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Estoy saliendo del aula donde recibo las clases de canto junto a mis compañeros cuando, desde fuera, escuchamos mucho alboroto. Mis compañeros y yo nos miramos extrañados. Al salir, nos encontramos con los causantes de tal alboroto y, por poco, me desmayo del susto.

Mi padre está siendo agarrado por un grupo de personas mientras propicia insultos a Álex, que también está siendo sujetado por otro grupo de personas. Por lo que supongo que se han peleado. Me acerco a Álex y veo que está sangrando por la nariz y que su camiseta blanca está manchada de su sangre. Cuando estoy a su lado, las personas que lo tienen agarrado, lo sueltan y le abrazo.

―¿Qué ha pasado? -le pregunto preocupada mientras saco un pañuelo de papel para que se tapone la nariz para evitar más sangrado.

―Tu padre, que sin más me ha pegado y me ha insultado -responde Álex con cierta alteración.

Me llevo las manos a la cabeza. No puedo creer que haya sucedido esto. No me lo explico.

―Ven aquí, Chiara -me obliga mi padre mientras forcejea para salir del agarre -. Soy tu padre y tenemos cosas que hablar -está borracho. Es evidente.

―¿Enserio estás con el vagabundo ese? -se burla Ignazio -. Él solo quiere tu dinero. ¡ES POBRE!

Quiero ir a replicarle, pero Álex me detiene. Así que le asesino con la mirada.

―Hemos avisado a la policía -me avisa un chico de unos 40 años.

―Enseguida llegarán -añade una mujer de la misma edad.

―Han pasado muchas cosas desde el sábado, Álex. Siento mucho que te haya atacado, de verdad -comienzo a llorar y Álex me rodea con sus brazos -. No sé... No sé qué le pasa a mi padre por la cabeza para hacer esto...

―Tranquila, no es tu culpa -me tranquiliza Álex, acariciándome el pelo.

Tres agentes de la Policía acuden al lugar. Uno de los testigos señala cuáles son los causantes de la pelea. Dos de ellos hablan con mi padre, ya que está un poco agrasivo mientras que el otro habla con Álex. Yo también hablo con él porque es mi padre y, por así decirlo, soy el "origen" de la disputa.

Álex le da su versión: Estaba esperándome cuando ha llegado mi padre y, sin mediar palabra, le ha dado un puñetazo en la nariz y ha empezado a gritarle que por su culpa, yo no di el concierto, él se enfadó y le ha llamado pobre de mierda y, le estaba empujando, cuando ha aparecido las personas y les han separado. 

El policía escribe su testimonio en un cuadernito y, también, escribe los datos que yo aporto, ya que le explico el origen de todo: desde el sábado hasta su visita al Instituto esta mañana -evitando el tema de que me abofeteó una vez. Álex me mira extrañado cuando confieso que mi madre le ha pedido el divorcio.

―¿Suele beber mucho? -me interroga el policía, Fernando.

―Sí, pero solo bebe hasta el punto de emborracharse cuando le ha pasado algo malo.

―El divorcio en este caso -deduce Fernando -. Álex, ¿quiere denunciarle?

Álex me mira, buscando mi reacción para saber qué hacer. Sé que si yo le diría que no lo hiciera, no lo haría, pero no puedo influir en una decisión como esta. Él ha sufrido un puñetazo de mi padre y puede hacer lo que quiera.

―Álex, haz lo que quieras. Si quieres denunciarle, denunciale, por mí no lo hagas.

―No, no voy a denunciar -le responde al Policía.

A los pocos minutos, la Policía se lleva a mi padre, supongo que a la comisaría, pero no sé a qué y tampoco me ha dado por preguntárselo a Fernando. Después, les hago un resumen a mis compañeros de la academia, porque estaban sin entender nada y me despido de ellos.

La riqueza del corazón || Alex Hogh Andersen || #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora