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Primera parte 6/6

Emilio corrió y detrás de él venía textos, subió a su auto acelerando todo lo que daba el motor, necesitaba llegar rápidamente, seguramente su chiquita estaba asustada, o tal vez con hambre, no sabía si ya había tomado agua o no.

Maldito egoísmo de Joaquín, al escuchar hablar a Juanita, solamente dijo. "Si te la vas a llevar, regresala temprano, si es que quieres verla mañana".

Elizabeth, lo regaño, haciéndole ver qué tan grave estaba el asunto, Diego llamo a Nikolas para que se encontrará con Emilio en la comandancia, Renata estaba desesperada, subió a la habitación de su hermano y lo metió a bañar con el agua helada para que al menos reaccionara.

—Y Sam papi?— pregunto Gigi hacia Diego cuando esté bajaba las escaleras corriendo junto a su maletín.

—Iremos por ella, ve a ver televisión amor, o ve con Samay, ahorita regreso.— dijo y salió de la casa.

Joaquín seguía en su mundo, gruñó cuando el agua helada se colo en su ropa y cuerpo, reaccionó para apagar la regadera.

—Que te pasa estúpida?— le gritó a su hermana que estaba en el marco de la puerta.

—El único estupido aquí eres tú, mira que dejar a la niña sola en el colegio, al menos me hubieras llamado, pero no tienes ni si quiera esa decencia, mírate ni preocupado estás por si ya comió, Samantha no a tomado su medicina desde hace días, sabes que eso está muy mal.— grito Renata hacia el.

—Pues que se la de Emilio, no que "super papá" "papito" "héroe" de Samantha pues que el se encargue de eso con ella, todos vienen y me apuntan a mi, y sabes que vive y déjame vivir, deja de meterte en mi vida.—

Empujó a Renata fuera de su habitación y regreso a bañarse.

¿Qué diablos sucedía con el?

Una vez listo, fue hacia su cama, se recostó tapando su cabeza con una almohada, perdiéndose entre los sueños.

Sam se encontraba sentada en una esquina, la secretaria del señor juez le había dado algunas galletas y un jugo, mientras Nikolas y Pablo, se encontraban adentro con el juez hablando y negociando, Samantha tenía que llegar a su casa, pues el señor juez había mandado llamar a los directores de la casa hogar donde había pensado en enviarla, y tal vez, esa misma tarde se la llevarían.

Era tarde y ella seguía sin entender por qué su papito jamás llegó por ella, mucho menos había intentado buscarla. Frunció su ceño, intentando escuchar que decían detrás de la puerta, pero también sentía sus ojitos claros picar de las lágrimas que querían salir. Se sentía triste, Joaquín había prometido regresar por ella y no lo hizo, su papito estaba cambiando mucho y eso la ponía muy mal.

Escucho un par de voces hablar en recepción, quiso salir, pero la chica del servicio social le dijo que terminara de comer y que después jugarían. La chica trataba de hacerle plática pero en su timidez, solo respondía lo básico; ella no sabía que hablar con alguien que no fueran sus papás, sus tíos, sus primos o Manuelito.

—Pero es mi hija, ella está ahí dentro.— su corazón latio a mil por segundo por qué esa voz la conocía a perfección, Emilio habían ido por ella.

—No tengo autorizado que entre, solo permítame, cuando el señor juez salga de la reunión, yo le llamaré, la niña se encuentra bien, le hemos ofrecido un paquete de galletas con jugo.—

Un Ángel Llora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora