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El viernes había llegado. Emilio suspiro frustrado pasando una mano por su cabello, en la reunión con todos los socios, solo se hablaban de autos, innovación y de empresas embajadoras de China, su cuerpo estaba en esa reunión pero su pensamiento en otro lado.

Solo entendía que si firmaban el contrato con China, la empresa Osorio crecería el doble. Sus asesores y su gente de confianza trabajaban en ello, los socios decían que sería buen contrato que solo la firma de Emilio bastaba.

Todos se despidieron y salieron de ahí, camino rumbo a su oficina, y recibió un grato saludo de un empleado de limpieza.

—Buen día Emilio..— saludo emmanuel. Quién limpiaba los pisos.

—Hola Textos, que tengas buen día..— dijo para darle una palmada en su hombro y camino hacia su oficina con  Barquín pisandole los talones.

Eduardo cerro de un portazo la puerta y fue directo al bar en busca de unos tragos de whisky.

—No entiendo del por qué siempre saludas a ese chico de limpieza, deberías cuidar tu imagen Emilio..— dijo cuando daba un trago a su bebida.

Emilio rodó los ojos y lo miro mal.

—Solo soy amable con mis empleados Eduardo, eso es todo, por cada empleado que tengo aquí, es por quién tengo todo lo que tengo..—

—Que doble moral eres amigo, pero en fin, como sea, a quien de los dos vas a llevar a la reunión..— dijo su amigo cuando se acercó a darle su copa.

Emilio se recargo en sus codos y solo veía a su amigo; Emilio no tenía ganas ni de hablar de nada.

—A quién crees tú?—

—A Talía?—

—No, a Joaquín, sabes que a Talía no la puedo presentar ante nadie que sea de la empresa o con socios..— dijo suspirando pesado.

—Ya te entiendo, Joaquín, y el... Va a querer ir?, Digo no es como que lo que tenga que ver con la empresa le interese, si  embargo Talía a estado ahí.— dijo su amigo, parecía estar atento a todas las respuestas de su amigo.

—Quiera o no, tiene que ir, debe hacer lo que yo le diga..— respondió recargandose en su asiento.

—A veces ya no se por que estás con el si ya no lo quieres..—

—No eres nadie para suponer nada en mi vida, si estoy con quién quiera estar a nadie debe importarle.— dijo Emilio, viendo con seriedad a su amigo que se estaba entrometiendo de más en su vida.

—Bueno amigo, yo solo te digo que deberías cuidar más esos rasguños  y golpes, en tu cuello y en tu cara, digo no es como que dejaras a Talía marcarte o si? Y esos rasguños no son de una noche de sexo desenfrenado, son rasguños de autodefensa, no te hagas que se lo que le haces a Joaquín, y yo no soy nadie, pero deberías de pensar en ella, piensa solamente en ella, no dices que comienza a tenerte miedo, que ya no deja que te acerques a ella? Y que ya no te espera ni te llama a qué le leas un cuento? Emilio es por ella, deberías de pensar solamente en tu hija.—

Y Barquín tenía razón; Sam ya no lo esperaba mucho menos le hablaba como antes. Sus bracitos ya no lo esperaban en la tarde para abrazarlo, tampoco existían ya los besos en la frente, mucho menos los peinados locos de la niña. Las risas y juegos con ella habían estado desapareciendo poco a poco.

Un Ángel Llora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora