Capítulo 5

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—¿Y cómo se les ocurrió pensar eso, si puede saberse? —inquirí.
—Torin dijo que tu lucharías por… —empezó a decir Izzy.
—Basta, Isolda —la interrumpió Aislinn—. Ya no tiene importancia.
—Pero para mí sí que la tiene —repuse—. ¿Quién diablos es Torin? ¿Y qué pensabais hacer? ¿Usarme como si fuera una especie de bomba de magia o algo por el estilo?
Mi papá me pasó un brazo por los hombros, pero yo lo aparté y me acerqué a la mesa donde estaba Aislinn.
—Las Casnoff querían hacer lo mismo —le informé.
Se me quebró un poco la voz al pensar en Nick y Daisy, dos demonios de los que me había hecho amigo. Aunque amigo tal vez sea una palabra demasiado grande. Mejor decir: los dos demonios que conocí en Thorne Abbey. La última vez que vi a Daisy, trató de matarme con la ayuda de Lara Casnoff. Lo mismo que Nick, que por poco asesina a Kai. Lara tenía un poder absoluto sobre Nick y Daisy. Ella los había convertido a ambos en demonios.
Sin embargo, por chiflados y homicidas que fueran, una parte de mí los echaba de menos. Por eso, tal vez, levanté la voz para decir:
—Las Casnoff y otros miembros del Concilio tienen la intención de usar a los demonios para luchar contra ustedes y el Ojo.
—¿Eso es lo que realmente piensas, Kyungsoo? —preguntó Aislinn pasándose una mano por el pelo. La expresión de su cara era la de una persona que acaba de ser derrotada—. ¿Qué están reclutando demonios para mantener su reino a salvo?
—Eh… pues sí, supongo que sí. No es de extrañar. Las Casnoff nos advirtieron que su intención es matarnos a todos.

Aislinn puso una cara rara, como si de repente sintiera pena por mí. Finley hizo un sonido de disgusto y dijo:
—Claro que sí. La única razón por la que las Casnoff quieren a los demonios es para montar un servicio secreto. Podemos quedarnos tranquilas, que ni se les pasa por la cabeza la posibilidad de formar un ejército con ellos.
—No lo entiendo —reconocí desplomándome sobre una silla plegable que había cerca de mí.
Mi papá torció la boca en un gesto sombrío.
—Las Brannick nunca hemos creído que Lara y Anastasia Casnoff y su padre Alexei usen a los demonios para proteger a los Prodigium. ¿Para qué algo tan poderoso? Un demonio es casi como tener un arma nuclear en tus manos.
Alexei, ayudado por otra bruja, había transformado a mi abuela Alice en demonio. Antes de eso mi abuela había sido una chica normal, pero después del ritual con magia negra, se volvió completamente loca. Mejor dicho: se había convertido en un monstruo. Mi papá tenía razón: crear un demonio es relativamente fácil, pero controlarlo es casi imposible.
—La primera noche en Hex Hall, la señora Casnoff nos hizo un pase de diapositivas para mostrarnos las distintas maneras en que los humanos se han dedicado a matar a los Prodigium a lo largo de los años. No me refiero únicamente a las Brannick o al Ojo, también a la gente normal. La señora Casnoff no explicó que ser un Prodigium significaba estar siempre en peligro.
—Seguro —afirmó Finley—. Como si la gente normal pudiera defenderse de los monstruos.
—¿Tienes idea de cuántas Brannick quedan, Kyungsoo? —preguntó Aislinn suavemente.
Negué con la cabeza y ella dijo:
—Las que estamos aquí. Me le quedé mirando.

—¿Sólo ustedes tres? Y ella ¿cuántos años tiene? —dije señalando a Izzy—.
¿Doce?
—Catorce —contestó Izzy.
—En realidad somos cuatro si contamos a tu papá —puntualizó Aislinn.
—Pero cuentan con la ayuda del Ojo —señalé.
Unos meses atrás, las oficinas centrales del Concilio en Londres habían sido incendiadas. Siete miembros del Concilio habían muerto. Según mi padre, el incendio había sido obra del Ojo y de las Brannick.
—¿Qué el Ojo nos ayuda? —planteó Aislinn riéndose—. De ninguna manera. Nuestra familia desciende de una bruja, ¿recuerdas? El Ojo no tiene nada que ver con nosotras.
—¿De modo que el Ojo atacó las oficinas del Concilio sin ayuda?
—El Ojo no atacó al Concilio —respondió Finley—. Fueron las Casnoff.
De repente sentí como si acabara de entrar en el mundo al revés. Sacudí  la cabeza confiando que tal vez con ello mi cerebro funcionaría más rápido.
—Pero ¿por qué las Casnoff…? —empecé a decir, pero entonces lo comprendí todo—. Para eso era el pase de diapositivas. Querían que tuviéramos miedo de las Brannick y del Ojo y que; de este modo, no nos importara si convertían a niños en demonios mientras éstos nos puedan mantener a salvo.
Aislinn asintió con la cabeza.
—Exacto. Ahora nos han adjudicado la destrucción de Thorne Abbey y la muerte de tu padre.
Al escuchar estas últimas palabras, sentí un dolor en el pecho. Mi papá me pasó una mano por el pelo.
—Ahora las Casnoff tienen carta blanca para reclutar a tantos demonios como quieran y nadie las detendrá —dijo Finley.
—Yo lo haré —auguré automáticamente.

Spell Bound [Kaisoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora