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El policía amigo de Nes me había dejado escapar por la parte de atrás del edificio sin ningún problema.

Lo iba a hacer de todas formas pero no me vino nada mal una mula que me abriera la puerta y que se asegurara de que no me persiguieran.

Para mi desagradable gusto el tipo tenía casi mi altura y aunque odiara admitirlo, tenía su atractivo.

Luego hablaría sobre él con Nes y tendríamos una estricta charla sobre porqué cojones trabaja con un tipo así pero primero tengo que salir de este enorme embotellamiento para ir a rescatarla.

Al disparar no tuve en cuenta el ruido del arma y como todos los escucharon comenzaron a irse. Así que la chica que el policía me hizo comprar o salvar como él quiera decirle se encuentra llorando en el asiento de atrás mientras se sujeta para que no salga volando mientras yo avanzo con la enorme limusina robada entre los autos.

-¡Detente!- la miré por atravez del espejo retrovisor y ella escondió la cabeza entre sus piernas.

-¡No puedo! ¡Mi mujer está en peligro!- aceleré una vez que salí del embotellamiento y minutos más tarde disminuí la velocidad y me estacioné frente al hotel donde esta mi camioneta.

-Puedes quedarte o puedes venir, me da igual- me bajé, cerré la puerta y caminé hasta mi camioneta, la abrí y asegurándome de que nadie me viera saqué un cartucho del baúl.

Lo metí en el bolsillo de mi pantalón y ya teniendo todo listo cerré el baúl y me subí a la parte delantera de la camioneta.

Golpearon frenéticamente la puerta e hice una mueca, de verdad esperaba que se quedase en la limusina.

Le abrí y con mucho miedo se subió, le abroché el cinturón ya que con sus temblorosas manos de gelatina no podía hacerlo y seguramente estaríamos hasta mañana si es que para entonces lo lograba.

Volví a poner en marcha la camioneta y volví a casa, había varias cosas tiradas y cuatro guardias custodiaban la habitación de Xavier.

-¿Dónde está mi mujer?- aún tenía la esperanza de que aquella llamada no fuera cierta.

-Ella salió señor-. Me sostuve de la mesa y cerré los ojos ¿Por qué? ¿Qué hizo ella para que todas las cosas malas le sucedan?

Respiré hondo y me dirigí a mi habitación, las luces estaban apagadas y todo parecía estar en orden.

Miré aterrado la cama y me alejé todo lo que pude de ella. Sin Nes ya nada importa, estoy muerto sin ella.

-¡Adonis!- me giré al escuchar gritos y salí de mi habitación.

Uno de los guardias tenía a mi bebé en sus brazos mientras que el resto trataba de reanimar a Clarence.

Irina estaba con ellos así que no me preocupé pues esto ya había pasado antes y ella siempre lograba hacerlo volver y evitaba que se volviera a desmayar.

El guardia me pasó a mi bebé y volví a la habitación con ella aún en mis brazos.

Le acaricié los rizos y revisé que no estuviera lastimada, todo parecía estar bien, hasta su sonrisita se veía hermosa.

-M...amá- me quedé sin aire y me largué a llorar.

La primera vez que mi pequeña dijo mamá y Nes no está para escucharla y llenarla de besos.

Aparté mis ojos de ella pues solo me recordaba a Nes y miré mi diario.

Me levanté y lo tomé.

¿Qué voy a hacer ahora?

Miré a mi pequeña que empezó a removerse entre mis brazos, el diario se me cayó y un sobre y unas bragas amarillas salieron disparando.

AdonisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora