Capítulo 30

110 12 0
                                    

CAPÍTULO CON CONTENIDO +18 EXPLÍCITO

🎶

Mientras Mario Andrés terminaba su trabajo, me aseguré de que todo en la casa estuviese listo. Me hubiese gustado celebrarlo con más personas, pero siendo su primer cumpleaños conmigo, era mejor hacerlo privado.

Martha terminó la comida que le encargué y se fue antes de que Mario Andrés llegará. Además de que aún tenía que cambiarme para la ocasión.

Faltan pocos minutos para que termine su horario y me detengo en la escalera junto a la pantalla que controla todo en este lugar. Las puertas del ascensor se abren antes de tiempo y pongo a reproducir la primera canción que preparé para la noche.

—Huele delicioso. ¿Qué vamos a...

Las palabras quedan a medio salir de sus labios, dejándolos entreabiertos cuando Speechless de Beyoncé empieza a sonar y yo termino de bajar las escaleras.

—Bienvenido, señor Mario.

A pesar de la distancia entre él y yo, puedo ver sus ojos viajar a través de mi cuerpo, cubierto únicamente por la camisa negra de mesonero y un delantal. Abajo lo único que cubre mi cuerpo es la parte delantera del delantal y el suspensor rojo.

Estoy cumpliendo su primera fantasía.

Extiendo la mano para que se acerque y se quita para de la ropa con desespero mientras avanza.

—Con calma, señor.

Me pega contra la pared y sus labios demandan mi cuerpo, besando sin control mi boca. Baja una mano hasta mi trasero al descubierto y me hace gemir en su boca cuando aprieta su agarre. Con la misma mano, levanta mi pierna y la pasa por detrás de su espalda, haciendo que sienta su duro miembro.

—Con calma —insisto—. Vamos a comer primero.

—Eres el primero en mi menú.

—No —lo detengo—. Te tienes que tomar tu pastilla a la hora y tienes que comer antes de hacerlo.

Se da por vencido y me suelta, no sin antes morder mi clavícula. Me hace una seña para que camine adelante y avanzo. Por encima del hombro, lo veo escanear mi trasero ajustado por las tiras del suspensor.

Es la primera vez desde que vengo a este apartamento y vivo aquí, que utilizaremos el comedor. Siempre hemos comido en la cocina mientras hablamos con Martha.

—¿Seguro de que no puedes ser el primero en el menú? —pregunta cuando se acerca y pasa una mano por mi trasero.

—Seguro —intento pegarle con la paleta de servir la comida y quita la mano a tiempo.

Dejo un plato frente con la comida china que cocinó Martha sin mucho condimentos ni aditivos. Todo dentro de la dieta permitida para él. Sirvo dos copas del champagne rosa y me siento a su lado.

—¿Estás consciente de que te haré el amor arriba de esta mesa? —bebe de su copa.

—En la mesa no se hacen esas cosas. Además, no vas a arruinar mis planes para esta noche.

Enséñame a VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora