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Ya casi todo estaba listo, solo faltaban algunos detalles y uno de ellos estaba medio moribundo y tirado en la cama de una de las habitaciones vacías del granero.

—¿No piensas levantarte nunca o qué?— el guardia abrió los ojos y al verme su mano tembló. Su rostro estaba morado y todo golpeado, las vendas en su cabeza le daban un terrible aspecto y la sangre seca de su pómulo era horrible.

Trató de levantarse y estiré mi mano en su dirección para que no lo hiciera. El hombre parecía verme como al mismo diablo, talvez lo era, después de todo, yo le había dejado así el rostro.

—Esta noche Amnesia cumple años pero mañana los quiero a todos ustedes rodeando la casa, les daré el triple de lo que les pagaba pero necesito algunas cosas— la puerta se abrió y una hermosa mujer, perfecta de pies a cabeza nos miró.

Tanto el guardia como yo nos la quedamos mirando. Ella es de esas mujeres que te hacen suspirar al verla pasar, su vestido rojo, ajustado al cuerpo te hacía alucinar y sus piernas tan blancas y hermosas lucían unos altos tacones del mismo color rojo vino de sus labios

—¿Te gusta lo que ves?— sus ojos me escanearon de arriba a bajo y luego bajó la mirada hacia su vestido y lo alisó, aunque no había ni una arruga en él.

—Me encanta pero...— me acerqué a ella y tiré de su mano fuera de la habitación, no quería que el guardia nos escuchara,ni que hiciera algún comentario sobre lo que habíamos hablado.

—¿Pero?— preguntó impaciente, sus manos tiraron con suavidad de mi cabello y sus largas uñas trazaron una linea desde mi boca hasta el cuello de mi camisa.

—Mi esposa me matará si me vé contigo, sólo mírate, eres hermosa, sexy y me vuelves loco, quiero follarte ahora mismo— sus oscuros ojos se encendieron y  bajé mis manos hasta su trasero para apretándolo.

Su ceño se frunció ante mis palabras, miró hacia todos lados y me besó tan rápido que apenas pude disfrutar de sus labios.

Esta mujer siempre me a vuelto loco. Este vestido, esa mirada llena de lujuria y felicidad y el amor que siento hacia ella aumentan los niveles de locura en mi interior. Mi corazón late desenfrenado y muero por saber que trae debajo del vestido pero también sé que debo aguantarme, aún no es el momento y le prometí esperar hasta mañana para poder darle todas las sorpresas hoy

—Estás hermosa amor—

—Creo que es exagerado— subí mis manos a su cintura y continué mirándola embobado por tanta belleza.

—A mí me encanta pero si quieres cambiarte no me opondré, quiero que estés cómoda esta noche— me sonrió, acarició mi rostro y cerré mis ojos dejándome llevar por el calor de su tacto, sus suaves manos recorrían mis mejillas y labios. Una vez más bajaron pero esta vez no se detuvieron en el cuello de ni camisa, continuaron su recorrido y abrí los ojos al sentir como me desabotonaba los primeros dos botones

—Así te ves más sexy, vuela
sesos— me sonrió divertida y la pegué aún más a mí, sus labios eran mi obsesión, talvez porque habían sido los primeros que había besado o talvez porque la amaba, cualquiera sea la respuesta, no perdí mi tiempo en rodeos y la besé.

En todos mis años de vida jamás había deseado besar a una mujer, el simple acto de que mis labios tocacen otros me parecía algo de lo más íntimo, mucho más que el sexo o así era hasta que llegó Nes.

Recuerdo que se había vuelto loca cuando una vez le dije que hacer el amor era una tontería, pues para mí lo era. En ese momento sólo era un nombre idiota para melozar un acto que solo conlleva lujuria y placer pero besar... Besar era completamente diferente. Aquellos besos en las películas parecían entregar el mismísimo cielo, algo imposible para mí pues yo había nacido y me había criado en diferentes infiernos.

Recuerdo mi primer beso y los pensamientos que habían pasado por mi cabeza:

¿Cómo será besar a una mujer que me odia?¿Sentiré placer con el toque de sus labios o el primer beso de mi vida me hará perder la cabeza y terminaré enamorado de mi propia víctima?

Amnesia me miraba furiosa y yo sólo quería hacerla fastidiar

—Preciosa mira esto—tiré de su mano hacia mí, no iba a permitir que se volviera a alejar —¿Vas a seguír empalmado?— moví mi miembro de arriba a bajo bajo su atenta mirada y reí por su cara
—¡Dijo que si! Hasle una pregunta vamos, te respondera con un si o un no ¿No es cierto?—moví mi pene hacia arriba y hacia abajo una vez más.

—Eres un asco— fingió prestarme atención pero sus ojos estaban en las llaves de la puerta, ella aún intentaba huír.

—Solo hasle una pregunta— sonreí traviezo y apreté su mano invitándola a hacerle una pregunta a mi pene.

—Sueltame— me apartó de un empujón y justo cuando creí que había descartado la idea de tomar las llaves, aprovechó y las tomó pero yo también tomé algo a cambio de su distracción.

Presioné mis labios con los suyos, me sentía raro al besarla pero también se sentía rico tener su boca pegada a la mía, sus cálidos y suaves labios abrazaban los míos de tal forma que me gustaría estar así para siempre.

Oculté mi decepción bajo una sonrisa burlona cuando ella cortó el beso
—Te has puesto roja preciosa—mi voz sonó trabada pero convincente

—Vistete—miré mis desnudez y no pude hacer otra cosa que imaginarme entre sus piernas, teniendo sexo con ella y besándola. Talvez el sexo y los besos si podían ser una buena mezcla después de todo

—Me encanta andar desnudo y más si hay una chica que pueda verme

Sonreí en los labios de Nes al recordar mi primer beso y separé suavemente nuestros labios, si seguía así, mi boca iba a terminar pintada con su labial color vino.

Acomodé mi camisa y observé una vez más su vestido

—¿Lista para tu última
sorpresa?— asintió emocionada

—¿Podemos llevar a los niños?— meneé la cabeza. Ya todo estaba planeado y nuestros pequeños no estaba en ellos.

—Nop, esta noche solo somos tú y yo, sin hijos, sin preocupaciones, ni pañales— hizo puchero y besé su frente

—Sabes que no me gusta estar por mucho tiempo lejos de
ellos— suspiré divertido y negué

—Para lo que tengo planeado ellos no podrán participar, ni siquiera los recordarás en toda la noche— lamí el chupetón que se asomaba por escotado vestido y masajeé sus pechos sintiendo como sus pezones comenzaban a endurecerse

—Pero y si...

—Pero nada, amor la casa está llena de adultos, nada les va a pasar, sólo esta noche y luego volverás para sobreproteger y malcriar a los mocosos— hizo una mueca

—No son mocosos, no les digas así, son nuestros hijos— sonreí y asentí

—Sí amor, lo se, ellos son nuestros amados accidentes— reí por lo bajo y tiré de su mano hacia la salida antes de que cambie de opinión.

—Sí amor, lo se, ellos son nuestros amados accidentes— reí por lo bajo y tiré de su mano hacia la salida antes de que cambie de opinión

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AdonisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora