P R I M E R O

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YoonGi se encontraba en uno de sus restaurantes, habían abierto recientemente y quería asegurarse de que todo estuviera a la altura que acostumbraba su cadena. El tenía una forma particular de trabajar.

Una vez estuvo hecha la negociación del lugar lo siguiente era conseguir la correcta adecuación de los diferentes sectores del sitio desde la cocina, el área de comensales, el área VIP, hasta los baños y la zona de descanso de los trabajadores. Todo debía estar en un nivel que combinara perfectamente la elegancia, comodidad y practicidad. Esa era la forma ideal.

Había encontrado que esa fórmula se ajustaba bastante bien a la mayoría de los negocios que emprendiera, los clientes debían estar cómodos y sentir que el dinero que pagaban merecía la pena por la calidad de los productos y servicio que recibían, de esa forma se era seguro que volverían.

Al final del proceso él siempre procuraba probar de primera mano el resultado de todo el trabajo que realizó, por lo general no se involucraba directamente con sus empleados sino más bien con los gerentes o los jefes de éstos solo porque le gustaba mantener algo de su privacidad. Además, de ese modo podía hacer justo lo que estaba haciendo ahora sin incurrir en sesgos por parte de los empleados. A veces los trabajadores podían cambiar su comportamiento si sabían que un alto jefe estaba supervisandolos directamente.

Realizó todo el proceso que normalmente haría un comensal, llamó personalmente a los teléfonos del restaurante y reservó una mesa, era tan meticuloso que quería evaluar hasta la forma en cómo la recepcionista de dichas llamadas manejaba a los clientes. El anfitrión fue los suficientemente amable sin cruzar las fronteras de su puesto, los meseros y meseras se movían con gracia al rededor de las mesas sin molestar a otros y llevando sus pedidos de forma eficaz. El area VIP tenía un poco más de seguridad y verificación de identidad sin ser demasiado insistentes. La comida era si duda el mayor atractivo, ofrecía una amplia variedad de platos asiáticos que iban desde recetas chinas, japonesas y algunos platos árabes e hindúes. El dia de hoy pidió justamente una comida hindú y se regodeó de que los platillos tuvieran el balance perfecto entre los sabores que caracterizaban dicha cocina.

Se sintió satisfecho con el resultado, todo funcionaba en armonía y por experiencia sabía que ésta armonía se convertiría en sincronía perfecta con el pasar del tiempo a medida que se fueran puliendo detalles y las personas se acoplaran más a sus puestos.

Con su inspección secreta completada y después de tomar algunas copas de vino decidió irse a casa, era hora de tomar un tiempo libre para él. Es lo que siempre hacía en éstos casos, luego de trabajar arduamente y sin descanso por varios meses y de sacar adelante un proyecto le gustaba tomarse un tiempo de descanso y recobrar fuerzas, aunque la verdad muy pocas veces lograba desconectarse completamente de todo. Aún habían cosas que necesitaban su supervisión y revisión.

Así que decidió que por ahora iría a su casa a dormir, durante varios días si era posible.

Lo había revisado todo pero al salir al parqueadero su oído de lobo desarrollado percibió un extraño ruido, uno que no debería venir del lugar de donde vino. Era la zona de desechos, él sabía exactamente la dirección pues él mismo en persona había revisado meticulosamente los planos.

El sonido era parecido al que hacían las ratas al moverse entre la basura, el restaurante tenía poco más de un mes en funcionamiento se había hecho el control de plagas reglamentario y el hecho de que tan siquiera existiera la posibilidad, era francamente preocupante.

Con sigilo se acercó al lugar, dejó salir un poco a su lobo solo lo suficiente como para que sus ojos cambiaran y pudiera tener una visión perfecta en la oscuridad. Tenía que comprobar si habían plagas y así tomar las medidas correctivas de inmediato.

A paso lento se acercó a uno de los contenedores aquel de dónde provenía el insistente ruido, pero antes de que pudiera acercarse mucho más la sorpresa y confusión lo hicieron detenerse y agudizar aún más su visión para enfocar lo que veía.

Era lo que parecía ser una cabeza llena de cabello enmarañado moviéndose dentro del contenedor de basuras, buscando a tientas mientras se agachaba a recoger lo que sea que recogiera. YoonGi de acercó más el olor de la basura y la comida putrefacta llenaban su sensible olfato pero trataba de enfocarse en olfatear más allá de eso y ubicar el olor de la persona que se movía entre los desechos.

Debió hacer algún sonido porque repentinamente escuchó varios ruidos y vió emerger por un costado a un pequeño y mugriento cuerpo, un auto pasó cerca y las luces le permitieron vislumbrar más claramente lo que era.

Era un muchacho con la expresión mas aterrorizada que vió alguna vez en su vida, el chico se aferraba con fuerza a algunas cosas que para YoonGi eran simplemente basura pero por la fuerza con que que las sostenía sabía que para el chico eran muy valiosas.

Ninguno de los dos hacía nada solo hablaban sus miradas, la del alfa un poco dura por naturaleza pero más que todo curiosa y aquel chico completamente horrorizado.

De un momento a otro el chico corrió cual alma que busca el diablo, no importó la dirección el solo salió volando y YoonGi salió detrás de él sin una razón aparente.

El chico veía hacia atrás en ocasiones y luego seguía corriendo, trataba de esquivar todo lo que se interponía en su camino de huida. Personas o autos el pequeño chocaba y perdía algunas de sus cosas, YoonGi vió volar algunos trozos de cartón, algunas bolsas cayeron, algunas frutas rodaron pero al final el chico no soltaba una bolsa de tela que aferraba con fuerza a su pecho.

YoonGi casi se asombró de que pudiera correr tanto y tan rápido siendo tan pequeño y frágil como se veía, pero para un lobo experimentado como él ese ritmo no era complicado de mantener. Aunque le preocupaba más el chico que poco a poco bajaba la velocidad.

Se estaba cansando, él lo sabía. Redujo la velocidad cuando el otro se perdió en una curva que llevaba a un callejón.

Apeló a su agilidad y se acomodó detrás de una pared mientras veía al chico doblarse a la mitad por el esfuerzo rasgando el aire para recuperar su aliento. Podía escuchar su respiración hasta allá.

Talves pensó que lo había perdido o talves estaba demasiado exahusto para reparar en su presencia, el muchacho no resistió más y se desplomó cayendo al suelo con sus piernas flexionadas y las manos contra el suelo

Pasaron varios minutos hasta que lo que salía de su boca era un halo de aliento helado, YoonGi se dio cuenta del frío que hacía. El mismo había salido sin demasiado abrigo y el frío empezaba a colarse en su interior.

El chico se levantó tambaleandose aún con su saco en la mano, el lugar que lo rodeaba parecía un terreno baldío cuadrado detrás de algún local comercial. Estaba en venta por el letrero que podía ver a lo lejos.

El muchacho tocaba su pecho ya casi recuperado y caminando lentamente hacia un lugar con una estructura endeble, un techo de cartón que apenas podría aislarlo de las inclemencias del clima.

Y YoonGi solo esperó.

T R A S H - [Y O O N M I N]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora