25 B

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La llamada del laboratorio entro a su teléfono, olvidó también que las pruebas de ADN salían esa tarde, su corazón y su pecho se oprimían más, pues no sabía aún cuál era el resultado real. En camino al hospital bajo corriendo y llevo consigo esos análisis. Suspiro fuerte, odiaba que el tráfico existiera.

No había luces de Emilio, mucho menos de Joaquín.

Después de dos bebidas más, se puso de pie y salió de ahí, despidiéndose de Adrián, habían echo un trato. Virginia conocería a su verdadero padre y Adrián le ayudaría a hacerse de todo el imperio de los Osorio.

Prendió su teléfono y al encenderlo Azul le llamo. En cuanto la escucho su corazón se aceleró, la ebriedad se le bajó en cuanto estuvo en su auto, manejando lo más rápido posible, tenía que llegar a lado de Samantha. Sus lágrimas y nervios aumentaban. Maldijo cuando el semáforo marco el alto.

Emilio en cuanto llego no acomodó el auto y subió lo más rápido que pudo, se veía realmente preocupado, llegó hacia Diego preguntando que era lo que había sucedido.

—Diego, y Sam, cómo está, donde está quiero verla.— dijo desesperado en un grito.

—No nos han dicho nada Emilio, estamos esperando respuestas.— hablo Renata detrás de él.

Giro al escuchar unos pasos apresurados, conocía esa caminata, era Joaquín, quién llegó hacia su familia preocupado.

El coraje de Emilio estallo, y no dejo siquiera que Joaquín hablara, por qué estampó su mano en su mejilla.

—Esto es culpa tuya, si hubieras cuidado bien de Samantha, a mi hija la atropelló un auto, y tú bien gracias junto a tu amante.— grito Emilio.

Joaquín sobo su mejilla, se quejo de dolor, Emilio bufaba de coraje, sus puños estaban presentes. Joaquín no lo pensó dos veces por qué le devolvió el golpe.

Diego trato de tranquilizarlos, pero todo era un puto caos. Cómo siempre.

—Tu dejaste plantada a Samantha, ella tenía que irse contigo. Si de culpables hablamos ese eres tú.—

Los guardias del hospital al escuchar el escándalo fueron hacia ellos, advirtiéndoles que si seguían así, los tendrían que sacar sin acceso a visitas.

Después de algunas tomografías, el neurólogo pediatra no tuvo otro remedio más que de decirles la verdad a la familia.

Todo fue rápido en menos de media hora, el doctor dio indicaciones, desde que la ambulancia anuncio el accidente comenzaron a preparar todo, en cuanto llego, entro al área de neurología.

Samantha estaba grave, pues ella estaba en coma, los golpes que recibió en la cabeza fueron demasiado fuertes. Su brazo estaba quebrado y su pierna igual, su tabique desvío y su quijada se quebró.

El doctor la veía con preocupación, pues el sangrado no paraba de su nuca, tampoco el de su nariz.

—Comienza a sangrar por la boca.— expreso uno de los doctores que revisaba sus pupilas. — Sus pupilas tampoco responden.—

Ninguno de sus papás había llegado al hospital, Diego y Renata no sabían que más hacer, Elizabeth estaba nerviosa y solo rezaban junto a Juanita.

Dentro de terapia intensiva, la máquina que estaba conectada a su ritmo cardíaco, comenzó a sonar poniendo las líneas en forma horizontal, el pitido llegó, su cuerpo colapso en una convulsión, trataron de reanimarla, pero el corazón no resistió.

Un Ángel Llora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora