La basura de un hombre puede convertirse en el tesoro de otro. En cualquier caso, eso es lo que esperaba ____ mientras revisaba una docena de enmohecidas cajas de ropa blanca vieja y apolillada y chucherías rotas que alguien había arrinconado en el desván hacía unos cincuenta años. Cuando acabó la jornada, estaba cubierta de una capa de polvo, los pantalones blancos eran grises y no paraba de estornudar a cada segundo por culpa del cartón mohoso. Por desgracia, no encontró ninguna inestimable pintura de Van Gogh o Degas escondida entre la basura. De hecho, no encontró nada que no considerara trasto viejo, aunque se negó a desanimarse. Después de todo, sólo acababa de empezar, y había aún como unas sesenta cajas precintadas esperando a que las revisara.
Camino del coche, Harry la ayudó a bajar la basura cuatro tramos de escalera.
—¿Nos queda tiempo para pasarnos por la costurera a recoger mi traje de dama de honor? —preguntó.
—Claro, si nos damos prisa. Se supone que tenemos que recoger a Tommy y a Noah dentro de una hora. Eso es tiempo suficiente para ducharnos y cambiarnos de ropa.
En cuanto llegaron a casa, ____ subió corriendo la escalera y se cruzó con Joe, que bajaba.
—Acabo de hacer la ronda y todo está bien cerrado —le aseguró.
Harry extendió cuidadosamente el vestido sobre la mesa del comedor y se dirigió a la cocina para coger una bebida fresca.
____ se dio prisa en prepararse. No iba a cometer dos veces el mismo error y salir del baño con una vieja y horrible bata andrajosa, así que reunió todo lo que necesitaría, incluidos los zapatos sin tacón.
Veinte minutos después, decidió que ya no podía hacer más por su aspecto. Esa noche iba a echar mano de todos los recursos posibles, así que se puso el vestido. Era corto, era negro, y tenía la suficiente fibra elástica para que la tela se le adhiriese en las partes adecuadas. El favorecedor cuello cuadrado no mostraba más que un atisbo del inicio del pecho. Desde que se había mudado a Holy Oaks, sólo se lo había puesto una vez, y fue cuando Michelle y Christopher la habían llevado a cenar para celebrar su compromiso. Michelle había bautizado el conjunto como «el vestido asesino», dijo que era indecentemente decente e insistió en que constituía la propiedad más excitante de ____. Christopher se había mostrado de acuerdo con considerable énfasis.
____ se paró delante del espejo para arreglarse el pelo. Incluso se lo había rizado, pero debido a su falta de práctica se había quemado la oreja en el proceso. Se quedó mirando de hito en hito su reflejo y soltó un sonoro gruñido. ¿Por qué se estaba tomando tantas molestias para parecer bonita? No era una adolescente en plena agonía del primer amor, pero sin duda se estaba comportando como tal. Dios, ¿se estaba enamorando de él? La posibilidad hizo que varios escalofríos le recorrieran la columna. Cuando terminara su trabajo, se iría.
«Es una locura», susurró mientras arrojaba el cepillo sobre la repisa. Estaba estúpidamente chiflada por el amigo de su hermano mayor. Eso era todo.
Su ego recibió un verdadero varapalo cuando Harry entró en el cuarto. Apenas se fijó en ella. Tras echarle un rápido vistazo —probablemente para asegurarse de que tenía los zapatos puestos en el pie correcto— le dijo que Pete estaba al teléfono y que cuando Joe terminara de hablar con él, el doctor quería hablar con ella. La voz de Harry parecía tensa, y ____ se pregunto por la razón de su aparente preocupación.
Él estaba mirando por encima de su cabeza.
—Nada importante —dijo—. Sólo quiere oír cómo estás.
Harry percibió el aroma del perfume de ____ cuando pasó junto a él camino del baño. Simuló no darse cuenta, de la misma manera que había fingido no darse cuenta de lo increíblemente excitante que resultaba embutida en aquel ceñido vestido negro. Hasta que cerró la puerta. Entonces, se apoyó en ella, inclinó la cabeza, y susurró: