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Elizabeth al verlo, casi se desmaya, Renata lo que hizo fue querer limpiarlo, pero Diego le dio indicscion de que no lo hiciera.

El buffet de Diego llegó, Nikolas junto a su asistente comenzaron a tomar fotos de cada uno de esos golpes que traía, Diego anotaba la narración de Joaquín.

Una pequeña veía detrás de él sofá, en silencio veía lo que pasaba, asustada por qué su papi tenía mucha sangre, Gigi se acercó a ella.

—Hermanita vamos a jugar ven vamos al patio.— dijo la pequeña Gigi, la pequeña de apenas cinco años veía a su prima triste, y si su hermanita con sonrisa de Luna lloraba, la pequeña Gigi lloraba junto a ella.

—No tengo ganas Gigi, mejor hay que dormir.—

Sam estaba asustada, y su refugio para olvidar aquella escena era solo durmiendo, pero ni así se salvaba, por qué sus sueños la traicionaban y terminaba por hacer del baño en su cama.

—mama Eli en tu reloj que números marca la hora?— pregunto Sam mientras abrazaba a panchito junto a ella.

—Las ocho con veinte minutos amor.— Eli vio a su nieta y la quería meter en una cajita de cristal para protegerla siempre.

—Papá ya habrá llegado a casa, ya me quiero ir a mi casita, no me gusta estar aquí.—

—Hoy dormirás aquí nena, tu... Tu papá llamo a control de plagas, las cucarachas han invadido tu habitación amor.— acarició los pequeños rizos y llevo los cafés hacia la sala.

Sam solo veía a su abuela alejarse, y subió al cuarto donde vería televisión.

Ella extrañaba a su papito.

—Joaquin, cuántas veces te golpeaba a la semana?— pregunto Diego grabando la voz cortada de Joaquín.

—Todos los días, en días que no me pegaba, me gritaba cosas horribles.—

—Usted menciono que lo que cocinaba Emilio lo arrojaba hacia el suelo.—

Joaquín asintió sintiendo rencor por aquello que Emilio le hacía, despreciar su comida.

—Tambien menciona el maltrato psicólogo de la señora Niurka Marcos..— volvió hablar Nikolas.

Joaquín asintió a todo lo que le preguntaban, mientras sus abogados estaban al pendiente de todo lo que hacía, de su mirada y del temor de mencionar todo aquello.

Cada movimiento, cada temor, cada golpe y cada cabello que Emilio haya dañado, Renata se encargaría de hacerlo pagar.

—Una cosa que no me quedo claro es como se libraron de una multa cuando pelearon en su auto?—

Joaquín cerro sus ojos y suspiro por el dolor que sentía en la frente.

—Ese día Emilio les pago a los policías, para que nos bajarán a unas cuantas cuadras, y nos liberaron.—

—Por favor Dulce, anoté también soborno hacia la autoridad, también quiero que investigue en el departamento de policía a qué policías les pago Emilio para que a ellos también se les multe, si no encuentra los nombres, vea las cámaras de seguridad de esa fecha y el nombre de patrulla.— indico Diego.

Renata fumaba su cigarrillo, con papeles en mano, con fotografías, con pruebas, con mensajes de textos y ella estaba moviendo cielo mar y tierra por su hermano.

Un Ángel Llora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora