Matías había llegado hasta el lugar que Emilio le había indicado, se lo encontró bebiendo una botella de alcohol. El solo negó y le sonrió.
—Emilio, que bueno que puedo verte se nuevo.— dijo alegre.
—Y a mi también, me da gusto. Creo que ya tienes idea del por qué te cité?— pregunto Emilio cuando aparto la botella de sus labios.
—Me lo haz repetido todo el día Emilio, la carpeta de investigación se abrió y vamos a buscar al culpable de la muerte de tu hija.—
"la muerte de tu hija". Eso dolió, nadie tenía que recordarte cada dos minutos que su hija había muerto. Cerro los ojos, suspiro, y bebió un trago largo.
—Quiero que investigues, no importa lo que se gaste o lo que se tenga que hacer, quiero que quién mato a mi hija, pague con sangre lo que hizo. La dejo tirada como si fuese un animal.— dijo con rencor.
En sus palabras se escuchaba que tanto odio tenía.
Quién lo veía, creía que comenzaba a seguir la vida, pero no era así, su corazón no dejaba de doler cada que veía las fotos de su hija en cualquier parte de su casa, y es que, Joaquín siempre amaba atesorar cada recuerdo de Samantha.
—Y cuando sean tus quince años, bailaremos toda la noche, hasta que nos duelan los pies.— le habría dicho a su pequeña bebé cuando cumplió dos años.
Ironía de la vida. Emilio pago un precio muy alto todo lo malo que hizo en el pasado.
Joaquín por su parte intentaba al menos probar algo de bocado, cada día era difícil muy difícil.
Extrañaba a su hija, la extrañaba de una manera inexplicable. Le dolió tenerla, le dolió mantenerla. Aún recordaba su bonita sonrisa, en sus manos aún tenía impregnado lo suave que era su cabello al peinarlo.
Se vio al espejo, demacrado, más delgado de lo que era. ¿Que jodidos estaba haciendo de su vida?.
Tomo una ducha larga, intentando no llorar, cerro la llave y salió del baño, lentamente ponía su ropa, suspiro triste cuando vio hacia su tocador, a un costado estaban los moños de colores de Samantha.
Suspiro al abrir la puerta y se encontró con Juanita que llevaba el desayuno a su habitación.
—Hola Joaquín, justo iba a tu habitación.— dijo cabizbaja.
—No es necesario Juanita, yo tomaré el desayuno abajo.— dijo serio.
Después de la partida de Samantha, habían pasado tres meses, difíciles, pero, su vida continuaba y no debía estancarse, a su hija nunca le gustó verlo así.
La tristeza la traía en la espalda y a cada paso que daba, no negaba lo carcomian los nervios vivo, no sabían cómo iba a mirar a todo el mundo, no sabían cómo lo iban a tratar, si con la misma lástima de siempre, o con la misma mierda de siempre también.
Bajo lentamente los escalones, temiendo y extrañando verla sentada ahí, disfrutando del rico desayuno que Juanita o el le preparaban.
Virginia, Diego y Renata, lo vieron sorprendidos, Renata parecía un poco feliz, le agradaba la idea de que Joaquín volviera a respirar aire fresco, que volviera a salir y que quisiera salir del hoyo negro en el que se sumergió desde noviembre.
Diego le sonrió y se puso de pie para recibirlo.
—Que gusto de verte, me alegra tanto que comiences desde cero.— susurro.
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Un Ángel Llora
FanfictionLo que amor fue; amargura se volvió. Nunca subestimes la fuerza de Dios.