Cinco horas tengo que manejar con la radio a todo volumen para no tener que escuchar a Perseo decir la mínima palabra. En un momento en el que quiero silencio y soledad, tengo que lidiar con estas cosas.
Pero finalmente llegamos.
El desierto de Mojave queda apartado de cualquiera ciudad de California, muy cerca de Las Vegas, nuestro próximo destino.
Kelvin se detiene y me hace cambio de luces para que tambien lo haga. Bajo el volumen del radio y apago el auto para bajarme. El frío dicembrino del desierto se mete a través de mi piel hasta llegar a mis huesos, haciéndome decir una maldición.
Al llegar a la camioneta, consigo a Kelvin echándole la gasolina que nos detuvimos a comprar de camino para acá. Se detiene un momento para entregarme unos guantes, un martillo y una bolsa con el teléfono y la inyectadora.
-¿Y el arma?
-El arma no se va a derretir. Aunque la haya limpiado, sigue siendo un riesgo dejarla aquí.
-¿Y qué harás con ella?
-Ya encontraremos algo qué hacer con ella. Siempre podemos dejarla en mi casa.
-No quiero causarte más problemas de los que...
-Jonah, no me causas problemas y, aunque me lo hayas pedido y siempre te diré que sí, estoy aquí por voluntad. Así que no pienses o digas que me molestas o eres un problema, ¿está claro? -se da media vuelta y continúa en lo suyo.
Sin darle mayor importancia al asunto me coloco los guantes y saco el teléfono de la bolsa. Paranoico, limpio el aparato una vez más con mi camisa y lo pongo con cuidado sobre la arena para darle varias veces con el martillo, hasta dejarlo hecho trizas. Los restos del teléfono lo regreso a la bolsa con la inyectadora y se la entrego a Kelvin para que la lance dentro de la camioneta.
-¿Quieres ser tú quién llene de gasolina el cuerpo del tipo o solo quieres encenderlo?
-Con encenderlo está bien.
Kelvin me entrega la caja de cerillos y rodea la camioneta para continuar con su trabajo. Desde el otro lado con la puerta abierta, lo veo introducir la boca del bidón dentro de la boca de Hermes, pasando su mano libre por su garganta para ayudar que baje el líquido. Luego, baña el cuerpo con el resto del inflamable y me hace una seña para que me acerque cuando ha terminado.
-Al quemar este cuerpo, estás quemando el primer, último y único ser vivo que matarás. Estás quemando un mal recuerdo y marcando el inicio de hacer justicia por lo que te hicieron.
No puedo prometer que sea la última persona a la que voy a matar, porque mi odio determina otra cosa. Lo que sí es cierto, es que marca el inicio de la justicia que yo mismo impartiré.
Abro la boca de Hermes y enciendo el cerillo, lo dejo dentro y retiro el brazo rápidamente antes de ser alcanzado por el fuego que rápidamente se extiende por todo el vehículo.
-Debemos irnos -me llama Kelvin-. Vamos a entregar el vehículo para retirar uno en otro sitio.
-¿Por qué? -inquiero, al caminar a su lado.
-Si algo tiene este país, que la mayoría de sitios principales tienen cámaras. Con un buen hacker, pueden acceder a la información de las cámaras y ver en qué vehículo andábamos o la matrícula.
-¿No dará lo mismo que alquilemos otro?
-A partir de ahora, todo lo que usemos ya sabes de dónde proviene.
Kelvin abre la puerta de copiloto y saca a Perseo del asiento por el cabello. Siempre he sido un hombre más diplomático que violento, pero hay personas que inspiran tratarlos así.
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Enséñame a Vivir
RomanceJonah logró que Mario Andrés no cometiera el que podía ser el error más grande de su vida: casarse con Tiffany Hans. Ahora, Jonah tendrá que enfrentar a su mamá con el miedo más grande que tiene: decirle que es gay. Además, enseñarle a Mario a crec...