Sábado
A la hora acordada, Álex y yo nos encontramos en la estación de autobuses. Hoy nuestra escapada a Daroca y noto que está muy ilusionado con esto. Solo hay que verle para darse cuenta de lo feliz que está. También le noto nervioso, aunque es normal. Es la primera vez que vamos a hacer un viaje en pareja y vamos a estar tanto tiempo juntos, nosotros dos solos.
―¿Seguro que esté es el autobús? -pregunta nervioso mientras comprueba el nombre del bus en el ticket y el nombre de autobus, por segunda vez.
―Es este, Álex -le tranquilizo cogiéndole de la mano -. No te pongas nervioso.
―Es que quiero que todo salga bien. Es nuestro primer viaje juntos y, bueno, la primera vez que salgo de viaje yo desde que, bueno, mis padres me dejaron en el orfanato.
―Saldrá todo bien -le aseguro -. Si es contigo, sea donde sea, se estará bien -le beso.
El conductor del autobús abre la puerta para que los viajeros entremos. Álex y yo nos colocamos en la fila después de dejar nuestras mochilas con un poco de ropa en el maletero. Cuando llega nuestro turno, entregamos los billetes al conductor y nos sentamos en los asientos que se nos han sido asignados. Yo me pido el asiento que está al lado de la ventana y Álex me lo cede. El bus arranca, dando inicio al trayecto.
―Empieza nuestro fin de semana -me apoyo en su hombro y él me besa en la frente.
El letrero con el nombre del pueblo nos muestra que ya hemos llegado a nuestro destino. Cuando el autobús se detiene en la estación de autobuses, nos bajamos y cogemos nuestro equipaje.
―Al Hostal podemos llegar andando -indica Álex -. Está cerca de la estación.
Álex ha traído un mapa del pueblo, pero no tenemos buena orientación -o no lo sabemos usar- y decidimos que es mejor preguntar a alguien para que nos indique el camino hacia el Hostal. Gracias a las indicaciones de una amable señora, a los cinco minutos llegamos al Hostal Rural. No es muy grande, pero tiene la pinta de que es acogedor. El interior tiene una decoración rural.
―¡Buenos días! Soy Álex -se presenta a la señora de recepción -. Tengo una reserva para este fin de semana.
―¡Hola! Soy Laura, la dueña del hostal -se presenta y nosotros le sonreímos -. Tiene que firmar aquí -señala esquina inferior derecha de un folio- y les enseño el lugar.
Tras firmar, Laura nos guía hasta la habitación, enseñánadonos a su paso, donde está el salón, la cocina, por dónde se puede salir al jardín. Este Hostal es como si fuera una casa con muchas habitaciones, ya que compartimos la cocina, el salón, el jardín... Por lo menos, la habitación tiene baño propio. Laura nos comenta los horarios en los que se puede cocinar y se marcha.
―Pensaba que esto sería diferente -dice Álex un poco decepcionado mientras deja la mochila en una esquina -... Debía haberme informado mejor de cómo era este Hostal...
―¿Por qué lo dices? -le pregunto extrañada.
―¿Te gusta este sitio? -esquiva mi pregunta y se sienta en la cama.
―Sí. ¿Estás decepcionado porque crees que esto no me gusta? -Álex asiente con la cabeza -. ¿Crees que preferiría estar en un Hotel o en algún otro sitio? -me acerco a él y me siento a su lado en la cama.
―Puede ser -admite.
―Entonces es que no me conoces muy bien, Álex -le cojo de las manos y me mira -. ¿Cuántas veces tengo que repetirte que estando contigo, me da igual el lugar? -agacha la cabeza -. Entiendo que te hayas imaginado que tendríamos en una habitación todo, sin necesidad de compartirlo con los demás y que ahora estés un poco decepcionado por eso. Pero tenemos una habitación para nosotros solos y nos tenemos el uno al otro. No podemos necesitar más -le acaricio la mejilla -. Además, puede que no coincidamos con los otros y si lo hacemos, serán solo unos minutos. Así que olvídate de esto y disfrutemos de nuestro viaje.
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La riqueza del corazón || Alex Hogh Andersen || #Wattys2019
Novela JuvenilLas decepciones en sus amistades han hecho que Chiara no confíe en nadie y que haya perdido el interés en hacer amigos. Para ella, el maravilloso mundo de los libros es la mejor compañía. Los libros nunca te fallan, no te engañan. Alex, un joven de...