A la mañana siguiente, caminé a lo largo de la orilla rocosa de Lough Bealach y traté de imaginar la mejor manera de cruzar el lago.
Un pequeño atisbo de gris rosáceo empezaba a asomar en el horizonte. No tenía ni idea de qué hora era, pero mi cuerpo me decía que eran más o menos las Uf-Es-Demasiado-Temprano. Sólo había podido dormir un par de horas. Después de que papá anunciará que ese día iba a entrar en el temible Infierno, a nadie le apetecía dormir. Aislinn, Finley, Izzy y papá extendieron sus sacos de dormir en la casucha, mientras que yo conjuraba tiendas de campaña para papá, Kai, Cal, Luhan y yo. Las tiendas no eran nada fuera de lo común (incluso la que compartíamos Luhan y yo estaba un poco caída en el centro), pero era lo primero que conjuraba desde hacía tiempo. Cuando acabé, papá dijo:
—Has creado algo de la nada. Te das cuenta, ¿no?
Traté de asimilarlo. Crear algo de la nada era casi imposible para las brujas y los magos corrientes. Alice nos lo enseñó a hacer a Elodie y a mí. Elodie casi había llegado a dominarlo, a mí en cambio siempre me había resultado difícil. Y papá tenía razón; acababa de hacerlo casi sin pensar.
—Es estupendo verte usar tus poderes de nuevo—dijo en voz baja. Miré las marcas violeta de su cara y le rodeé con los brazos a modo de respuesta.
Ahora, de pie junto al agua, sentía mis poderes fluyendo tranquilamente en mi interior. Cuando quise someterme a la Extracción, papá me dijo que deshacerme de la magia era comparable a arrancar el color de mis ojos. Tenía razón. Sin los poderes, había sentido que me faltaba una enorme parte de mí mismo.
Me froté los brazos por el frío. Había usado la magia para convertir mi uniforme de Hex Hall en un grueso jersey negro y unos tejanos, pero en Irlanda hacía mucho más frío que en Georgia. Claro que el frío no era la
única causa de mis temblores. Del agua emergía un enorme y extraño escollo.
Me froté los brazos con más energía y me senté junto a Aislinn en una de las rocas que rodeaban la orilla. Me había despertado antes del amanecer con la esperanza de evitar más despedidas tristes, pero Aislinn ya se había levantado y me esperaba al borde del lago.
—Le he pedido a Donghae que me dejara decirte adiós —me dijo—. Tenía miedo de que te enfadaras mucho si lo hacía el por mí. Lo mismo respecto a tu padre, y tú ahora mismo necesitas concentrarte.
Su voz sonaba áspera, pero aun así agradecí tener a Aislinn allí conmigo.
—Entonces, ¿simplemente conjuro un bote? —le pregunté. Ella se encogió de hombros y dijo:
—No soy yo quien hace magia. Haz lo que creas mejor.
—Podría nadar —sugerí—. O quizá conjurar algo como… ¿una moto acuática?
Alcé las manos frente a mí como si agarrase el manillar de dicha moto. Aislinn me observó un momento antes de decir:
—¿Esto es lo que sueles hacer cuando estás nervioso? Volví a bajar las manos.
—Más o menos. —Me volví al agua y dije—: Mira, la cosa es que estoy casi seguro de que podría crear un bote. Pero si lo consigo, ¿le pongo un motor? ¿O una vela? ¿O se supone que tengo que remar yo mismo todo el camino?
—Por favor, intenta estar tranquilo hasta que se te ocurra algo.
La frase en sí misma no sonaba especialmente amenazadora, pero Aislinn tenía una manera de mirarte que te hacía como si estuviera a un segundo de darte un puntapié en el trasero.
Sólo se oía el vaivén de las olas contra la orilla y el castañeteo de mis dientes. Eché un vistazo por encima del hombro al círculo de tiendas.Luhan dormía profundamente cuando salí reptando justo antes del amanecer. No lo desperté, en parte porque pensé que le vendría bien descansar. Pero el motivo principal era que despertarlo significaría tener que despedirme de el, y despedirte de alguien cuando planeas adentrarte en el averno podría sonar a algo parecido al fin de tus días.
Era la misma razón por la que no había ido a la casucha a ver a papá, y por la que bordeé la tienda de Kai. Casi había llegado a la orilla cuando le oí llamarme en voz baja:
—Lee.
Al verlo de rodillas en la entrada de su tienda, con el pelo revuelto y su uniforme de Hex Hall ridículamente arrugado, casi se me rompe el corazón. Y cuando corrí hacia él intentando hacer el menor ruido posible y prácticamente me lancé sobre él, me dije a mí mismo que nuestro beso sería el típico beso de unos novios dándose los buenos días. Incluso cuando me arrastró hacia el interior de la tienda, cálida, acogedora e impregnada de su olor, no me permití pensar que quizá ésa fuera la última vez que le vería.
—Lee, te quie…—susurró Kai a mis oídos. Le tapé la boca con la mano.
—No lo digas. No ahora. Dilo cuando no haya ningún atisbo de muerte a la vista, ¿vale?
Balbuceó algo contra la palma de mi mano, yo puse lo ojos en blanco y la quité. Kai me besó la punta de la nariz.
—Sólo te iba a decir que te quiero dar las gracias por haber conjurado esta fantástica tienda para mí. Pero supongo que te lo puedo decir más tarde. Cuando vuelvas.
Posando mi mano en su nuca lo atraje hacia mí.
—Más te vale.
Sintiendo aún un rubor estremeciéndome el cuello al recordar aquello, alcé la vista de su tienda y volví hacia el lago. Iba a regresar. Todo iba a salir bien, y bajar al Infierno a recoger Cristal del Demonio no iba a ser tan duro. Quizá para el almuerzo ya estuviese de vuelta.
Claro que no podría volver si no iba.
Y así fue como se me ocurrió la manera más simple de cruzar el lago.
De pie, apunté hacia el agua con el dedo. La superficie del lago empezó a rizarse y entonces, con un fuerte estruendo, al agua retrocedió, abriendo un estrecho sendero de barro plateado a lo largo del fondo del lago. El camino serpenteaba hasta llegar a la base de la isla rocosa.
—No es el colmo del estilo, pero es práctico—dije, con la esperanza de que Aislinn no notase lo aterrorizado que estaba.
—Estarás bien —dijo poniéndome una mano sobre el hombro. Era la primera vez que me tocaba—. Si algo he aprendido sobre ti Kyungsoo Brannick, es que eres un luchador.
Casi se me escapa decir « Lee Kyungsoo». Pero en su lugar, sólo dije:
—Gracias, esto… tía Aislinn. Quitó la mano y dijo:
—No nos entusiasmemos.
—Tienes razón. Lo siento.
Volví al camino del agua y traté de recordarme a mi mismo que había hecho todo tipo de cosas aterradoras. Escapar de un edificio en llamas. Enfrentarme un hombre lobo. Luchar contra el control mental de un horripilante espíritu. Caminar a través de un poco de agua no debería asustarme tanto. Pero aun así, mis pies se negaban a avanzar.
—¿Estás listo? —dijo una voz detrás de mí. Cal.
Se detuvo junto al borde del lago con las manos en los bolsillos. Lo miré confundido.
—Tú no puedes venir.
ESTÁS LEYENDO
Spell Bound [Kaisoo]
FantastikJusto cuando Lee Kyungsoo empezaba a aceptar sus extraordinarios poderes mágicos como demonio, el Concilio Prodigium se los arrebata. Ahora se encuentra solo, indefenso y a la merced de sus enemigas, las Brannick. O al menos así lo cree Kyungsoo, h...