Trece

3.8K 435 706
                                        

—¿Qué tal si llevamos estas?

—No.

—Aww, vamos. Son con sabor a jamón.

—Noya-san... Ya tenemos lo que debíamos comprar, ¿por qué seguimos aquí?

Nishinoya desde su metro sesenta de altura miró el ceño más que fruncido de Kageyama.

No iba a decirle que estaban perdiendo el tiempo para que así Hinata y Atsumu se devorasen el uno al otro como un muerto de hambre hacia un pedazo de carne. Al menos tenia que hacer tiempo para que se metiesen mano lo suficiente para quedar con ganas de más si llegaban a interrumpir. Puede que al principio quisiese perder el tiempo cuando habían conseguido los futones, pero cuando sus marrones ojitos se habían fijado en los diferentes paquetes de papitas de la tienda, si o si tenia que comprar uno.

Y la verdad, no sabia por cual decidirse. Habían tantos sabores.

Papitas de queso. De pollo. De ketchup y mostaza. De vinagre. De crema de cebolla. Etc.

Pero las que más llamó su atención fueron las de jamón. Esa cosa debía de estar condenadamente rico y debía probarlas. Pero los demás sabores eran igualmente deliciosos y era por ese motivo que no sabia cual elegir.

—Kageyama...- puso su mano en el hombro.— ¿Cual es la prisa?- cuestionó.— Se un buen kohai y ayuda a tu senpai a elegir unas ricas papitas.

El pelinegro le miró sin emoción alguna en su rostro y se giró.

—Me voy primero. No se tarde eligiendo sus papitas.

Oh mierda.

La persona clave para que Hinata y Atsumu se metiesen mano se le escapaba y no había podido mi escoger las papitas.

¡Esto era una tragedia!

Esto no era ningún sueño ¿verdad?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Esto no era ningún sueño ¿verdad?

Él estaba en su casa sentadito como niño bueno en el sofá y Hinata estaba sentado encima suyo con sus piernas a cada lado de su cadera y con su redondo trasero casi rozando su ya dura erección.

Si esto realmente era un sueño no quería ser despertado. Y si no lo era, quería que ese momento se congelase para poder apreciar con más detenimiento las mejillas sonrojadas del pelinaranja y como su cuerpo temblaba ligeramente por las ansias de lo que sucederá.

Hinata se inclinó despacio hacia el frente y podía sentir su aliento mezclándose con el suyo. Sus respiraciones eran una e inevitablemente llevó sus manos a las caderas del menor haciendo que este diese un bote de la sorpresa y fuese a parar en su erecto miembro sacándole un gemido.

Sus mejillas se pusieron realmente calientes y sentía que en ellas hasta podría freír un huevo.

Hinata se sintió igual de avergonzado al sentir aquella cosita pinchándole en el trasero, pero internamente estaba feliz porque había conseguido lo que Oikawa no: excitar a Atsumu.

Yo... ¡¿En Karasuno?! (AtsuHina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora