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El primer juicio había terminado dejado inconclusos varios temas, tal vez, el tiempo se desperdicio entre ambos chicos peleando en cada argumento.

El juez había ordenado a Joaquín análisis para saber sobre el consumo de los analgésicos, también había ordenado que Samantha viera a Emilio cuatro veces a la semana, su próximo juicio sería dentro de veinte días para saber cómo iba todo su proceso. Por qué al paso que iban, el juez había visto muchas injusticias por parte de ambos chicos, ambos chicos tenían muchas culpas.

—Me estoy desesperando, no puede ser, dijiste que Emilio no vería a Samantha, y mira se la otorgo el juez.— Joaquín estaba desesperado, quería tomar las pastillas, pero le fueron confiscadas y ahora solo le quedaba la ansiedad, y desesperación.

Samantha veía a su papá llorar de desesperación y su corazoncito latía por qué no sabía cómo ayudarlo.

—Tranquilo Joaquín, tú llevas delantera, vamos a ganarle.— Diego trato de animarlo, pero el se negaba a escuchar.

Aventó todo, y se encerró en su habitación, tomando de la botella de licor. Ella corrió detrás de él, pero la puerta azotó casi en su carita.

Su semblante se torno triste, triste por qué su papito estaba sufriendo, pero otra mitad de su alma estaba feliz por qué al día siguiente su papá Emilio pasaría por ella.

Después de estar sentada mucho tiempo afuera de la habitación de Joaquín, escucho la perilla abrirse.

Sam se emociono al escuchar que Joaquín por fin iba a salir, pero se espanto cuando escucho como reventaba el espejo del tocador, entro rápidamente junto a panchito en sus manos y vio a su papito sangrando de las manos, con muchas lágrimas.

—Papi estás bien?— pregunto en susurro caminando con cuidado.

—Si Isabell, yo siempre estoy bien, siempre estoy perfecta y estúpidamente bien, por qué debería estar triste o por qué debería romper el espejo del tocador, de felicidad?— grito contra la niña.

Samantha al escuchar el tono en el que le hablo su papá se espanto mucho más que cuando Emilio la regañaba. Joaquín jamás le decía Isabell.

—Papi no me hables así.—

—Dime una cosa Samantha por qué quieres más a Emilio, por qué lo quieres cuando el jamás a estado ahí contigo cuando yo sí, por qué te empeñas en verlo, que acaso eres tonta, no sabes cuánto daño nos a echo, por qué te empeñas en siempre hacerme menos.—

El alcohol se aprovechó de su cuerpo y mente, las palabras lo traicionaban, de tanto que le gritaba a la niña, Elizabeth subió para ver por qué su hijo gritaba tanto.

Su madre se sorprendió demasiado al ver vidrios por todos lados, ver a Joaquín de nuevo en ese estado de ebriedad, y ver cómo Samantha solo veía al suelo mientras lloraba.

—Yo te quiero papi, no digas esas cosas.—

—Tu no me quieres Samantha, siempre e tratado de darte todo, cambie mi vida por ti, aguante tanto por ti, para que tú vengas y le chilles a Emilio, eso no se hace, y te voy a decir una cosa, Emilio va a tener......—

—Joaquin cállate, no sabes lo que estás diciendo cállate.— grito Elizabeth, Renata entro para llevarse a su sobrina, y su madre se encargo de su hermano.

Un Ángel Llora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora