Álex me abraza y puedo notar que está preocupado.
―Os dejo solos -nos avisa mi madre desde la puerta.
Le sonrío en agradecimiento por ir a buscar a Álex y por traerlo al Hospital para que esté conmigo y cierra la puerta al salir. Álex se sienta en la cama y me coge de la mano.
―Me ha comentado tu madre que llevas sintiéndote mal durante unos días y que te lo has callado -me reprocha.
―¿Tú también me vas a regañar? -pongo los ojos de blanco.
―No, solo quiero que la próxima vez que te pase algo así, lo comuniques para evitar que esto pueda volver a pasar.
―Vale, lo haré -le prometo.
―He hablado con tu madre y voy a pasar la noche contigo.
―Pero mañana trabajas, tienes que estar bien descansado.
―Estaré bien en el sofá -me tranquiliza -. tu madre vendrá por la mañana y me llevará al trabajo. Quiero estar aquí contigo -me da un beso en el dorso de la mano.
―Te lo agradezco mucho, amore. Me hace mucha ilusión que quieras quedarte aquí conmigo.
―Contigo me quedaría en cualquier parte -se acerca a mí y me besa.
―Te quiero.
―Te quiero.
Álex hace que la tarde pase rápidamente, llena de risas, bromas y conversaciones de todo tipo. El médico se pasa para comprobar que estoy bien. A la noche, ocupa el sofá de la habitación para dormir.
A la mañana siguiente, un beso en la mejilla de Álex me despierta. Esa sí es buena manera de empezar bien un día.
―No quería despertate -Álex me acaricia suavemente la mejilla -. Solo despedirme. Tu madre me está esperando abajo.
―Vale. ¡Qué te vaya bien en el trabajo! -le deseo mientras coloco mi mano encima de la suya.
―¡Gracias, amore! Hoy te dan el alta, ¿no?
―Sí. Espero que antes de la comida. No soportaría una comida más del Hospital -bromeo. Álex se ríe.
―Esta tarde me voy a comprar un móvil y una tarjeta de prepago. No quiero estar más tiempo incomunicado y sin saber cómo estás. Le pediré al jefe un adelanto.
―Eso está muy bien, amore -le sonrío -. Así podremos comunicarnos con más frecuencia y avisarnos por si nos pasa algo.
―Sí. ¿Mañana nos vemos a la salida de la academia de canto?
―Sí. Allí nos veremos -nos besamos.
―¡Adiós, amore!
Cuando Álex se va, cojo mi móvil. He recibido muchos mensajes de mis amigos de la academia de música al haberles comunicado que estaba ingresada, de mi hermano y mi madre y, también, de Antonio. Todos están preocupados por mi estado de salud. Les envío a todos un mensaje tranquilizador, ya que estoy bien y hoy me darán el alta médica.
―¡Ya tengo móvil!
Álex está emocionado con su nuevo móvil; sobre todo, por poder comunicarse conmigo en cualquier momento. Continuamos la visita al Centro Comercial. En frente de la tienda de Zara, Antonio me llama.
―Ya veo que estás mejor -Antonio me sonríe y yo asiento con la cabeza -. Me alegro mucho.
―¡Gracias! Íbamos a tomar algo, ¿quieres venir? -le invito.
―Sí, estaría bien.
―Os presento, Álex él es mi profesor, Antonio. Antonio, él es mi novio, Álex.
―Encantado -se dicen a la vez mientras se dan la mano.
Los tres ocupamos una mesa de la terraza del bar que se encuentra en la planta baja del Centro Comercial. La conversación no se hace esperar y me alegra ver que Antonio y Álex se llevan bien.
―Así que él es tu tutor -me comenta cuando Antonio ya se ha marchado. Yo asiento con la cabeza -. Parece que os lleváis muy bien.
―Sí. Desde que le pedí que me cambiara de sitio por lo de Pablo, me ha apoyado mucho y se ha preocupado por mí cada vez que Pablo se acercaba a mí. Él también ha tenido una relación tóxica y entiende cómo se siente.
―Me alegro de que tengas su apoyo -me besa en la cabeza -. No sé cómo tiene que ser estar en clase con la persona que te ha tratado mal y que, además, haga cosas para fastidiarte. Me gusta que alguien te defienda, te ayude cuando yo no estoy para hacerlo.
―¡Ohhhh! ¡Eres tan tierno! -le abrazo y, después, le beso.
Me gusta saber que no se siente celoso de Antonio y que se alegra de que cuente con su apoyo. Esto con Pablo no hubiese sido así. Recuerdo cuántas broncas he tenido con él por el simplemente hecho de abrazar a un amigo. Broncas que acaban con lloreras y pensamientos de que no tengo libertad para mostrarme un poco cariñosa con mis amigos. Y ahora me doy cuenta de todo lo que permití y que no tenía por qué hacerlo cuando estaba con Pablo. Y me alegro de que ahora todo sea diferente con Álex.
Sábado
Hoy Álex y yo comemos con sus compañeros del trabajo. Debo admitir que tengo sentimientos encontrados: por un lado, tengo muchas ganas de conocerlos pero, por otro lado, me siento muy nerviosa por conocerlos. Siempre que conozco a gente nueva, me salta la inseguridad de que no voy a saber relacionarme, que me va a costar sacar o seguir la conversación y me voy a quedar bloqueada, porque eso es lo que me pasa cuando me pongo muy nerviosa. Aun así, intento distraerme para evitar que ese mal pensamiento no me invada y pueda afectarme.
El chalet de Pablo es muy bonito y muy grande. En su jardín ha colocado una mesa con tantos platos como invitados estamos. Los compañeros de Álex se levantan para recibirnos. También han traído a sus parejas. Uno a uno nos vamos presentando.
―¿Cómo llevas el curso? ¿Segundo de bachillerato es tan difícil como dicen? -me pregunta Pablo.
―Difícil, difícil no es. Solo tienes que dedicarle más tiempo a estudiar para intentar sacar más nota y elevar la nota media para la Selectividad.
―¿Y qué te gustaría estudiar en la Universidad? -me pregunta Sara, la novia de Marcos.
―Algo relacionado con la Educación. Todavía no he elegido entre Primaria, Infantil o Especial.
―Yo soy profesora de Primaria -me dice Laura, pareja de Carlos.
Laura me comenta lo que le ha parecido la carrera y cómo está siendo su experiencia como profesora y me ofrece su ayuda por si tengo alguna duda respecto a la carrera. De momento, me siento cómoda con ellos y siempre hay temas de que hablar.
Durante la comida, el sentimiento de comodidad va aumentando y no tengo problemas en hablar con ellos, bien de los temas que se hablan o bien de los temas que propongo. Mi mente siempre me juega malas pasadas antes de cualquier acontecimiento y luego no sucede como mi mente me hace ver, pero nunca aprendo... Tras despedirnos, esperamos en la calle a que venga mi madre a por nosotros.
―Les has caído muy bien a mis compañeros -Álex me sonríe -. Me han dicho que eres una buena persona y se alegran de que estemos juntos.
―¡Qué majos! Me alegra saber que piensan eso de mí. Ellos también me han caído muy bien. Son muy divertidos y me han hecho sentir parte del grupo. Es bueno cuando te hacen sentir así.
Mi madre nos recoge y ofrece a Álex quedarse a dormir en la casa de mis abuelos. Álex acepta y se muestra agradecido, al igual que yo por dormir otra vez con él.
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La riqueza del corazón || Alex Hogh Andersen || #Wattys2019
Teen FictionLas decepciones en sus amistades han hecho que Chiara no confíe en nadie y que haya perdido el interés en hacer amigos. Para ella, el maravilloso mundo de los libros es la mejor compañía. Los libros nunca te fallan, no te engañan. Alex, un joven de...