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Talía, Talía aventaba todo a su paso, estaba molesta, muy molesta, estaba furiosa por qué Emilio no se tentaba el corazón por ella, comenzaba a golpearla, no se ponía a pensar en que ella cargaba a su hijo. Pero su coraje estallo cuando Emilio compro una casa en Nueva York diciendo que se iba del país con Samantha, y por obviedad ella quería estar ahí, pero Emilio se negó.

—Debes hacer algo, yo pertenezco alado de Emilio, soy madre de su hijo.— grito contra Niurka.

Niurka estaba sentada, cruzada de piernas bebiendo de su café, reía hipócritamente contra Talía.

—No e visto ningún anillo en tu mano, tampoco Emilio me a dicho que eres parte de el. Ten cuidado.—

—Pero somos amigas, tu me debes ayudar, te daré un nieto.—

—Eres tan ingenua estúpida querida, crees que somos amigas?— la barrio con la mirada, alzando su ceja, un escalofrío recorrió toda su piel, Niurka era demasiado dura.

—Tu dijiste que somos amigas.—

—No querida, yo no tengo amigas, tu eres una de las tantas pendejas que caen rendidas ante mi hijo.— le guiño el ojo y seguía con toda la tranquilidad del mundo.

—No me retes, por qué puedo ser tu enemiga.— hablo talía amenazándola.

—Si quiero puedo borrarte de la vida de Emilio, así como lo hice con Joaquín, por qué e visto que también Sofía anda detrás de él, conmigo no te metas.—

Niurka soltó una risa hipócrita y tomo por el cuello a Talía.

—Solo una última cosa te digo, ese niño no es de Emilio, por qué no vas y le explicas a Eduardo que no podrán quedarse con mitad de las acciones?—

La soltó y salió de ahí, dejando a Talía mucho más enojada.

Ella se había echo un mundo con Emilio, una familia, y ella quería ser la señora de Osorio Marcos, por qué ese apellido convinaba con el de ella, por qué ambos se amaban y tendrían un bebé, y ese bebé tendría que ser el único en la vida de Emilio, aunque primero debía alejarlo de Samantha.

No le importaba que tanto iba a sacrificar, pero daría todo por qué Emilio se casara con ella.

Los hombres de Emilio escoltaban cada esquina de la avenida en donde se encontraban desayunando, avisando si veían cualquier movimiento sospechoso de la policía.

No, no era un narco, mucho menos parte de la política, era un joven que heredó la empresa de su padre y ahora el estaba a cargo, solo se cuidaba que la policía no llegara por la luz de sus ojos.

Samantha estaba feliz, disfrutaba de aquel omelette y de su jugo de uva, Emilio había llevado a disfrutar de un rico almuerzo a su primor, antes de que el avión despegará. Tenían todo el día, su primer parada sería mañana a primera hora, en un hotel de muy buen prestigio.

-Papi, y mi papito irá con nosotros?- pregunto Sam cuando embarraba sus papás de ketchup.

Emilio la vio le sonrió y negó.

—Es solo un viaje para nosotros dos, tú y yo, sin interrupciones.— dijo y beso su cien.

La niña feliz, estaba disfrutando estar con su papi, contándole todo lo que había en casa de su abuela.

—papi, yo extraño vivir contigo, pronto regresaremos a la casa? Ya no habrá plagas verdad?—

—Viviremos juntos mi amor, por qué te irás conmigo, lejos, solo tú y yo. Anda come amor, por qué iremos a cambiar tu uniforme.—

Un Ángel Llora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora