Sábado
¡Hoy es mi primer concierto en público!
Lo nervios se apoderan de mí. Mis dedos tiemblan y dudo de si podré tocar bien los acordes en la guitarra. Es una sensación habitual en mí antes de cualquier situación que implique estar en público. Aunque ya estoy en el bar donde daré el concierto en acústico, todavía queda media hora para que comience.
―Te vendría bien una tila -me aconseja una voz por detrás de mí que reconozco como la de Antonio. Sabía que iba a venir, me lo confirmó cuando le dí la noticia.
―Puede ser -coincido riendo.
En ese momento, Antonio pide una tila al camarero que, rápidamente, me la prepara.
―Yo invito -Antonio saca la cartera y le entrega el dinero al camarero tras dejar la tila en la mesa.
―Gracias -le sonrío.
La media hora de espera se me pasa rápidamente conversando con Antonio. Poco a poco el bar se va llenando de gente y mis nervios van aumentando. La tila no ha causado efecto, pero los ánimos de Antonio hacen que esté un poco más tranquila.
Los aplausos de los clientes me acompañan mientras subo al pequeño escenario que han montado para mí. Me siento en la silla alta colocada en el centro y a una distancia prudente del micrófono, para que se me escucho sin problemas.
―¡Buenas noches a todos! Soy Chiara D'Angelo. Para mí es un honor estar esta noche aquí con vosotros. Es mi primer concierto en público -me aplauden y sonrío tímidamente-. Espero que disfrutéis del concierto.
Los primeros acordes que toco hacen que los nervios desaparezcan. Me centro en la canción y en disfrutar de ella, haciéndome olvidar por completo que estoy en frente de gente. En la cuarta canción veo a Álex entrar al bar y sonrío de felicidad. Cuando nuestras miradas se conectan, nos sonreímos.
Termino el concierto de 1 hora con toda la clientela del bar aplaudiéndome. Es una gran satisfacción para mí comprobar que le ha gustado a la gente. A un lado del escenario, al lado de la barra, me espera el dueño del bar.
―¡Enhorabuena! ¡Lo has hecho genial! -me felicita.
―¡Gracias!
Tras hablar un rato más acerca del concierto, me entrega un sobre con el dinero que pactamos. Después, voy en busca de Álex. Me aplaude cuando estoy cerca de él y yo niego tímidamente.
―¡Ha sido perfecto! -me abraza.
―¡Gracias!
―A la gente le has encantado y a mí también -me besa.
―Te invito a cenar. ¿Quieres? -le pongo morritos.
―Sí -me da un beso rápido.
Nos dirigimos al Telepizza, cogidos de la mano. Me encanta estar así con él, aunque le noto un poco incómodo. Así que me detengo para solucionar mi duda.
―¿Te paso algo? Te noto un poco... incómodo. ¿No te gusta que te agarre de la mano?
―No, no es eso -niega rápidamente -. Es por ti. Por que te vean de la mano con una persona como yo -hace una mueca de tristeza y agacha la cabeza, avergonzado.
―Álex -le abrazo, sé que se siente inseguro -. Mírame -le pido y él me hace caso -. Eres una persona como yo, no eres diferente a los demás.
Le beso y él me corresponde el beso. Me duele ver su inseguridad. Solo quiero que esté bien y que se quite de la cabeza la idea de que ser un vagabundo te hace diferente a los demás, porque no es así. Después, continuamos nuestro camino. Eso sí, de la mano.
―Oficialmente declaro la pizza de jamón serrano como el mejor de lo manjares -bromea Álex tras dar el primer mordisco a la pizza.
―Coincido contigo -me río -. Creo que deberíamos empezar ya mismo a reunir firmas para que lo pongan como el mejor manjar -nos reímos.
―Me ha encantado verte en el escenario -me confiesa con una gran sonrisa -. Verte disfrutar es un gran placer, Chiara; al igual que escuchar tu angelical voz.
―Me vas a sonrojar -me río tímidamente.
―Me ha dado cuenta de que amas la música -me asegura -. Y eso es precioso.
No resisto más esa mirada y sonrisa tan tierna que me dedica y le beso.
―Tú sí que eres precioso -le sonrío.
Ahora es él quien toma la iniciativa y me abraza. Después, me quedo unos segundos apoyada en su pecho. Quiero disfrutar de su cariño y compañía.
―Me gustaría llevarte a un sitio -me susurra al oído cuando salimos del bar.
Álex me conduce hasta Fuente Dulce. La temperatura es ideal y el lugar está bien iluminado. Ocupamos la mesa que ya hemos bautizado como nuestra. Álex se tumba en ella y yo hago lo mismo.
―Quiero contemplar las estrellas a tu lado -me confiesa con un sonrisa tierna.
Me acerco aún más a él, que extiende su brazo para rodearme con él. Me apoyo en su hombro y Álex me dedica un beso en la cabeza. Estoy disfrutando mucho de estar con Álex mirando las estrellas. Aunque estamos en silencio, no es un silencio incómodo.
―Siempre que quiero o necesito reflexionar, miro a las estrellas. Es como si tuvieran el poder de absorción y te condujeran a aclararte la mente y llegar a una buena reflexión -se sincera.
―¿Y sobre qué estás reflexionando ahora? -me entra la curiosidad.
―En cómo ha cambiado mi vida desde que te conocí -me sonríe.
¡Muero de ternura! Mi voz interior está chillando de alegría. Le beso. ¡Es tan mono! Él se incorpora y me invita a hacer lo mismo. Ahora estamos sentados en la mesa. Me coge de las manos y clava sus ojos azules en los míos. Los nervios vienen mi estómago.
―Sé que nos conocemos de hace poco y que lo que te voy a decir te va a parecer extraño -se ríe, nervioso -, pero es la verdad. Desde que conocí, mi vida ha cambiado. Ahora sé que hay más esperanza para seguir adelante y tú eres la razón de eso.
―¡Qué bonito, Álex! -le abrazo.
Me he emocionado. Nadie antes me había dicho una cosa así y me alegro de darle esperanza. Él se merece lo mejor.
―No he terminado -se ríe -. He buscado ofertas de trabajo y tengo dos entrevistas la semana que viene -me anuncia con alegría.
―¡Qué alegría! Espero que tengas mucha suerte -le beso -. Estate tranquilo y da lo mejor de ti. Y no te desanimes si no lo consigues. Tal y como estamos, es difícil encontrar trabajo.
―Sí, pero al menos lo intentaré.
―¡Esa es la actitud! Y pase lo que pase, yo estaré orgullosa de ti -le acaricio la mejilla y le beso.
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La riqueza del corazón || Alex Hogh Andersen || #Wattys2019
Fiksi RemajaLas decepciones en sus amistades han hecho que Chiara no confíe en nadie y que haya perdido el interés en hacer amigos. Para ella, el maravilloso mundo de los libros es la mejor compañía. Los libros nunca te fallan, no te engañan. Alex, un joven de...