—Ngh... Ah, Shouyo... H-hazlo más duro.
—L-lo estoy haciendo duro.
—No es verdad... Ah~- apretó sus ojos el rubio.— Apenas y lo siento.
—Entonces, ¿a si te gusta?
—Ah, si~- asintió.— M-más Shouyo...
—¿Qué clase de tortura le está haciendo Hinata a Miya-san, Kenma-san?
Kenma miró con indiferencia al mitad ruso y se volvió a centrar en su consola.
Atsumu y Hinata giraron sus cabezas y le fruncieron el ceño a Lev por decir que aquello era una tortura cuando no era así.
—Le estoy haciendo un masaje en las piernas.- dijo el pelinaranja.
—Lev tiene razón.- habló esta vez Nishinoya que se secaba el pelo con una toalla.— Era más una tortura que un masaje.
—¿No cree que se parece a lo que hicieron en Hyogo?- dijo Kageyama mientras se inclinaba hacia adelante estirándose.— Solo que ahora no gritaban.
Hinata y Nishinoya se avergonzaron por aquello y se sonrojaron como tomates maduros. Atsumu por su parte sonrió divertido al recordar aquel momento tan alto de temperatura. A Kageyama no le importaba aquello realmente.
Por otro lado, Lev inclinó su cabeza hacia la derecha como un perrito confundido al no entender aquello. Kenma miró a su amigo pelinaranja con una ceja alzada. Él no sabía nada de aquel viaje a Hyogo y podía imaginarse lo ocurrido. Necesitaba explicaciones. Inuoka, que era el único de Nekoma allí junto a Kenma y Lev, estaba igual de confundido que el chico alto. Los de tercero de Karasuno prefirieron girarse e ignorar lo que hacían la pareja. Vivir en la ignorancia era lo mejor.
El par de primer año eran tan inocentes que ni sabían de lo que hablaban.
Y Tsukishima no quería desperdiciar el momento.
—No sabía que le gustase duro, Miya-san.
Atsumu sonrió.— Me encanta. Tanto darlo como recibirlo.- subió y bajó las cejas.— ¿Quieres probarlo?
A Tsukishima se le colorearon las mejillas y se giró para meterse en su futón ignorando la vergüenza que sentía.
Atsumu bufó divertido. A aquel chiquillo le faltaban al menos cien años para avergonzarle de esa manera con comentarios ácidos como esos. Por favor, él era Miya Atsumu.
—¿P-pero por qué se encuentra así, Miya-san?- preguntó Yamaguchi intentando normalizar el ambiente.
—Me emocioné demasiado en las prácticas.- dijo apretándose los muslos con sus manos.— Esto no me pasaba en Inarizaki.- confesó.— Puede que Kita-san me controlase.
—Pues dame su número para controlarte. Suficiente tengo con los dúos problemáticos de segundo y tercero.- le dijo Ennoshita.
—Qué cruel Chikara.- se cruzó de brazos Nishinoya.— Tanaka y yo no damos problemas.
—¿Está seguro de ello, Noya-san?- preguntó Kageyama que seguía en sus estiramientos.
El libero infló sus mejillas y apartó la mirada del pelinegro. No porque quisiera.
Era que de repente, ver como los músculos de sus piernas se tensaban igual que el de sus brazos al estirar como los de su espalda al inclinarse hacia el frente, le hacían sentir nervioso. Y aún no había encontrado respuesta para aquella pregunta del porque era aquello.
De repente, sonó el teléfono de alguno de los chicos de la habitación, y todos se miraron entre ellos para ver de quien era.
Atsumu miró su bolso y estiró su mano intentando alcanzarlo. No lo hacía. Movía sus dedos para ver sin con aquello el bolso llegaba hasta su mano de alguna forma, pero sin intentarlo siquiera. Sabía perfectamente que ese teléfono que sonaba era suyo. Conocería ese sonido hasta debajo de las piedras.

ESTÁS LEYENDO
Yo... ¡¿En Karasuno?! (AtsuHina)
FanfictionDespués de las nacionales, la familia de Miya Atsumu se derrumba tras el divorcio de sus padres. Su hermano Osamu se va con su padre, y él con su madre. Pero nunca creyó que se acabarían mudando a la ciudad natal de su madre y que él entraría al Kar...