~PRIMERA PRUEBA~

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Esa misma noche, Harry decidió comunicarse con Sirius para poder pedir ayuda sobre como podría enfrentarse a los Dragones. 

Tenía que encontrar el hechizo indicado lo más rápido posible.

Una vez regreso a la sala común de los leones, su sorpresa fue grande al encontrarse con Ron.
Lo que menos deseaba en ese momento era verlo.

—Tu maldito espejo no deja dormir a nadie—le comentó sin mirarlo, tenia una revista en las manos—. Quise romperlo pero Seamus opino que podía ser alguien que te busca.

—Pues no se equivoco—le dijo el azabache con el semblante serio—. Es de importancia—se dirigió hacia las escaleras.

—Deberías dejar de usar esa capa, dudo que alguien se sienta seguro de la utilidad que puedas darle.

Harry se detuvo en el primer escalón.
—No soy un enfermo que la usa para espiar—le dijo—. Tu sabes perfectamente eso, no olvides que antes también le diste uso.

Ron dejo de lado su revista, pero no lo miro, dirigió su mirada al fuego.

—Me da igual, solo es una opinión. Lo que menos deseo es que Gryffindor se vea perjudicado por tus escapadas.

—¿Enserio?—se rió el azabache por unos cortos segundos—. De todas formas deja de preocuparte por mi. Tal vez mañana corras con la suerte y termine muerto en la primera prueba. Así dejaras de verme la cara ¿Porque eso es lo que deseas, verdad? Quieres verme muerto, aun no olvido la conversación que tuviste con Granger, el curso pasado. Dejaste en claro que incluso me venderían a Voldemort... ¡Vaya amigo que tuve!—termino de hablar y subió las escaleras, cada ves que veía a Ron era muy doloroso, incluso podía decir que era la amistad que más le fue difícil perder.

~•~

La mañana siguiente se levanto totalmente asustado. Se había recostado enojado que incluso se olvido de tener una conversación con Sirius. Sentía que estaba perdido.
Se vistió, pero no salio del dormitorio, no tenia ni el más mínimo interés de desayunar. No conocía ningún hechizo que pudiera usar contra el dragón.

No le quedaba de otra que conversar con su padrino.
Busco el espejo mágico y se propuso a pedirle ayuda. Pero tal fue su asombro a verle el rostro aplastado al otro lado del espejo.

—Oh... Rayos, lo siento—murmuró apenado, al darse cuenta que tal vez su padrino se había quedado toda la noche esperando—. Sirius... ¡Sirius!

“No... No”balbuceo el animago mientras abría despacio los ojos“No es mio, no es mio”

—Soy yo, Harry.

“Eh... ¡Harry!”se levanto rápido y el espejo se debió resbalar por sus piernas porque lo único que el azabache podía ver, eran los zapatos de su padrino.

—Supe que ayer querías hablar conmigo pero me olvide, tuve sueño.

“Si”respondió Sirius en voz alta mientras levantaba el espejo y lo acercaba a su rostro “Creo que te deje en claro que odiaba que me ignoraras”

—Yo no te ignore. Tuve que salir en la noche... Y pues, se me olvido.

“Como sea. Eso fue ayer. Quería saber como estas, según me entere, hoy es la primera prueba”

—Si—suspiro Harry—. Sobre eso, quería preguntarte algo de  importancia... Veras, me entere que serán dragones.

“¿Como te enteraste?”

—Eso para después, ahora necesitó saber que puedo hacer con los dragones.

Sirius entre cerro los ojos pensando.
“Sabes” le dijo “Creo que Remus puede ayudarnos en esto... Espera”

Harry dejó de ver el rostro de su padrino. Espero por unos minutos, rogando con desesperación que su ex profesor supiera un hechizo que pudiera ayudarlo en librarse de ser comido por el dragón.

~•~

Sirius pensó que la mejor idea era transformar algo en un perro. Esto lo considero porque los ladridos del animal podían distraerlo. Pero Remus pensó en otra alternativa, algo que ayudaría al azabache a escapar con la habilidad que poseía desde primer año.

Al principio, Harry pensó que esa idea podía estar prohibida, pero después de conversar, de manera algo incomoda, con el profesor Alastor, este le dejo en claro que no había nada en las reglas que prohibieran invocar un objeto de ayuda.
Ahora el problema era que tenía que en menos de algunas horas, aprender el encantamiento convocador.

Tantas cosas sucedieron, y sin que el mismo se pudiera dar cuenta, ya estaba siendo conducido por la profesora hacia la tienda de los campeones.

Su nerviosismo fue tanto que ignoraba las indicaciones del señor Bagman. 
Sus oídos parecían estar divididos, entre escuchar a la multitud y las palabras del señor Bagman.

Este se acerco a los campeones con una bolsa roja de seda, donde cada campeón elegiría al dragón con el cual se enfrentarían. 
Su mala suerte parecía empeorar, no dejaba de repetir el hechizo convocador en su mente, que ignoro que había elegido el dragón más peligroso de los cuatro.

~•~

La prueba ya había empezado, cada segundo parecía una eternidad, que aumentaban su terror y ansiedad.
Los comentarios de Bagman  no ayudaban, tener que escuchar sobre la prueba de los otros tres campeones lo empeoraba todo.

Cuando llego su turno, solo atino a esperar el silbato y salio de la tienda.
Su respiración parecía detenerse.
Lo miraban cientos y cientos de rostros.
Y al otro lado del cercado, estaba el colacuerno.

No quería esperar más y aunque aún no se sentía listo.
Levantó la varita.
—¡Accio Saeta de Fuego! —gritó.

No paso nada al instante, espero por unos cortos segundos rogando que todo saliera bien.
Entonces... Un fuerte sonido, como una ráfaga de aire muy cercana lo hizo voltear, su saeta de fuego estaba esperando que la montara.

Sonrió y sintió al elevarse que todo parecía como un partido de quidditch.
Pero no debía sentirse tan seguro. Se lanzó hacia abajo justo cuando el dragón abría la boca. Por suerte esquivó las llamas.
La multitud gritaba y se pregunto si Draco estaba entre los preocupados.

Con varias maniobras logro por fin hacer que el dragón dejara los huevos desprotegidos. No espero más, soltó las manos de la Saeta de Fuego.. Y Cogió el huevo de oro.

Lo había conseguido. Había logrado cumplir con la primera prueba, estaba sano y salvo.

Always-Nuevo inició.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora