[38] No me arrepiento de amarte

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Seulgi se encontraba en la casa de su hermano, pues éste tenía algo que decirle. Daniel era su apoyo, al igual que su tío, durante el tiempo que volvió y sus padres se quedaron en Japón.

—¿Por qué me citaste en tu casa y no en tu oficina? —preguntó—. Bueno, debe ser algo importante.

—Voy a casarme.

La menor quedó bastante impresionada por la noticia. Sabía que su hermano salía con Jihyo, pero esto era... No tenía palabras. Estaba feliz por su hermano, aunque no se lo esperaba.

—Oh... Entiendo... Felicidades —dijo.

—¿Sucede algo?

—No, para nada, es solo que... —chasqueó la lengua, buscando las palabras adecuadas—. Por eso estoy aquí, y... todos están, ¿verdad?

—Sí, pero tenía que decírtelo primero. Yo no voy a ser como alguien que, no diré su nombre porque no hace falta, le dice a su hermano que está en una relación con la hija prodigio de Kim Taeyeon... después de varios meses.

—¿Cuántas veces debo disculparme por habértelo ocultarlo? No sabía cómo reaccionarías.

—Sus papás están acá. ¿Cómo lo digo frente a todos eso? —consultó—. ¿Debo arrodillarme, o cantarle algo lindo? No, suena muy cliché. Probablemente deba...

—Daniel, solo se tú mismo —colocó sus manos sobre los hombros de su hermano—. Park Jihyo está enamorada de Kang Daniel, no de un tipo que tiene que actuar para quedar bien, y... solo vas a informarles que te casarás con su hija, ambos ya tomaron la decisión y si... bueno, tú sabes... si ambos se aman, no debería importarles si los demás aprueban o no su decisión.

—Esa chica te ha cambiado tanto. Este es un claro ejemplo de: el amor cambia a las personas —el mayor la abrazó—. Estoy muy orgulloso.

—No chilles —lo empujó, como solían jugar cuando eran pequeños—. Debes hacerlos llorar a ellos, no yo a ti.

—Hola —saludó al entrar en casa de su novia; su casa—

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—Hola —saludó al entrar en casa de su novia; su casa—. Falta alguien aquí.

—Salió con unas amigas —dijo—. Wendy y las demás hicieron lo mismo... nos excluyen por ser pareja.

—Yo haría lo mismo —musitó. Irene la miró mal y rodó los ojos.

—¿Qué tal te fue con tu hermano? —preguntó. Se sentó en el sofá e hizo un ademán para que la menor la acompañara.

—Se casará en unos meses —contestó—, y quiere que seamos damas.

—Oh, eso es genial —sonrió.

—También, sigue molesto porque le dije no hace mucho que tú y yo somos novias.

—¿Sabe que salíamos antes? —cuestionó.

—Sabía que me gustabas y que te gustaba, y que éramos algo así como enamoradas, pero jamás le dije con detalles toda la cosa... No, no sabe casi nada... Dios, incluso yo estaría indignada con él.

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