Alguien me sacudía.
— Kyungsoo —me dijo una voz al oído—. Despierta.
Me volví desorientado. Tenía mechones de pelo pegados a la cara humedecida por las lágrimas. Había estado llorando. Otra vez. Me senté y por un momento me fue fácil creer que las últimas semanas no habían existido. Estaba de nuevo en mi habitación, en la residencia de las Brannick. El sol de la mañana se filtraba por la ventana estrecha. Puede que nunca hubiese salido de allí. Puede que lo hubiese soñado todo.
Pero no. Luhan estaba sentado al borde de mi cama, con aire preocupado, y Kai rondaba por la entrada. Y en la planta de abajo estaban mis padres, las Brannick, Nick y Daisy…
Pero no Cal.
—¿El mismo sueño? —preguntó Kai y asentí, frotándome la cara con las manos. Desde la noche en que usamos Itineris para escapar de Hex Hall, con la isla entera sacudiéndose como fuera a hundirse en el océano, había tenido pesadillas.
Papá decía que era de esperar con todo lo que había pasado. Pero hacía un mes de aquello. ¿Cuánto iba a dejar de soñar?
—¿Estaba gritando otra vez? —pregunté apartando las mantas.
—Sólo llorabas —contestó Luhan comprensivo—. Mucho.
Intenté recordar el sueño, pero ya se estaba desvaneciendo. Cal aparecía de nuevo, en el foso, y la tierra le caía encima. Y Lara, con el blanco de sus ojos sin vida. Me estremecí.
Luhan fue a coger mi mano, pero me levanté y puse mi mejor sonrisa tratando de hacerle entender que estaba bien.—Sólo ha sido un mal sueño —le dije.
Kai abrió la boca para decir algo pero alcé la mano.
—Nada, más que un sueño —repetí—. ¿Los demás están ya abajo? Porque no sé ustedes, pero yo estoy muerto de hambre.
En realidad no lo estaba. La idea de comer me revolvió el estómago, y había perdido tanto peso que tuve que hacer magia para estrechar mi ropa. Al pasar junto a Kai, me puso una mano en el hombro.
—Todo saldrá bien, Lee —me dijo al oído, y por un instante, me apoyé en él, empapándome de su calor y su presencia.
Me erguí y dije:
—Venga, vamos abajo. Nick y Daisy siempre acaban con todo el bacon.
Cuando llegamos a la cocina sólo quedaban dos lonchas. Nick y Daisy estaban sentados a la mesa de fórmica con los platos casi vacíos, y Aislinn hacía huevos revueltos en la cocina que había detrás de ellos. Me quedé de pie en la entrada, asimilando la escena: una Brannick preparando el desayuno para dos demonios. ¿Quién podía haber imaginado aquello?
Nick sonrió al verme. O más bien lo intentó. Al igual que todos nosotros, Nick todavía tenía aquella mirada angustiada que hacía que una expresión amistosa pareciera triste.
—Eh, buenos días, Kyungsoo. Te he guardado una loncha de bacon. Y a ti otra, Luhan —dijo, mirando por encima de mi hombro—. Lo siento, primito, tú no has tenido suerte.
Kai se rió por la nariz, aunque se le notaba tenso. Se sentó en la silla más alejada de Nick. No creía que Kai y Nick pudiesen llegar a tener una relación más o menos normal. Después de todo, los padres de Nick habían asesinado a los de Kai, y Nick había intentado matar a Kai, no una vez sino dos.
Definitivamente, eso iba a complicar las futuras reuniones familiares.
Tampoco ayudaba el hecho de que aquellos a los que Kai consideraba su familia, ahora tenía también la intención de matarle.—¿Quieres huevos, Soo? —preguntó Aislinn, sacándome de mis pensamientos.
—Mmm…No, gracias, comeré algo más tarde.
Todos fruncieron el cejo al oír aquello, así que, para contentarlos, tomé la loncha de bacon y la partí por la mitad. Me senté junto a Daisy y empecé a masticar.
—¿Alguna novedad?
Era la misma pregunta que todos habíamos formulado cada mañana que nos fuimos de Hex Hall. Los primeros días había habido respuestas del tipo:
«Sí, la isla sigue allí», «Sí, el Ojo ha puesto a la cabeza a Kai un precio con el que se podría comprar una isla».
A Kai no le hizo ninguna gracia saber que los miembros de su pequeño escuadrón de Ojos, una vez de regreso en su cuartel general, se excusaron ante su jefa alegando que Kai los había obligado a luchar por los Prodigium hechizándolos con algún tipo de artefacto mágico.
—¿Es eso cierto? —le pregunté. Me apartó la mirada y se encogió de hombros exageradamente.
Lo interpreté como un sí.
Pero después de aquello no había pasado nada más. Nada acerca de la reacción del resto de los Prodigium ante lo ocurrido en Hex Hall. Nada sobre qué había pasado con los demás chicos que liberamos.
Así que una mañana más, Aislinn suspiró y dijo:
—No. Nada.
—Quizá sea buena señal —dijo Daisy, untando mantequilla en su tostada—. Quizá simplemente se hayan ido.
Después de todo, Daisy era una chica normal a la que las Casnoff habían convertido en demonio. No me extrañaba que quisiera dejar atrás el mundo mágico.
Daisy se apoyó en Nick, descansando la cabeza sobre su hombro.Bueno, quizá no iba a dejar atrás todo lo concerniente al mundo mágico. Nick había atravesado muchas dificultades y la necesitaba. Al ver la angustia reflejada en los ojos de Nick, me pregunté si él iba a recuperarse alguna vez del influjo maligno de las Casnoff.
Escuché a lo lejos el sonido de metal contra metal que significaba que Izzy y Finley estaban ya en pie y entrenando, y pensé en reunirme con ellas. No para empuñar una espada ni nada parecido, pero quizá pudiesen bloquear alguno de mis hechizos. Les iría bien para practicar y yo tendría algo que hacer además de sentarme en mi habitación y rememorar una y otra vez la última noche en Hex Hall.
Estaba a punto de levantarme cuando papá entró rápidamente en la cocina. Iba en pijama, cosa bastante extraña en él. Papá nunca bajaba a desayunar hasta estar completamente vestido. Claro que sus pijamas tenían bolsillito con pañuelo, así que quizá él se sintiera vestido.
Tenía una hoja de papel en las manos y la miraba con los ojos como platos.
— Eunhyuk —saludó Aislinn—. Hoy te has levantado tarde. ¿Donghae sigue durmiendo?
Papá levantó la vista y juraría que se ruborizó.
—¿Hum? Oh, sí. Bueno. En cualquier caso, estará a punto de bajar.
—Deja a papá tranquilo —le dije a Aislinn—. Es discreto hasta la mandíbula.
Me sentía extrañamente feliz ante la idea de mis padres haciendo…lo que fuera que estuviesen haciendo. Aunque, bueno, su aparente reconciliación era quizá lo único positivo en todo ese embrollo. Bueno, eso y haber salvado el mundo, evidentemente.
Papá movió la cabeza y dejó a un lado el papel.
—No he venido aquí a hablar sobre mis relaciones personales. He venido porque esta mañana me ha llegado esto del Concilio.
Volví a sentarme en la silla.—¿El Concilio? ¿Cómo? Pero si ya no existe. Puede que estés equivocado. Puede que sea del Concilio de Qué-Cereales-Quieres-Para…
— Kyungsoo —dijo papá, haciéndome callar con la mirada.
—Perdona. Es que he alucinado. Esbozó una leve sonrisa.
—Lo sé, cariño. Y para ser totalmente sincero, quizá haces bien en alucinar.
Me tendió el papel y vi que era algún tipo de carta oficial. Iba dirigida a papá, pero mi nombre aparecía en el primer párrafo. La dejé en la mesa para que nadie viese que me temblaban las manos.
—¿Ha llegado con un búho? —balbuceé—. Por favor, dime que ha llegado…
—¡Kyungsoo! —gritaron todos.
Hasta Kai soltó un exasperado.
—¡Vamos, Lee!
Respiré hondo y empecé a leer.
Cuando llevaba media página me detuve con los ojos abiertos de par en par y el corazón bombeando a toda prisa. Miré de nuevo a papá.
—¿Va en serio?
—Creo que sí.
Volví a leer la frase.
Por todos los demonios.~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~Un capitulo más y se acaba está hermosa historia ❤️
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Spell Bound [Kaisoo]
FantasyJusto cuando Lee Kyungsoo empezaba a aceptar sus extraordinarios poderes mágicos como demonio, el Concilio Prodigium se los arrebata. Ahora se encuentra solo, indefenso y a la merced de sus enemigas, las Brannick. O al menos así lo cree Kyungsoo, h...