~EXTRANJEROS~

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Varios días se la paso pensando en cuanto le demoraría el fastidio a Draco.
Eso ocasionaba que casi todas las mañanas se levantara algo desanimado.

Sentía que debería hablar con alguien sobre sus emociones, el problema era que en ese momento no tenia con quien.

Incluso el jugar al quidditch le hubiese ayudado para distraerse.

Todo se hacia mas complicado, las clases se estaban haciendo más difíciles, en especial la de Defensa contra las Artes Oscuras.
Donde el profesor hecho la maldición imperius a cada alumno. Bajo sus influencias, ninguno podía poner algún tipo de resistencia.

Pero cuando fue el turno de Harry, este logro poner una resistencia asombrosa para ser su primera vez. La única consecuencia fue un fuerte dolor de piernas.

Cada clase era importante y los deberes iban en aumento. Hasta Hagrid los cargaba con un montón de trabajo.

Una mañana cuando pasaba cerca de la escalinata de mármol, vio a varios alumnos
alrededor de un gran letrero.
En el que se podía leer:

TORNEO DE LOS TRES MAGOS Los representantes de Beauxbatons y Durmstrang llegarán a las seis en punto del viernes 30 de octubre. Las clases se interrumpirán media hora antes.

Harry no pudo evitar pensar que aquello era estupendo, excepto el resto del mensaje, donde dejaba en claro que los alumnos deberían recibir a los huéspedes. Le hubiese fascinado poder faltar, no tenia ganas de estar en medio de un banquete alegre.
Lo bueno era que eso seria en una semana, tal vez en ese tiempo ya arreglaría las cosas con Draco. 

Pero se equivocó.

Durante la siguiente semana, su comunicación con Draco se había vuelvo fría, fingiendo que el otro no existía para evitar mirarse. Intento conversar con el, pero el rubio nunca se separa de su grupo de amigos y Harry no se sentía listo para que alguien supiera que tenia sentimientos por su ex enemigo.

Mientras todos pensaban en quien seria el campeón de Hogwarts, Harry prefería no meterse en problemas con el conserje, quien se mostraba 
tan feroz con cualquier estudiante que olvidara
limpiarse los zapatos.

Cuando llego el 30 de octubre, Hogwarts parecía otro.
En los muros colgaban unos enormes estandartes de seda que representaban las diferentes casas de Hogwarts y detrás de la mesa de los profesores, un estandarte  grande que mostraba el escudo de Hogwarts.

Después de clases, los alumnos fueron dirigidos por los jefes de sus respectivas casas, en orden bajaron por la escalinata de la entrada y se alinearon delante del castillo. Era una noche fría y clara.
Los minutos pasaban y no había señales de los extranjeros... Entonces cuando el frío empezó a aumentar, Dumbledore que se encontraba en la ultima fila con los profesores. Grito:

—¡Ajá! ¡Si no me equivoco, se acercan los representantes de
Beauxbatons!

Los alumnos miraron por todas partes.

—¡Por allí!—gritó uno de sexto, señalando hacia el bosque.

Una cosa larga, mucho más larga que una escoba, se acercaba al castillo por el cielo azul oscuro, haciéndose cada vez más grande.

Cuando estuvo a una distancia prudente, fue iluminado y vieron que se trataba de un carruaje colosal, de color azul pálido y del tamaño de una casa grande, que volaba hacia ellos tirado por una docena de caballos del tamaño de un elefante.

El carruaje descendió y aterrizó a tremenda velocidad. 

Antes de que la puerta del carruaje se abriera, Harry vio que llevaba un escudo: dos varitas mágicas doradas cruzadas, con tres estrellas que surgían de cada una.

Un muchacho saltó del carruaje al suelo, hizo una inclinación, buscó con las manos algo en el suelo del carruaje y desplegó una escalerilla dorada. Respetuosamente,
retrocedió un paso. Entonces Harry vio un zapato negro brillante, que salía del interior del carruaje. El cual era del mismo tamaño que un trineo infantil. El zapato le pertenecía a la mujer más grande que Harry había visto nunca. E incluso si la miraba con detenimiento, le parecía mas grande que Hagrid.

Al acercarse a la zona iluminada, ésta reveló un hermoso rostro de piel morena. Llevaba el pelo recogido por detrás y sus ropas eran de satén negro, y una multitud de cuentas que brillaban alrededor de la garganta y en sus gruesos dedos.

Dumbledore comenzó a aplaudir y los estudiantes lo imitaron. 
La mujer se acerco al Director y extendió una mano reluciente. Aunque Dumbledore era alto, apenas tuvo que inclinarse para besársela.
Se saludaron amistosamente, Madame Maxime presento a sus alumnos elegidos para el momento, los cuales eran 12 entre chicos y chicas, con una edad determinada cerca de los veinte años.

Por el frío. Madame Máxime y sus alumnos decidieron  esperar dentro del castillo.

La llegada de Durmstrang demoraba y los alumnos empezaban a tiritar del frío. Cuando parecía que no habría señales de ellos... Harry escuchó un ruido misterioso, fuerte y extraño.

—¡El lago!—gritó Lee Jordan, señalando hacia él—. ¡Mirad el lago!

La superficie no era lisa en absoluto. Algo se agitaba bajo el centro del lago. Aparecieron grandes burbujas, y luego se
formaron unas olas. Por último surgió en medio del lago un remolino.
Del centro del remolino comenzó a salir muy despacio lo que parecía un asta negra, y luego las jarcias...

Majestuosamente, el barco fue surgiendo del agua. Producía una extraña impresión de cadáver, como si fuera un barco hundido y resucitado... Finalmente, con un sonoro chapoteo, el barco
emergió en su totalidad.

A la luz de las portillas del barco, vieron las siluetas de la gente que desembarcaba. Todos ellos  llevaban puestas unas capas de algún tipo de piel muy tupida.

—¡Dumbledore! ¿Cómo estás, mi viejo compañero, cómo estás?

—¡Estupendamente, gracias, profesor Karkarov! —respondió Dumbledore.

Karkarov, quien era el director de Durmstrang tenía una voz pastosa y afectada. Era alto y delgado, además de que llevaba corto el blanco cabello.
Al llegar ante Dumbledore, le estrechó la mano y al instante mostró su preocupación por uno de sus alumnos.

Todos por fin pudieron regresar  a la calidez del gran comedor.

Always-Nuevo inició.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora