCITO

De nada me sirvió que me negara antes, que me bese y acaricie de la manera en que lo está haciendo ahora, es capaz de hacer ceder a cualquiera.

Mario me levanta por los codos sin despegar sus labios de los míos y me lleva lentamente hasta la cama. Me quita el saco del traje y luego comienza a desabotonar la camisa, mientas yo desabrocho su pantalón.

Retira mi camisa y ambos nos tumbamos en la cama. El beso continúa con las manos de Mario recorriendo todo mi torso desnudo, deteniéndose en el cinturón que suelta para luego desabrochar el pantalón. Me quito los zapatos en un rápido movimiento y subo un poco más en la cama con él.

Deja un camino de besos por mi rostro, por mi cuello, en mi pecho y baja a quitarme el pantalón con el boxer. Hace lo mismo con el suyo y se posiciona entre mis piernas de nuevo, subiendo por mi torso desnudo con su lengua.

Nuestros labios unidos de nuevo por el apasionado beso. Mario me levanta una pierna y la flexiona hasta mi pecho, coloca la punta en la entrada y comienza a introducirlo de a poco.

—¿Y el preservativo? —pregunto.

—¿Confías en mí? Porque yo lo hago.

Yo deseaba hacerlo así con él desde la primera vez.

Asiento y cierro los ojos cuando siento que está cada vez más adentro. Lo hace con una lentitud muy justa para no sentir molestia, solo placer. Cuando lo siento todo adentro, se me escapa un suspiro y Mario lo toma con sus labios.

Permanecemos en esa posición sin movernos, solo disfrutando de la sensación de estar unidos por el beso y la penetración, mi cuerpo acostumbrándose a estar con el de esa manera otra vez después de estar cinco días sin hacerlo y que la fricción sea cómplice del momento.

De manera suave, comienza a moverse y baja con sus labios por mi cuello, mordiendo mi clavícula a medida que aumenta o disminuye las embestidas.

Siento que la posición ya me incómoda un poco y aplico presión en su pecho con la pierna para que pueda caer sobre la cama y yo arriba de él, clavándome por completo en de su miembro.

—Mierda, que bien se siente —aulla.

Mi cadera se mueve por su cuerpo en círculos sin subir. Me detengo y me inclino para dejar chupones en su pecho y en su cuello. Mario tiene los ojos cerrados, tratando de controlarse y m, cuando no aguanta más, coloca sus manos debajo de mis muslos y comienza el sube-baja él mismo.

Mi mano baja hasta mi entrepierna para comenzar a trabajarlo, pero Mario me pide que espere un poco más. Me echa para atrás con las piernas abiertas y él se inclina hacia adelante para que yo pueda entrelazar mis piernas en su cadera. Las embestidas de Mario se hacen más rápidas, entrecortando su respiración y dejando poco lugar para los besos.

La posición que tenemos genera un ángulo perfecto que genera comodidad para ambos y permite que pueda estimular mi miembro que está a punto de estallar.

Entre gemidos de placer y palabras obscenas, me corro arriba de mi pecho y segundos después, siento la calentura de Mario derramarse dentro de mí. Pasa la lengua por mi pecho para limpiar lo recién derramado y luego me besa.

—Siempre tuve sexo, pero nunca hice el amor —confiesa—. Y joder si no lo disfruté. Quedé satisfecho.

—No parece, porque tú miembro sigue duro dentro de mi.

—¿Eso que tiene que ver? Que haya quedado satisfecho no quiere decir que no te lo quiera volver a hacer —se comienza a mover despacio y muerde mi clavícula.

Enséñame a VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora