Transcurrió otro día y la presión iba en aumento.
La idea de otra reunión multitudinaria estaba haciendo que ____ se sintiera enferma, pero no estaba dispuesta a decepcionar a Michelle en una de las mejores noches de su vida, el ensayo de la boda y la cena subsiguiente.
Después del primer plato, Michelle advirtió que ____ no había tocado la comida. Inclinándose sobre la mesa, susurró:
—No tienes muy buen aspecto, cariño.
—Estoy bien —respondió ____ con una sonrisa forzada.
Michelle la conocía bien, y se volvió hacia Harry en busca de ayuda.
—¿Por qué no llevas a ____ a casa y la acuestas? —sugirió.
Cuando ____ abrió la boca para protestar, Michelle la interrumpió.
—No quiero que te pongas enferma. Mañana no voy a ir hasta el altar sin ti.
____ y Harry dieron las buenas noches y se fueron a casa.
Cuando llegaron, una docena de rosas rojas esperaban en el porche delantero. Harry cogió el jarrón al entrar en casa.
—Las trajeron nada más iros —dijo Joe.
Harry leyó la tarjeta en voz alta.
—«Por favor, perdóname y vuelve a casa. Te quiero. Joel.»
____ cogió el jarrón y lo puso en la mesa del comedor. Harry y Joe la siguieron. Los dos hombres se pararon hombro con hombro mirando las rosas con el entrecejo arrugado.
—Me parece un derroche tirarlas a la basura —dijo—. Aunque es lo que suelo hacer. No quiero que me recuerden a Joel Patterson cada vez que entre en esta habitación.
—¿Con qué frecuencia te envía flores el cerdo este? —preguntó Harry intentando ocultar su irritación.
—Una vez a la semana, más o menos —dijo—. No se rendirá.
—¿Ah, no? Eso ya lo veremos. —Cogió el jarrón, entró en la cocina y vació el agua en el fregadero; luego, tiró el jarrón y las rosas a la basura—. ¿Así que es un bastardo tenaz?
—Patterson era el hombre de Chicago que se lo hacía con su secretaria mientras andaba detrás de ti, ¿no es eso? —preguntó Joe.
La franqueza de la exposición no la desconcertó.
—Sí, el mismo.
—Diría que se resiste a dejarte escapar —observó Joe—. Pero no te preocupes; Harry se ocupará de él.
—No, no se ocupará de él —le rebatió con un poco más de brusquedad de lo que pretendía—. Joel Patterson es mi problema, y ya me las apañaré con él.
—Muy bien —dijo Joe, sorprendido por el arranque de genio—. Decidas lo que decidas me parece bien.
—Lo estoy ignorando.
—Eso no parece que funcione —señaló Joe.
—Deja que se gaste el dinero en flores. Me trae sin cuidado. Ahora, ¿os importaría si dejamos el tema?
—Pues claro.
____ se llevó la mano a la frente.
—Mira, lamento haberte hablado con brusquedad. Es sólo que después de lo ocurrido en la merienda... estaba allí, Joe. Y quería que supiera que me estaba observando. Sólo tengo ojos para ti, ésa fue la canción que pidió. Listo, ¿eh?
—Lo sé todo —dijo Joe mientras la seguía a la cocina. Ya había adivinado lo que iba a hacer: un té. Sabía que la tensión se estaba apoderando de ella. A la cruda luz de la cocina, ____ parecía pálida, como si no hubiera dormido bien durante semanas.
