Seis

4.6K 618 972
                                        

Su teléfono no paraba de sonar y lo quería mandar al demonio.

Tenia mucho sueño y quería seguir durmiendo. ¡Pero su jodido teléfono seguía sonando!

Al final se había dormido casi a las cinco de la mañana. Como no pudo dormir, acabó cogiendo el libro que estaba leyendo en ese momento y con la luz de lectura se lo leyó hasta que lo terminó. Y eso fue hasta las cinco de la mañana.

Con los ojos totalmente cansados y probablemente rojos por no haber dormido, se volvió a acostar y cerró los ojos dispuesto a dormir. Cuando al final consiguió el descanso que quería, se sintió pleno. ¡Pero su teléfono le interrumpía su preciado y ansiado descanso!

Gruñendo, sacó su mano de debajo de las mantas y tanteó la repisa encima de su cabecero.

Sin mirar quien era, contestó la condenada llamada.

—¿Quien demonios es?- murmuró dormido.

Se dio la vuelta quedando boca abajo y con el lado izquierdo de la cara apoyado en el colchón.

—Soy Yuu.

—¿Yuu?- preguntó dudoso luchando para no dormirse.— ¿Qué quieres...?

—¿Donde estás?

El rubio se quedó varios segundos sin responder.

—¿Tu que crees? Intento dormir.- se tapó un poco más al sentir un escalofrío recorrerle la espalda.— Que es sábado.

—... No te has olvidado de que hoy tenemos un partido de practica, ¿verdad?

—Nn...- se tapó la cabeza.— Quedamos en la escuela a las ocho. Hay tiempo. Déjame dormir.

—Son las nueve.

En ese momento, Atsumu abrió los ojos de golpe sintiéndolos hinchados y se apartó el teléfono de la oreja.

Efectivamente, eran las nueve y dos minutos de la mañana. Llevaba una hora y dos minutos de retraso.

—Mierda...

—Tienes media hora para venir al Aoba Johsai. Y más te vale venir antes. Chikara está demasiado enfadado.

Sin poder articular respuesta, el libero le colgó la llamada y el se quedó mirando a la pantalla como un estúpido.

Le dio al botón para desbloquearlo viendo en grandes números 9:04 y veinte llamadas perdidas. Todas de Nishinoya.

Maldijo en todos los idiomas que conocía y se levantó de su cama. Salió corriendo de su habitación y fue al baño para lavarse la cara. Abrió el grifo y llevó las manos bajo el chorro. Dejó que se llenaran de la fría agua y se mojó la cara. Agarró la toalla a su derecha y se secó los restos de agua y humedad. Alzó la vista viendo las enormes ojeras debajo de sus ojos y suspiró pesado.

Sin embargo, los abrió de sobremanera al ver eso.

—Oh no. No, no, no, no, no, no, no, no, no. Esto es una desgracia.

Abrió cada cajón del mueble del baño sin encontrar lo que quería. Santa mierda... ¿Se lo había dejado en Hyogo?

Sin eso, no pensaba salir.

No.

Jamas.

Nunca.

Corrió de nuevo hacia su habitación y se tiró en su cama. Agarró su teléfono y volvió a marcar al libero.

Al segundo timbrazo, le contestó.

—¿Ya estás cerca?- le dijo nada más contestar.

—No voy a ir. No puedo.

Yo... ¡¿En Karasuno?! (AtsuHina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora