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Era una tarde como cualquier otra, Sam hacia algo parecido a una carta, pues días antes Joaquín y ella habían comenzado a arreglar el pinito de navidad, como todos los años lo ponían desde días últimos de octubre para que la magia de la navidad durará tres meses en su casa.

Entretenida en su hoja con sus colores tomando su malteada tibia, el clima no era el mejor, había estado lloviendo y el aire era frío.

Joaquín acomodaba los trastes que acababa de lavar.

Era de contarse que los días alado de Emilio habían sido pesados, comenzando desde que le peleó algunos papeles que tenía que llevar a la oficina.

—Yo le haré de comer a mi hijo, si dejas de estorbar?— dijo Niurka cuando entro a la cocina.

También la persona que decía ser su suegra comenzaba a apoderarse de su casa, el único lugar donde se suponía el debería tener la última palabra.

Vio la hora en el reloj, tenían consulta con Sam en el consultorio de Azul.

—Andando amor, tenemos cita, después podemos pasar a comer o a comprar la nueva colección de moñitos que han salido para peinarte.— acaricio el cabello de su hija.

Sam giro a verlo con media sonrisa.

—Podemos pasar de regreso a la oficina de papá?—

—A papá jamás le a gustado que vallamos ala oficina, lo haz escuchado nena, perdón pero ahí no podemos ir, quizá podemos ir con Azul a las pizzas.—

—Esta bien, pero los moñitos son de todos los colores verdad?— sonrió con esa linda sonrisa que lo motivaba día con día.

—Colores neón vienen incluidos.—

—Entonces vámonos.— tomo a panchito con ella, y salió de la mano de su papi.

Joaquín tomo las llaves de su coche, tomo la mochila de Sam y salieron de su casa.

Niurka paseaba por toda la casa, vio la puerta del cuarto de Joaquín abierta, entro sin recordar que era mala educación.

Esculco sin buscar nada, viendo que cosas tenía Joaquín, abrió el clóset y de arriba cayó una caja con unos papeles.

Certificado de muerte fetal— se dijo para ella misma, tapo su boca al ver lo que tenía en sus manos.

Siguió leyendo y lo que veía ni lo creía.

Joaquin ya no podía tener hijos.

Escucho unas llaves y guardo todo lo que encontró dejándolo como antes, salio de ahí, y al bajar encontró a Emilio, quién se veía frustrado.

—Hola corazón como te fue? Cómo está Talía?— pregunto dándole de besos a su hijo en la mejilla.

—Por favor, no menciones a Talía aquí.—

—Como está Eduardo bebé?— pregunto socarrona Niurka, ignorando lo que su hijo había pedido.

—Bien con trabajo, tenemos que sacar nuevas ideas para ubicaciones, estoy que me lleva la fregada nada se nos ocurre.—

—Vendran mejores ideas amor, hice tu comida favorita.—

—Y Joaquín, donde está la niña?— pregunto Emilio al ver el silencio total de aquella casa.

Un Ángel Llora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora