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Esos ojos, yo reconozco esos ojos.

—¿Quieres jugar?— dejó el arma sobre la mesa y caminó hacia mí, sus movimientos no eran calculados pero su andar era el de un modelo mezclado con el andar de un león.

—Te quiero a tí— caminé yo también hacia él y me detuve a un paso de distancia, se sentía tan poco real verlo ¿Acaso ya estaba muerta y esos ojos mieles eran el paso al cielo?

—Me tienes, solo debes resistir— avanzó ese último paso cortando toda distancia y me tomó del mentón con delicadeza, acarició mi labio partido y lamió la comisura del mismo.

—Me duele ya no sé si podré seguir cariño— llevé mis manos a su pecho. Él besó mi boca, soltó mi rostro y apoyó sus manos sobre las mías que seguían acariciando su pecho.

—Te secuestré, drogué, te hice de todo ¿Te rendirás por un idiota que no vale la pena? Esa no es mi mujer, te enseñé a matar Nes utiliza todo lo que aprendiste— se acercó a mi oído y mordió con suavidad mi oreja —Manipulalo, hazlo confíar y destrozalo, entierrale la daga y clávacela en el pecho mientras lo miras a los ojos y recuérdale con quién se metió.

Bajé mis manos deslizándolas por su pecho y las dejé caer a mis costados.

—No quiero matar a nadie Adonis— él se acercó y me besó.

—Entonces te vas a morir y te llevarás lo poco de humanidad que tengo contigo, abandonaré a los niños porque no sé cómo cuidarlos, me largaré a hacer lo que hacía antes, follaré día y noche y seguramente terminaré muerto en un par de años, muérete, mata a mi mujer y nos destruirás a todos, eres fuerte y lo sabes.— apretó con fuerza mi cabello y pegó su frente a la mía —Te amo pero no puedo ayudarte si dejas que un estúpido labio partido acabe contigo, eres fuerte y este es el momento de demostrarlo, talvez te quedaste sin balas pero siempre hay una daga, un cuchillo, una navaja y lo vas a utilizar...

—Adonis— cerré mis ojos —Te amo

—Yo igual hermosa...

—¿Teniendo sueños húmedos?— abrí los ojos y el desagrado acarició mis ojos con su vista.

—Con un esposo como el mío los sueños húmedos nunca faltan— me erguí y senté en la cama, Vidson estaba medio desnudo, solo traía unos ligeros pantalones puestos que dejaban su torso, pies y el resto al descubierto.

—¿Y quién es tu esposo?— sonreí y me incliné un poco, acerqué mi boca a la suya y rocé nuestros labios.

—El tipo que te matará si yo no lo hago— presioné mi mano en su nuca y lo atrajé hacia mí, él me siguió con su cuerpo y me dejó recostada en la cama con él encima mío.

—A tu esposo no debe gustarle esto— acercó su boca a mi cuello.

—Mi esposo no sabe que es un cornudo— dios va a castigarme por tantas mentiras.

—¿Qué es lo que quieres? Ya demostraste que tienes poder pero no te sirve de nada cuando estás en mis aposentos— arqueé la espalda y tiré de su cabello. El idiota no sabe hacer chupetones y me mordió el cuello.

—Quiero más poder, todo lo que puedas darme. Imagina esto soy una agente conseguiría toda la información que quiero, tengo a los narcos de mi lado y si te tengo a tí tendré a personas ricas a la que estafar ¿No te gustaría tener millones y una linda mujer?— quité las sábanas y enroyé mis piernas alrededor de su cintura.

—Tu esposo se enojará— besó mi nuevo chupetón y acarició mi cuello —Y al parecer es un tipo muy posesivo ¿Cuántos de estos te hace al día?— tocó los últimos chupetones que me hizo Adonis.

AdonisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora