~VISITA~

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A pesar de que su mente se encontraba repleta de preocupaciones, entre ellas la horrible imagen de la calavera con la serpiente en lugar de lengua, su varita perdida en un bosque desolado y el inusual y casi familiar dolor de la cicatriz, junto con un sueño desagradable que hace días había experimentado y el cual decidió no comentárselo a nadie, ni siquiera a Sirius, pues no quería que fuera una excusa para que Dumbledore creyera que estaba mejor con los Dursley.  

Se quito las gafas, respiro profundo y exhaló con cansancio, para después caer sobre la cama y quedarse dormido. Ni siquiera había tenido las fuerzas suficientes para quitar la ropa que había dejado antes de ir al mundial de Quidditch.

Las siguientes semanas pasaron de la forma mas tranquila. Sin contar claro con la incomoda visita de Dumbledore y el señor Crouch. Este ultimo parecía muy ansioso por recibir solo afirmaciones por cada pregunta que realizaba.

Dumbledore por su parte se encontraba sereno pero atento a cualquier situación que se presentara.

Todo se empezó a calentar cuando el señor Crouch saco de su túnica la varita pérdida de Harry, este la reclamo dando la débil escusa de que se le había caído en el momento que empezó a correr para alejarse del alboroto.
Crouch no tenía el interés de creerle y mirando a Dumbledore cambio de manera brusca la conversación. Esta vez interrogando porque un joven vivía solo en la antigua casa de los Black. En la que el dueño no era menos que el asesino de sus padres.

Harry se fastidio y pidió rápido que le devolvieran su varita, esto fue suficiente para llamar la atención del señor Crouch, el cual se la  devolvió con nada de cortesía. 

—Aun no olvido lo que paso en el mundial, muchacho—le comentó mirándolo directamente a los ojos—. Existe un responsable y lo descubriré.

—Creo Barty que Harry no es mas que una víctima despistada que solo tuvo el error de dejar caer su varita—intervino Dumbledore mirando sus entrelazados dedos—. Además existen muchos testigos que afirman que Harry no estaba presente en la zona donde fue hecha la marca.

—Si, lo se, Albus—gruño—. Lo se. Pero también debes saber que no cualquiera deja su varita tirada días. Además...—miro a Harry como esperar que se sintiera incómodo y eso lo delatara—¿Como volviste aquí? 

Harry se encogió de hombros.
—Tengo amigos, que son magos—le respondió. 

—No te intentes pasarte de listo conmigo—murmuró el señor Crouch.

—¿Y quien encontró mi varita?—pregunto—. Porque dudo que haya flotado hacia sus manos.
—Ehrr... Fue...—el enojo que hace segundos había sentido se le esfumo al instante. Ahora el azabache podía notar una expresión nerviosa en el rostro del señor Crouch.

—El señor Diggory, Harry—le dijo Dumbledore levantando la mirada—. Se podría decir que tuvo la suerte de pasar en el momento preciso.

—¿El señor Diggory?—ese nombre le parecía familiar. Tal vez lo había escuchado en algún momento en Hogwarts—. ¿Y... El lo encontró cerca de las tiendas?

—Me temo que no, fue el quien me llego a informar que la elfina  del señor Crouch la poseía. Claro que no se ha comprobado que haya sido ella la que conjuro la marca—dirigió su mirada hacia Barty—. ¿Verdad?

—No se necesita comprobar nada, Albus—gruño—. Las pruebas hablaron por si solas.

Harry apretó con ambas manos su varita.
—Ahí lo tiene entonces—comento con la única intención de que Barty Crouch se retirara—. Se me cayo la varita, la elfina la cogió y conjuro la marca. Claro que no pude reclamar mi varita antes porque no había ningún adulto que me ayudara, pues se dará cuenta la palabra de un adolescente no es suficiente—aclaro al ver la mirada fulminante de  Barty. 

Dumbledore se puso de pie y con una pequeña y casi artificial sonrisa se dirigió al señor Crouch.

—Creo que es momento de retirarnos, Harry debe tener muchos asuntos que tratar.

—¿A si?—se interesó Barty—. ¿Como que?

—Tengo que lavar mi ropa—le respondió Harry con expresión neutra.

Sin importar el tiempo que pasara. Sirius no parecía olvidar, la visita del Barty Crouch  no había sido algo grato para el y todo el tiempo paraba gruñón ante cualquier aporte que daba Remus, pero llego a olvidar cuando este le compartió un pedazo de turrón que sospechosamente tenia un olor a cloroformo.
La razón era porque se acercaba el momento de regresar a Hogwarts y Harry había decidido ir al  callejón Diagon en busca de las nuevas cosas que le solicitaban, también aprovechar la ocasión y sacar un poco de oro de su cámara acorazada...  Y no quería que su padrino se arriesgara a seguirlo.

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