____ prolongó de manera deliberada la visita a las Vanderman. Necesitaba tiempo para mentalizarse ante la dura prueba que se le avecinaba.
Todo había cambiado en un abrir y cerrar de ojos. Solía considerar su casa como un remanso de seguridad, un auténtico santuario, donde podía encontrar paz y tranquilidad después de un agotador día de trabajo. El hombre al que el FBI apodaba sudes le había despojado de todo aquello. El sujeto desconocido que le estaba haciendo trizas la mente.
¿Cuánto tiempo había estado espiándola? Y esa noche, ¿estaría cómodamente sentado en un sofá, observándola? La sola idea la hizo palidecer. No tardaría en dirigirse a su dormitorio y prepararse para acostarse, y la cámara estaría captando cada uno de sus movimientos.
Sintió el impulso repentino de ponerse las zapatillas de deporte y salir a correr. No podía, por supuesto, fuera estaba oscuro, y no formaba parte del programa aprobado por Wesson. Pero seguía queriendo hacerlo. Había empezado su régimen de carreras después de saber que su hermano tenía cáncer. Era una válvula de escape y una manera de vencer el miedo. Le encantaba el ejercicio físico, llevarse al límite, cada vez más y más deprisa, hasta que su mente se limpiaba y ya no era capaz de concentrarse en nada que no fuera el latido de su corazón, el crujido de la maleza bajo los pies y el ritmo de su respiración mientras corría por el accidentado sendero que bordeaba el lago. Llegaba a olvidarse del entorno mientras avanzaba y avanzaba, exigiéndose cada vez más y más, hasta que empezaban a liberarse las benditas endorfinas y la llenaban de energía. El pánico desparecía durante un breve instante, y se sentía maravillosamente viva y completamente libre.
En ese momento echó de menos aquella sensación y, ah, Dios, cómo deseó volver a controlar su vida. Odiaba estar asustada, y oscilar entre la furia y el terror la estaba volviendo loca.
—Querida, ten cuidado con esa taza a ver si la vas a romper.
La advertencia de Viola la hizo volver al presente. Viola seguía contándole el último chismorreo que había oído en su club de bridge. ____ intentó prestar atención mientras acababa de secar la vajilla azul. Cuando la cocina estuvo limpia, siguió a la anciana hasta el porche y se sentó a su lado en la mecedora, mientras que Bessie Jean, cogida del brazo de Harry, le acompañaba en un paseo por la propiedad para mostrarle sus petunias y su huerto. El alumbrado público apenas iluminaba el jardín trasero.
Harry estaba más interesado en el oscuro solar vacío flanqueado de árboles que lindaba con la parte trasera de la casa de ____ que en el jardín. La abundancia de matojos y arbustos frondosos lo convertía en un paraíso para el sudes, donde podía esconderse y observar o acercarse a la casa de ____ sin ser visto.
—¿Suelen jugar los niños en ese solar? —preguntó a Bessie Jean después de haber elogiado su jardín.
—Antes sí, pero no han vuelto desde que a Billy Cleary le salió una grave urticaria a causa de la hiedra venenosa. Iba en pantalones cortos y se sentó encima, ¿comprende?, y por lo que me dijo su madre, fue una experiencia muy dolorosa. El chico no se pudo sentar durante dos semanas. Cuando se recuperó, Billy y sus amigos cambiaron el solar por el lago para ir a jugar.
Habían dado una vuelta completa a la casa. Bessie Jean llamó a Viola.
—Le estaba hablando a Harry de Billy Cleary y de que solía jugar en el solar de atrás de, la casa de ____, hasta que se topó con la hiedra venenosa. —Subió los escalones y se sentó en una silla de mimbre.
Viola se inclinó sobre ____.
—La planta se le metió en las partes pudendas.
—Le contaba a Harry que no ha vuelto nadie al solar —explicó Bessie Jean.