Seguramente debe de haber cosas en el mundo más terribles que meterse por un agujero perforado en un sótano aterrador, pero en ese momento no se me ocurrió ninguna.
Tras bajar dos o tres escalones, me envolvió la más completa oscuridad. La pálida luz del sótano no conseguía penetrar las tinieblas. El túnel se estrechaba a medida que descendía y, a duras penas, podía pasar mi cuerpo a través de él. Estaba muerto de miedo.
—¿Lee? —oí la voz de Kai encima de mí—. ¿Estás bien?
—Por supuesto —respondí, apoyando la frente en mis manos y tratando de sonar lo más tranquilo posible—. ¿Por qué lo preguntas?
—Porque parece que te falta el aire.
Kai tenía razón. Respiraba con dificultad.
—¿Es por la oscuridad o...? —empezó a preguntar Kai. Me cayó un poco de tierra encima y cerré los ojos.
—Por las dos cosas —contesté—. Al parecer, ahora tengo claustrofobia. Probablemente es un efecto secundario tras la experiencia de huir de un edificio en llamas a través de un túnel subterráneo. Si esto no te crea un trauma, no sé qué otra cosa puede hacerlo.
—Volvamos —decidió Kai. Y aunque no estaba dispuesto a hacerle caso, tengo que confesar que me encantó que lo dijera.
—Ni hablar. Estamos a punto de salvar el mundo. No hay tiempo para ataques de pánico.
Reanudamos nuestra marcha, peldaño a peldaño. No sé cuánto tiempo tardamos en llegar abajo. Me dio la sensación de que fueron horas. La tierra parecía haberse cerrado sobre nuestras cabezas.Finalmente el túnel comenzó a ensancharse y un breve resplandor atenuó la oscuridad. Cuando mis pies tocaron el suelo de tierra, me encontré con otro túnel más corto, de dos metros de largo por un metro de ancho. La luz provenía del final de ese túnel.
—La experiencia me dice que las cosas buenas no suelen brillar de ese modo —comentó Kai, señalando hacia el resplandor con una expresión rara en el rostro.
—Eso no es cierto —repliqué al mismo tiempo que empezaba a caminar hacia la luz—. Hay muchas cosas fantásticas que brillan en la oscuridad: por ejemplo, esas camisetas que se ven en los clubes nocturnos, y los chalecos que se usan para andar en bicicleta por la noche.
Kai rió y me cogió de la mano. Mientras avanzábamos sentí que un líquido frío goteaba sobre mi cuello. Me estremecí, pero traté de no darle importancia. La luz se hizo más brillante. Doblamos una esquina y un grito rasgó el aire. Me tomó unos instantes darme cuenta de que era yo la que había gritado.
Nos encontrábamos en una gran habitación de paredes de ladrillo. La luz procedía de una bombilla que colgaba del techo. Delante de nuestros ojos había una docena de niños. O mejor dicho: criaturas que alguna vez habían sido niños.
Sus ojos miraban sin ver y sus brazos colgaban rígidos a ambos lados del cuerpo, como si fueran muñecos mecánicos esperando a que alguien les diera cuerda. Kai murmuró algo a mis espaldas, pero no lo entendí. Tuve que hacer esfuerzos para no vomitar. Vi a Nick y a Daisy. Ella con el pelo desordenado y los labios entreabiertos, como si la hubieran congelado cuando estaba a punto de decir algo. Y detrás de ellos estaban Anna y Chaston. El glamour que habían utilizado para verse tan guapas como Elodie ya era historia. Parecían más jóvenes de lo que las recordaba. La tristeza me golpeó el corazón.
Me acordé del día que había bromeado con Nick en el jardín de Thorne. De cómo él miraba a Daisy y cómo ella se acurrucaba sobre él cada vez que se sentaban juntos.—Los tienen almacenados como si fueran cosas —advertí—. Sabía que no encontraríamos nada bueno aquí. Nadie usa un hechizo de protección para guardar la receta secreta de sus galletas preferidas. Pero esto me parece demasiado.
—Estoy de acuerdo —convino Kai en un susurro—. Esto es una pesadilla.
—Señaló con la cabeza a Nick—. Este es el chico que me atacó en el molino, ¿verdad?
—Sí. No sé qué habrán hecho para atraparlo.
Toqué la mano de Nick. Su piel estaba fría y parecía estar hecha de cera.
—¿Qué les habrán hecho? —pregunté.
—No lo sé.
Una magia oscura emanaba de esa docena de chicos. No había lugar a dudas: eran demonios, todos ellos. Su magia sumada a la mía volvía esa habitación irrespirable.
—Nunca pensé que iba a ser capaz de sentir lástima por alguien que trató de destriparme —confesó Kai con un suspiro.
—No fue él. Quiero decir, lo fue y no lo fue. Las Casnoff lo convirtieron en un monstruo. A él y a todos ellos —dije, señalando a todos los niños—. Y lo mismo harán con nosotros si se salen con la suya.
—Pues no vamos a dejar que eso suceda —repuso Kai pegándose a mí.
—¿Y cómo lo vamos a conseguir? —inquirí—. Mira a lo que nos enfrentamos, Kim. No podemos usar la magia, tampoco podemos escaparnos. Todo cuanto podemos hacer es jugar a Scooby-Doo en el sótano.
—Eso no es todo lo que podemos hacer, Kyungsoo.
Cada vez que Kai me llamaba por mi nombre, sabía que estaba a punto de decir algo importante.
—¿Qué quieres decir?—No eres el único que quiere detener a las Casnoff y salvar a estos chicos, o al menos aclarar este misterio para que nadie vuelva a crear monstruos.
—Por favor, dime que no estamos hablando del Ojo.
—Sólo quiero decir que tanto tú como el Ojo tenéis un objetivo en común
—puntualizó metiendo las mano en los bolsillos.
No sabía si sentirme estupefacto o enfadado o disgustado o las tres cosas a la vez.
—¿Es que hay una fuga de gas por aquí abajo o te has golpeado la cabeza? Es la única explicación que encuentro a un comentario tan estúpido.
—Oh, tienes razón, Lee —admitió—.Mi idea es ridícula. ¿Cómo se me ocurre proponerte combatir un ejército de demonios con un ejército de hombres bien entrenados? Tal vez podamos consultarlo con Nausicaa, a ver si nos da un poco de polvo de hadas para hacer desaparecer el problema.
—No seas estúpido.
—Pues tú no seas ingenuo. Esto nos queda grande, Kyungsoo. Esto es demasiado grande para cualquier Prodigium. Pero si pudiéramos trabajar juntos, entonces tendríamos una oportunidad.
—¿Qué quieres decir, Kim? ¿Quieres que le pida ayuda al Ojo? ¿Y qué crees que va a decirme? ¿Crees que después de terminar con los demonios no va a ir a por mí?
—Unos meses atrás también creías que las Brannick eran unas asesinas, pero por lo visto ahora no te opondrías a que te ayudaran.
—Eso es distinto. Ellas son...
—¿Tu familia? —preguntó—. El Ojo es mi familia.
—Pero tú no eres uno de ellos.
—Sí lo soy, Lee —contestó—. Y si no puedes hacerte a la idea, pues... — levantó las cejas y se frotó la nuca—, pues tú mismo.Kai se dio la vuelta y empezó a caminar hacia la salida. Yo me quedé mirándolo mientras se alejaba. Era difícil de creer que hacía sólo unos minutos habíamos estado besándonos y haciendo bromas. Sentí unas ganas irrefrenables de ponerme a llorar. ¿Es que no podíamos estar tranquilos y felices durante más de dos horas?
Regresamos a la superficie y esta vez me sentía demasiado triste y miserable como para permitirme sufrir claustrofobia. Cuando llegamos a lo alto, él me ofreció la mano para ayudarme a salir, pero yo la rechacé. Cerré la puerta trampa detrás de mí. Luego pusimos el estante en su sitio sin decir una palabra. Pasé por delante de él, camino a los escalones. No había llegado al primero cuando sus dedos aferraron mi muñeca.
—No quiero pelear contigo, Kyungsoo —reconoció.
Iba a decirle que yo tampoco quería pelear cuando vi con el rabillo del ojo que algo se movía cerca de mí. Acto seguido, mi brazo hizo fuerza por soltarse.
—Si realmente no quisieras pelear con el tal vez deberías reconsiderar tu sugerencia. ¿Cómo va a aliarse Kyungsoo con la gente que quiere matarlo?
—dijo mi voz.
Kai se volvió con tanta brusquedad que casi se tropieza. Nunca lo había visto tan asustado.
—Elodie, si quisiera hablar contigo —replicó recuperando la compostura—, iría a una sesión de espiritismo o a un episodio de Cazafantasmas. Pero ahora quiero hablar con Kyungsoo.
Elodie no tenía ninguna intención de callarse.
—Nunca fuiste gran cosa como novio —se sinceró ella—. Cuando me dejaste, me quedó claro que yo no te gustaba. Pero sé que Kyungsoo te gusta. De hecho, por mucho que me cueste aceptarlo, creo que lo amas.
«¡Cállate!», le ordené mentalmente -Ustedes se pasan el tiempo haciendo bromas estúpidas y tratando de hacerse los ingeniosos. Nesecitan un poco de realidad —nos aconsejó ella.—¿Qué es lo que te pasa? ¿Qué quieres decir? —preguntó Kai mirándome. O mirando a Elodie. Por Dios, qué lío.
—Cal está enamorado de el, ¿sabías? Y hasta donde yo sé, él no es parte de ningún culto de asesinos de monstruos. Lo que digo es que si cada uno de ustedes presta lealtad a cosas tan distintas, tal vez les haya llegado el momento de separarse.
No puede decirse que Elodie no supiera hacer una salida de escena espectacular. Lo siguiente que recuerdo es que caí en brazos de Kai.
Éste me cogió por la cintura y me levantó hasta la altura de su hombro.
—¿Kyungsoo? —dijo mirándome a los ojos.
—Sí —afirmé con voz temblorosa—. Estoy aquí. Kai me acarició.
—O sea, que no controlas los momentos en que Elodie te posee. ¿Cómo es? ¿Entra y sale de ti a voluntad?
—No creo que nadie sea capaz de controlarla.
—Bueno, de todas formas es impresionante —comentó él soltándome y metiéndose las manos en los bolsillos.
—Kai, lo que ella ha dicho… —empecé a decir, apoyándome en la barandilla para no perder el equilibrio.
Se encogió de hombros.
—El mayor poder de Elodie consiste en decir cosas odiosas y desagradables, no te preocupes. Probablemente deberíamos contarle a Luhan lo que hemos encontrado.
Ah, cierto. Acabábamos de encontrar un puñado de demonios. Eso, probablemente, era más importante que nuestros problemas de pareja.
Nos quedamos en silencio unos segundos antes de que Kai dijera:
—Vamos, Lee. —Me tendió la mano. Esta vez la tomé.~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Agradecería mucho que me cuentan,si llegan a tener algún problema para leer o ver los capítulos, se los agradecería mucho 🙏♥️
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Spell Bound [Kaisoo]
FantasyJusto cuando Lee Kyungsoo empezaba a aceptar sus extraordinarios poderes mágicos como demonio, el Concilio Prodigium se los arrebata. Ahora se encuentra solo, indefenso y a la merced de sus enemigas, las Brannick. O al menos así lo cree Kyungsoo, h...