58#•"Maratón P2"•

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JULIANA

—Entonces ¿en que quedamos?— Le hablé a Fiore, ella me miraba mientras estaba recostada sobre el cambiador— Tenes que dejarte cambiar— Le agarré sus manos— Sos muy inquieta.

Ella me miraba con una expresión cambiante, todo el tiempo le tenia que hacer muecas para que no llorara. Esa mañana Thomas y Luz habían ido a desayunar a casa, papá los invitó, era el abuelo mas feliz del mundo y la pequeña Fiorella ya era la consentida de todos.

—Pon tu pierna gorda aca— La terminé de vestir y la tomé en brazos, no sin antes comerle los cachetes a besos— Sos lo mas lindo que tengo en el mundo— Hizo una mueca de sonrisa como si entendiera lo que yo decía.

Bajé las escaleras y fui hasta la cocina, la nena ya estaba inquieta y quería ir con su mamá.

—Venga con mamá— Luz le tiró los brazos y la llevó hasta su pecho— Tu tía te cambio— Le habló con dulzura— ¿Te dejaste cambiar?— Estaba desesperada por comer.

—Es una glotona— Thomas la miraba embobado— Todo el día prendida al pecho de mamá.

Estuvieron toda la mañana en casa, lamentablemente me tuve que despedir antes porque era mi deber ir a trabajar. Cuando salí de casa me fastidiaba un poco el pensar en lo que tenia que caminar para llegar a la paradas de micro, sin duda me tenia que comprar un auto lo antes posible. Coloqué mis auriculares en mis oídos y comencé el camino, de vez en cuando giraba mi cuerpo, presentía que alguien me seguía y eso me asustaba un poco, a esa hora no andaba mucha gente en la calle. Apresuré mis movimientos, hace dos cuadras que un auto gris me seguía, aunque yo prefería imaginar que solo estaba haciendo el mismo recorrido que yo. ¿Cuanto falta para llegar? pensé, nunca se me había hecho tan lejos la parada. No faltaba nada para llegar cuando el auto me alcanzó y descaradamente circuló a mi derecha, miré de reojo, tomé aire e intenté parecer relajada. Escuche que el vidrio se bajaba, minutos antes había apagado la música, apreté mis ojos y suspire temerosa.

—Juliana— Mi corazón se detuvo en ese momento, no era un extraño. Giré mi cuello y confirmé que era Valentina quien me hablaba.

Mis músculos se relajaron, deje caer mis hombros y la miré tranquila.

—Valentina— Respondí contenta después del susto de mi vida— Eras tu— Me detuve y llevé una de mis manos a mi frente.

—¿Te asuste?— Detuvo el auto.

—Pense que  iban a secuestrarme— Solté el aire retenido y force una sonrisa— Pero después normal— Me miró preocupada.

—Lo siento yo...— Trató de explicar— No quería...creo que lo arruine— Se cuestionó bajando la mirada— Perdón.

—No es necesario que te disculpes— No me parecía grave— Todo lo contrario— Sus ojos brillaron, se veían mas celestes de lo normal— No sabes como me alegro de que seas tu— Embozó una sonrisa y nos quedamos en silencio— Digo, prefiero eso a que seas un secuestrador.

—No tengo cara de secuestradora ¿o si?— Su pregunta parecía ser seria.

—No— Le afirmé. Miré al frente y me di cuenta que se acercaba el micro— Debo irme.

—¿Por que?— Se bajo rápidamente y me detuvo— Yo puedo llevarte...por eso estoy aquí— Sin darme cuenta Valentina estaba tomando de mis manos— Quería acercarte, se que puede ser un poco...cansador ir en el micro.

—Esta bien— No había motivo para negarme.

Subí a su auto y Valentina lo puso en marcha, no sin antes haberle confirmado la dirección.

Ella, no él ▪Juliantina▪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora