La canción de Don't stop me now de Queen, a modo de alarma, me despierta, devolviéndome a la realidad. Realidad a la que todavía no me he acostumbrado. Ni siquiera esa canción que, según estudios, levanta el ánimo de las personas cuando la escuchan, consigue animarme. Me incorporo lentamente. No tengo ganas de este día.
Para muchas personas que empiezan en un instituto nuevo, el primer día de clase es especial. Un día en el que juran que su vida cambiará a partir de ahora, que se dedicarán al estudio 100%, que harán nuevos amigos y que su pasado, quedará ahí: en el pasado, aprovechando que en aquel nuevo lugar nadie les conoce.
Pero, no es mi caso.
Bueno, en algo sí: he jurado que me voy a centrar en los estudios.
Entro en la cocina en modo zombi. Mi hermano ya está en la mesa. Pero su aspecto es diferente al mío. Gianluca pertenece al grupo mencionado arriba. De verdad, le envidio.
―¡Buenos días! -me saluda mi madre -. ¿Lista para tu primer día?
Ruedo los ojos mientras abro el armario de los vasos para coger uno.
―Solo tienes que ser tú misma y conseguirás hacer amigos -me aconseja Gianluca.
―Parece mentira que seas mi hermano... -niego con la cabeza mientras vierto la leche que acabo de sacar del frigorífico -Soy muy tímida, por no decir otra cosa
―¡No digas bobadas, hija! Solo intenta integrarte. Seguro que alguien, al saber que eres nueva, se acerca a ti para que no estés sola -me anima.
«Eso espero» pienso mientras me tomo mi cola-cao calentito.
―Pero también pon de tu parte -me avisa con el dedo índice alzado.
Asiento, aunque mi interior sabe que puede que no sea así. Una vez que termino de desayunar, subo de nuevo a mi habitación para prepararme.
Me detengo antes de entrar en las inmediaciones de mi nuevo instituto. Tampoco se diferencia mucho de mi anterior instituto: mismo color, misma estructura y, por lo que parece a primera vista, igual de espacioso.
―¡Vamos! -me anima Gianluca, parado, esperándome.
Suspiro. Me acomodo la mochila en la espalda y entro. Nos dirigimos al despacho del director, tal y como nos habían mandado tras hacer la matrícula. Allí, Carmelo nos explica cómo es el instituto, sus valores, su política... y nos entrega los horarios. Después, nos acompaña a nuestras respectivas clases.
Primero vamos al aula de 4º de la E.S.O., donde mi hermano entra con el director mientras yo les espero fuera, sintiendo como los nervios siguen merodeando por mi cuerpo. Es la segunda vez que cambio de instituto, debería estar acostumbrada, pero no, no me gustan los cambios, no me siento cómoda.
―Te toca a ti -me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa, por educación y formalidad.
Salimos del edificio principal y nos encaminamos hacia un edificio más pequeño. En el trayecto me explica que ese edificio está destinado a los alumnos de Bachillerato, de todas las ramas.
El director golpea tres veces la puerta de la que a partir de ahora será mi clase y abre la puerta.
―¡Buenos días! ¿Podemos pasar?
―Sí por supuesto -responde una voz femenina.
Avanzamos hacia la pizarra, quedándonos parados frente a mis nuevos compañeros. Intento mantener la vista fija en un punto, para que no noten mi nerviosismo e incomodidad.
―Os traigo a la nueva alumna. Se llama Chiara D'angelo. Viene de -se detiene y me mira -, ¿por qué mejor no te presentas tú?
«¡Mierda!». Mi idea era que él me presentara y ocupar mi sitio. Nada más. Nunca se me ha dado bien hablar en púbico y, mucho menos, improvisar. Si tengo un papel delante o me aprendo lo que tengo que decir, aun me defiendo un poco más, pero ahora no tengo nada. ¿Qué se suele decir en una presentación?
![](https://img.wattpad.com/cover/166968180-288-k345764.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La riqueza del corazón || Alex Hogh Andersen || #Wattys2019
Ficção AdolescenteLas decepciones en sus amistades han hecho que Chiara no confíe en nadie y que haya perdido el interés en hacer amigos. Para ella, el maravilloso mundo de los libros es la mejor compañía. Los libros nunca te fallan, no te engañan. Alex, un joven de...