Siempre ha sido ella // Anahug

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POV ANAJU

Era primavera pero el viento de Madrid abrazaba mi cuerpo haciendo que tuviese la piel de gallina.  Llevaba como 3 horas sentada en el portal de la casa de Hugo, esperando que en algún momento decidiera aparecer. Había pensado que había cancelado la cena porque tenía que trabajar en casa o algo pero mis suposiciones eran erróneas.

No me había cogido el teléfono cuando le llamé para saber si todo iba bien, y me pareció raro, él siempre me devolvía las llamadas, nunca me había ignorado una llamada.

Estaba repasando todo lo que había pasado estos últimos días y no encontraba nada para su cambio de comportamiento, había hablado con Ana para saber si había pasado algo en la familia y ella había negado cualquier posible accidente.

Levanté la mirada al ver como el coche de Hugo aparecía y la barrera de su casa se abría, nuestras miradas chocaron pero yo tan solo pude mirar fijamente al acompañante que había en el coche, Julia.

Me quedé estática en mi sitio, intentando encontrar cualquier excusa por la que estaban los dos juntos en el mismo coche a estas horas. El corazón me iba a mil, los nervios me estaban comiendo por dentro y yo tan solo quería que no hubiese vuelto a tropezar con la misma piedra.

Me metí dentro del recinto y vi como los dos bajaban del coche cada uno por su lado, a ella no le bastó ni un segundo para ponerse a su lado y besarlo. Lo peor es que él no se apartó, la cogió de la cintura y la besó con una sonrisa en la cara, así como lo hacía conmigo, la rodeaba como rodeaba mi cuerpo y eso me dejaba rota.

Se fueron separando poco a poco, y me acerqué un poco más, intentando encontrar respuestas, quería que él me dijese que había pasado, como habíamos pasado de nadar en miel a que sus besos dejaran de ser míos.

Pude ver como iba a su oreja y le susurraba algo para después morderle el lóbulo, y otra vez se rompió algo en mi. Ella me miró con una sonrisa, me guiñó el ojo y se fue hacia dentro de la casa moviendo sus caderas lo máximo posible.

La noche de Madrid dejó una gran tensión y él poco a poco se fue acercando a mi, podía notar una gran pesadez y lo peor de todo es que no me gustaba lo que estaba sintiendo a su lado, nunca me sentía incómoda y ahora era lo único que podía sentir.

Nos quedamos los dos a un metro de distancia mirándonos fijamente, esperando a que alguno dijese algo, yo tan solo estaba mirando sus ojos intentando encontrar algo a lo que agarrarme, pero después de tanto tiempo no sabía leerlo.

- ¿Por que?

Fue lo único que fui capaz de decir

- Los dos sabíamos que esto iba a pasar -y ahí estaba el Hugo chulo, el que odiaba con todo mi ser, pero que a la misma vez lo quería, porque así era, no había nada de él que no me pudiese gustar

- ¿Qué sabíamos? ¿Qué ibas a volver con ella cuando estábamos empezando algo?

- Ana -no me gustaba la manera en que había pronunciado mi nombre- ya lo dijimos que lo que estábamos haciendo era todo un papel, yo quería casarme con ella y así será

- ¿Así que de aquí un mes te casas? -asintió

- ¿Vendrás, no?

Y ahí estaba mi decisión, separarme de él, de la boda, de todo o ir, ser tan solo una fiel espectadora y estar a su lado toda mi vida siendo tan solo su amiga.

Todos los recuerdos que había vivido estaban volando por mi cabeza de manera fugaz, intentando encontrar algo para negar mi asistencia a su casamiento, y había un argumento, claro y conciso.

Que estaba enamorada de él y no quería ver como se casaba con otra que no fuese yo.

- Claro -un nudo se hizo en mi garganta- soy tu mejor amiga, no me puedo perder uno de tus días más importantes, nunca lo he hecho y no lo haré ahora.

Y mi dignidad había caído en picado, tan solo por él, porque sabía que esa chica se estaba aprovechando de él, y yo tan solo me podía quedar a un lado esperando a recogerlo del suelo. No tenía porque hacer, nunca le había jurado amor eterno pero le quería tanto que si eso significaba tener que comerme mi orgullo lo haría una y mil veces sin ninguna duda. Si tenía que quedarme en el grupo de la amistad lo haría, porque prefería tenerlo en mi vida que no tenerlo nunca más. 

- ¿Entonces todo bien? -se rascó la nuca, y eso me indicaba que estaba incómodo

- Claro, los dos sabíamos que esto era un juego, ya nos hemos quitado las ganas y podemos volver a ser amigos como siempre lo hemos sido. -no me creía ni yo misma lo que estaba diciendo- Esto nos ha servido para ver que tú y yo no somos la persona del otro, ha estado bien intentar algo para el recuerdo -nuestras risas fueron más falsas que un billete de 3 euros

- Sin ninguna duda gané el día en que conocí te conocí, estoy tranquilo al saber que cada uno sabe cual es su sitio y que no haya malentendidos

Nos volvimos a quedar callados mirándonos, esperado a que alguno de los dos se despidiese pero al contrario estábamos ahí sin contar el contacto entre nosotros.

- Bueno yo -señaló hacia la casa

- Sí, perdón -me toqué los dedos y noté como llevaba el anillo- será mejor que te lo devuelva

Me acerqué y le puse el anillo en la palma de la mano y aguantando mis lágrimas le cerré la mano dejando bien claro que nuestro destino siempre estaría en sus manos.

Porque yo lo sabía, sabía que siempre le iba a esperar, sabía que por muchos años que pasen siempre iba a estar a su disposición, daba igual de que manera pero toda mi vida estaría a su lado, toda mi vida estaría esperando a que él cogiera un día y me jurara amor eterno, una cosa que sabía que no iba a pasar porque su corazón nunca me iba a pertenecer.

Me giré poco a poco y me fui hacia la calle, no me quería girar, mejor dicho no podía, no ahora, porque sabía que si me giraba le iba a pedir me eligiese a mi y sabía que mi dignidad iba a ser destruida para toda la vida.

Llevé una mano rápidamente a mi cara y me quité esa lágrima que estaba a punto de caer de mi ojo, pero no me lo iba a permitir, no podía hacerlo, ahora mismo tenía que ser fuerte por él y por mi, por mucho que estuviese rota me tocaba sostener mis pedazos y no dejar que se escaparan entre mis manos.