Always-Nuevo inició.

~DESAYUNO~

Después de algunos días de haber realizado las compras en el callejón diagon, alistó sus pertenencias, no quería perder más tiempo, sabia que mañana seria el día en que partiría hacia el expreso de Hogwarts.

Tal vez era ese el motivo de su falta de sueño, se encontraba en su habitación, sentado en la  cama mirando un pequeño reloj  de la pared que tocaba las doce  en punto y la extraña sensación de ansiedad en su cuerpo se intensificaban. El único remedio que encontró en ese momento: fue comer, así que bajo las escaleras para dirigirse a la cocina. 

Todo se encontraba oscuro y las cabezas decapitadas de los antiguos elfos de la familia Black le ponían nervioso.
Se preparo un emparedado y volvió a la cama, aunque su cuerpo no lo pidiera tenia que intentar dormir, aunque sea solo un poco.

•~•

A la mañana siguiente se despertó debido al incómodo ruido que se originaba en la cocina.

Bostezo y con la pijama puesta bajo las escaleras , se cambiaría después de desayunar.

—¿Que pasa?—pregunto con cansancio ingresando a la cocina, dirigió rápido su atención a la cabecera de la larga mesa donde se encontraba Sirius que  miraba de manera recelosa un pedazo de tostada—. ¿Tan temprano haciendo ruido?

—Fue mi culpa—se disculpo Remus mientras cerraba un frasco—. Creí ver un mapache... Pero solo era la cara de tu padrino.

Sirius dejo de ver la tostada.
—Muy gracioso—murmuró

Harry jalo una silla cercana, se sentó y recostó su cabeza en la mesa. Aun el sueño le vencía y se lamentaba por no dormir temprano.

—Vas a tener que pegar las pestañas en el tren—le habló Sirius—. No podemos dejarte dormir ahora.

—Mm... Si—pestañeo pesadamente—. ¿Que pasa... Con esa tostada?

—Nada...—le mintió y volvió a mirarla.

Desayunaron de forma tranquila y esperaron a que tocara la hora exacta para ir hacia la estación.

—¿Como haremos para ir al andén?—pregunto Sirius empezando a balancearse despacio en su silla—. No podemos aparecer.

—Haremos suena a manada—le dijo Remus sin mirarlo—. Harry ira conmigo, lo dejare en el anden. Tu te quedas aquí.

El azabache no perdió tiempo y se metió en la boca un enorme pedazo de pan para evitar participar en la conversación, se dio cuenta que era una mala idea al sentir que no podía masticar.
Bajo la mirada rápido al imaginarse la ridícula cara que debía tener, pareciéndose tal vez a una ardía con dos enormes nueces en cada cachete.  

—Quedamos ayer que yo también iría—se molesto el animago.

—No lo recuerdo.

Harry levanto la mirada.
—No..—tosió—.. No.

—Ahí lo tienes—dijo con media sonrisa Remus—. Harry también cree que no debes ir.

El animago miro ofendido a su ahijado.

El azabache negó moviendo una mano. Eso no era lo que quería decir. Volvió a toser.
—Yo...—tosió fuerte—... No... No..

—Tranquilo, el no ira—le tranquilizo el castaño—. No permitiré que salga. Y si algo puedo hacer bien, es evitar que alguien huya de un lugar—miro con el ceño fruncido a Sirius—. Porque si intentas salir. Creeme... te mueres.

El animago cogió la tostado que aun tenía en el plato y se lo aventó en toda la cara.

—Esta bien, no saldré—dijo rendido para evitar que Remus le devolviera la tostada quemada—. Pero más te vale que Harry llegue sano y salvo.

—Si—comento Remus y dirigió su mirada a Harry—. ¿Entonces nos vamos? .... ¡Ah! ¡Sirius, se esta asfixiando!

Ambos hombres se levantaron a toda velocidad.

—¡Te dije que lo mantuvieras a salvo!—le reclamo Sirius mientras levantaba ambas orejas de su ahijado.

—¡Esto no cuenta!—le grito Remus—. ¡Tu también estas aquí!... ¿Que haces?  Deja de hacer eso—levanto su varita, susurro enojado unas palabras y el color volvió al rostro de Harry.

—¿Te sientes mejor?—le pregunto agitado Sirius.

Harry miro a ambos con los ojos llorosos.
—Pero.. ¿que paso?—les pregunto con la voz apagada.

—No eras claro—se escuso el animago—. Pero ahí tienes tu lección del día—movió la silla—. No  vuelvas a meterte bocados enormes a la boca—salio de la cocina.

Harry respiro profundo, no era su mejor día.