Capítulo 13

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No era la única persona en Hécate Hall. Centenares de niños pululaban por ahí y parecían estar igual de sorprendidos que yo. Entre ellos estaba Taylor, una de los metamorfos de los que me había hecho amigo.
—¿Kyungsoo? —dijo cuando nuestras miradas se encontraron—. ¿Qué haces aquí?
Taylor miró hacia abajo y se dio cuenta de que llevaba el uniforme de Hécate Hall.
—¿Qué hago yo aquí? —agregó entonces para sí misma.
—No lo sé —contesté negando con la cabeza.
A medida que el pánico iba apoderándose de todos los presentes, se extendía un murmullo de confusión. Nausicaa y otra hada se fundieron en un abrazo. Unas lágrimas de colores goteaban de sus alas.
Avancé abriéndome paso entre la multitud. Al pasar junto a mis compañeros, iba juntando fragmentos de conversaciones que decían cosas como: «luz dorada» o «empecé a flotar en el aire». Al parecer, a todos nos había sucedido lo mismo. Nada de lo ocurrido en los últimos meses podía compararse con esto: ahí estaba yo, caminando sobre la hierba de Hécate Hall, con el uniforme de la escuela, rodeado de mis antiguos compañeros y sin una mínima idea de lo que estaba pasando. Hasta hacía cosa de un momento yo tenía un plan: viajar a Irlanda con las Brannick, llegar a Lough Bealach y recoger una buena cantidad de Cristal del Demonio. Lo que no tenía previsto era que me teletransportaran a la isla de Graymalkin, un lugar que supuestamente se había borrado del mapa.
Busqué rostros familiares entre la gente, pero todo el lugar estaba cubierto por una espesa niebla y no podía ver más allá de la línea de robles. En el cielo, el sol era un disco caliente escondido detrás de las nubes grises.

Confundido, comencé a caminar hacia la casa cuando oí que alguien me llamaba. Me volví para ver de quién se trataba. Era Luhan.
—Estás aquí —dijo como si sólo hubiéramos estado separados durante cinco minutos y no durante semanas.
Fue un milagro que no termináramos los dos en el suelo cuando corrí a abrazarlo. Sus lágrimas rodaron por mi cuello y yo tuve que hacer esfuerzos para no llenarlo de mocos. Nos miramos sonrientes.
—¡Oh, mi pequeño Luhan! —exclamé medio riendo, medio llorando—. Nunca en mi vida me había hecho tan feliz ver un vampiro.
—Nunca en mi vida había sido tan feliz de ser aplastado por un demonio
—bromeó abrazándome fuerte.
Por un momento dejó de importarme cómo había llegado a Hécate Hall o si había llegado arrastrado por alguna clase de terrorífica magia negra o si iba o no a morir. Luhan estaba ahí, vivo. Estábamos de nuevo juntos. Todo lo demás se podía arreglar.
Cuando nos separamos, me percaté de que llevaba una nueva piedra de sangre alrededor de su cuello, más grande y recargada que la anterior.
—Me he modernizado —señaló Luhan con una sonrisa—. Me la dio Byron. Jura que es cien por cien a prueba de roturas.
Levanté una ceja y examiné la cadena de plata y la fina piedra de amatista.
—También es cien por cien de mal gusto, pero si te mantiene a salvo no me opongo.
—Puedo conseguirte una, si quieres. Podríamos grabarles nuestros nombres o algo por el estilo.
Me reí más de lo que la broma merecía, pero estaba tan contento de ver a Luhan que me sentía hasta mareado.
—¿De verdad has estado con Byron todo este tiempo? —pregunté. Asintió con la cabeza.

—Sí. Esa noche, después de que te fuiste con Cal y Kai, los otros miembros del Concilio vinieron a mi habitación y me llevaron a un lugar verdaderamente terrible.
Luhan se estremeció. Yo sabía muy bien que el había terminado en las mazmorras de Thorne, donde estaban instaladas las cortes mágicas del Concilio.
—Lara Casnoff quería clavarme una estaca —explicó Luhan. Al oírlo instintivamente apreté sus manos—. Dijo que era una mala idea permitir que los vampiros convivieran con los Prodigium, de modo que tenía que ser ejecutado. La señora Casnoff pidió que le cedieran el honor de ejecutarme.
Al oír esto volví a estrujarle las manos, tan fuerte que le hice daño. Me imaginé a Luhan aterrorizado y temblando al ver que alguien en quien había confiado lo conducía a la muerte. Tenía ganas de matar a la señora Casnoff y arremeter contra su estúpido peinado con mis poderes, en caso de que pudiera recuperarlos.
—Gracias a Dios se lo permitieron —dijo Luhan. Yo parpadeé, incrédulo.
—¿Cómo?
—Fue la señora Casnoff quien llamó a Byron. Me quitó la piedra porque, según dijo, necesitaría una prueba de que yo había muerto. Parece que cuando matas a un vampiro, su Piedra de Sangre se hace añicos. Luego me hizo salir por un corredor secreto que estaba detrás...
—Detrás de un cuadro —agregué yo. Lo conocía muy bien. Yo me había escapado de Thorne Abbey de la misma manera.
—Exacto —exclamó Luhan asintiendo con la cabeza—. Me encontré con Byron en las afueras de Thorne y me dio esto. —Luhan levantó el colgante que llevaba alrededor del cuello—. Y luego me llevó a su nido de Londres que, créeme, es un sitio para volverse chiflado. Pero, en fin, allí me encontré con Vix —reveló. Vix era la novia de Luhan y también era una vampira.

Spell Bound [Kaisoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora