Capítulo 51

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Insoportable.

Es la palabra que más encaja con ese proceso tan tedioso.

No sé por qué Mario pensaba que eso era como llegar al supermercado, meter una mujer con características en específico e ir a la caja registradora para pagar.

Feliz o, tristemente, hay cosas que se arreglan con dinero. Yo no estuve de acuerdo en ningún momento, pero él con su capricho de que tienen que nacer para la fecha de nuestro aniversario, lo hizo.

El papeleo lo fuimos entregando a medida que nos iban completando los estudios y llegaban de nuestro país los documentos faltantes.

El esperado día para escoger a la madre de nuestros hijos ha llegado y, literalmente, me siento como si yo fuera a mi primer control con el médico por los tres meses de embarazo. No quiero imaginar cómo serán los meses siguiente.

Durante todo este tiempo estuvimos decidiendo cosas como los nombres, los sexos, los rasgos que deben tener las madres, si vivirán con nosotros y otro tipo de cosas importantes.

Para cuidar los rasgos distintivos de su familia, Mario escogió (a lo cliché) dos mujeres con rostros finos, labios carnosos (según él como los míos), una de ojos verde como el agua de algunas playas y la otra con un verde iridiscente entre verdes, marrones claros y grises. En lo que perdí la cuenta fue la cantidad de veces que preguntó si el color de sus cabellos era natural.

En cambio, a mi me resultó un poco más difícil porque también quise mantener mis raíces, mi raza, mi color, pero no había mujeres como yo las buscaba.

Hasta que conocí a una de las enfermeras de turno que nos hizo los exámenes.

Una bonita chica morena, alta, con cabello rizado y ojos claros como la miel. En las mejillas se le forman los hoyuelos como a mí cuando sonríe y tiene mucha gracia al hablar.

Es perfecta.

Al principio se negaba una vez tras otra, además de que al ser personal de la clínica no podía. Tristemente, dejándose llevar de nuevo por el dinero, Mario negoció con pagarle dos años de su salario si renunciaba. Aún me faltaba una y la solución llegó con ella misma. Nos presentó a su hermana que necesitaba dinero para pagar la matrícula para este año de la universidad. Mario no solo aceptó, sino que hizo un trato con ella para pagarle la carrera completa.

Solo falta que el doctor de el resultado de la fecundación in vitro y ese día ha llegado con mucho nerviosismo e intensidad de parte de Mario. Faltan unos tres días para que acabe el mes y la lluvia cese.

En lo que él termina de vestirse, me siento en mi lugar favorito de la casa a ver con un poco de dificultad cómo el fuerte aguacero cae sobre el inmenso mar. La neblina se levanta en parte de la ciudad y empaña los ventanales del apartamento, dándole un toque nostálgico y dejándome sin ganas de salir.

—¿Sabes que me estresaría de este apartamento? Tener que buscarte en cada habitación como si estuviesemos jugando a las escondidas.

Me ruedo un poco y Mario se sienta detrás de mi, pasando sus brazos por mi cintura. Le da un beso a mi nuca y añade:

—Lo bueno es que está este lugar y se que si no estás en nuestra habitación, en la cocina o en el estudio conmigo, estás aquí.

—Hablando de habitaciones, tenemos que contratar a alguien que me ayude con la limpieza de la casa. Ahora que seremos seis personas, será un caos.

—Si ellas fuesen madres por su cuenta y no tienen para pagar un servicio, todo lo tendrían que hacer ellas.

—Mario...

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