Capítulo 24

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Estoy seguro que el sueño de muchos en conocer la clásica y vieja Europa, quedaría un escalón más abajo cuando conocen lo moderno que es Asia. En ninguno de los países del viejo continente en que estuve quedé tan complacido que no me quisiera regresar, como pasó con estos viajes, aunque eran más de negocio que de placer.

Llegamos hace dos días y siento que nos ha pegado más el Jet Lag que cuando llegamos a Tokio. Don Marco se vino con nosotros para poder estar en la reunión con los gerentes cuando pusieran al tanto a Mario de la gestión durante estos tres meses que estuvimos afuera.

Hablé con mis amigos el día siguiente al que llegué y quedé en cenar con ellos en la noche para mostrarles las fotos y contarles las anécdotas.

Martha se va tarde en la noche y llega muy temprano en la mañana para atender todo lo que necesitemos, en especial a Don Marco a quien tiene tiempo sin ver. Hasta el desayuno a la habitación le lleva.

-Buenos días, Martha -saludo, cuando coincidimos en medio de las tres puertas.

Estoy saliendo del vestier y ella de la habitación de huéspedes.

-Buenos días, Jonah -saluda apenada-. ¿Mario ya despertó?

-Sí, se está terminado de vestir. ¿Está listo su desayuno? -comienzo a bajar las escaleras y ella me sigue.

-Fue el primero que hice. ¿No deberían guardar reposo un poco más?

-Deberíamos, pero conoces a esos dos hombres. Además, Don Marco se quiere ir esta misma semana.

Saludo a los guardaespalda en la cocina y me siento a desayunar algo sólido antes de que baje Mario, ya que me como el mismo tazón de frutas con él.

-Perfecto, Poulson. En unos minutos estoy allí.

Escucho la voz de Mario y deslizo el plato arriba de la mesa rápidamente. Saluda a todos en la cocina y besa mi cabeza antes de sentarse a mi lado.

-¿Qué estabas comiendo? -pregunta cuando volteo a sonreírle.

Mierda, no me limpié la boca.

-Estaba comiendo pan tostado que me provocó.

-¿Con qué?

-Solo -miento y él estrecha los ojos.

Esa dieta se tiene que modificar, porque él debe poder comer algo más que solo fruta en el desayuno. Aunque sea pan tostado y mantequilla. Martha me salva cuando deja el plato de frutas y el jugo frente a nosotros.

Don Marco se une y entrega su bandeja con el plato donde estuvo el desayuno a Martha.

-¿Room service? -se sorprende Mario.

-No digas tonterías, porque yo te llevo el desayuno a la cama -se defiende Martha.

-Cuando estoy enfermo. Don Marco está sano -ataca de nuevo.

-Termina de comer, Mario Andrés, que nos están esperando -le pido.

Como un niño obediente, termina su desayuno y se toma la pastilla que Martha dejó en la bandeja. Entramos al baño de servicio para enjuagarnos la boca y Mario aprovecha a besarme antes de salir, porque estaremos sin hacerlo hasta el mediodía que vengamos a comer.

-Necesito que envíes a un ingeniero, que no sea Camilo claro está, y a un diseñador de interiores para hacer el gimnasio -salimos del baño.

-¿Dónde lo pondrás?

-Ya te muestro.

Don Marco y Carlos nos esperan en el ascensor mientras le muestro a Mario Andrés desde donde pondremos el gimnasio, con un tamaño de veinte o treinta metros cuadrados.

Enséñame a VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora