~AQUELLOS PROBLEMAS~

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La revelación de que su anciana vecina,  obsesionada por los gatos,
era una squib, fue algo realmente chocante para Harry.
Le costaba entender porque no le había contado Dumbledore de que alguien lo cuidaba, de que alguien lo vigilaba desde que era muy pequeño.
Si se lo hubieran dicho, si tan solo le hubieran confiado esa información,  Harry se hubiera ahorrado muchas incomodidades, tal vez jamas hubiera considerado a su vecina como alguien particularmente extraña.

—¿Dumbledore le escribe muy a menudo?—pregunto el azabache con la voz débil, causante de que se encontraba arrastrando
a Dudley con el brazo izquierdo.

Los tres iban caminando rápido en dirección a la casa de los Dursley.
Debido a que Dudley no podía mantenerse de pie por lo sucedido, entre ambos estaban arrastrando al joven, mientras  rogaban que ningún otro dementor  los encontrara.

—Lo suficiente—le respondió la vecina caminado al lado de Dudley—, mi único trabajo era vigilarte... No actuar. Solo vigilar. De todas formas no podría, para mi es imposible usar la magia.

—Pero debió por lo menos decirme. Yo hubiera comprendido que era squib..

—Lo se muchacho. Te sentías solo. Pero como te digo. Yo tenía ese trabajo.

Harry asintió sin dejar de usar todas sus fuerzas para seguir sosteniendo a su primo, el cual pesaba demasiado, incluso el doble o triple que el.

—Por cierto... Ese tal Mundugus que menciono, el cual debió vigilar—se empezó a sentir curioso—. ¿Era orden de Dumbledore?

—Claro que si. Y esperó le enciendan las nalgas por no cumplir con su trabajo—levanto mas el brazo de Dudley—. Ay, vamos, levantate. Peso inútil—se ofuscó, aun faltaba mucho para llegar. El camino empezaba a sentirse eterno. 

~•~
•Numero doce de  Grimmauld Place
(Actual Cuartel General)

Las noticias de que Harry había tenido que enfrentar a dos dementores sin ayuda,  llegaron rápido a los oídos de Sirius, solo que el informante fue el que menos hubiera deseado.

—Antes de que Dumbledore llegue y se armé de verdad...—hablo Sirius, se encontraba sentado en la cocina,  específicamente en la silla del frente de la mesa central—, quiero saber por ti mismo el motivo por el cual dejaste desprotegido a Harry. Porque eso de preferir ir en busca de un caldero...

—¡No!—se escandalizó Mundungus, el cual tenia un aspecto de vagabundo—. Sirius sabes que haría lo que sea. Ayudo a la orden.

—Gratis no... Te llevas muchas cosas de esta casa.

—¡Hago mas de lo que puedo!—dijo en voz alta y elevo la mano izquierda dejando ver un brazalete de la familia Black—. Es irreal eso de los dementores, si yo hubiera estado ahí...

—Eso mismo... No estuviste.

—¡Hago lo que me piden. Necesitan a alguien como yo!—golpeo con su puño la mesa.

—Mundungus... Aun no puedo lograr entender... Dejaste de vigilar a Harry por conseguir un caldero viejo y roto. ¿Miento?

—Uno no—se ofendió y levantó ambas palmas—. ¡Diez calderos, Sirius!. Debes comprender que era una oferta imposible de rechazar, oportunidades así no aparecen dos veces en la vida.

Black lo miro directamente a los ojos, mientras levantaba lentamente la ceja derecha.

—Ay, Mundungus—murmuro de manera calmada, la cual parecía demasiada fingida, como si solo estuviera esperando otro problema para explotar—. Sabes, debes tener una consecuencia, así que... Dame tu capa.

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