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Mi celular sonó a mitad del viaje, había abandonado a Jort en el hotel dejándolo con Marisa y a la deriva. Aceleré la camioneta a toda la velocidad, no contesté el maldito teléfono cuando sonó siete veces seguidas y solo seguí acelerando para irme lejos de esta ciudad para siempre.

Me quité las bragas de aquella chica del cuello y las arrojé hacia el asiento trasero. Aceleré aún más y vi de reojo cuando mi teléfono se encendió, Jort me había llamado, Marisa me había llamado y Nes...Nes también. 

¿Cómo es eso posible?

Puse el freno de mano y casi choco pero logré detener el coche justo a tiempo y le regresé la llamada a mi vida, ella no respondió ni esta ni las otras diez veces, consideré la idea de volver a casa pero en su lugar crucé una curva y volví al hotel donde se había llevado a cabo la fiesta.

Una camioneta igual a la mía frenó delante de mí, en ese momento estaba tan cansado y molesto y distraído por lo que sucedió que no llegué a apretar los frenos y choqué contra ella. Mi mundo dio vueltas por un segundo hasta que mis ojos volvieron a estabilizarme en la tierra. Miré hacia todos lados, cinco tipos se bajaron armados hasta los huesos, me apuntaron con sus armas y levanté las manos. No podía hacer nada, estaba desarmado y me dolía todo por culpa de ellos y de la maldita bolsa que nunca salió y no es como si aunque pudiera me defendería, el celular de Nes lo puede tener cualquiera y nadie me asegura que si yo hubiera contestado Nes hubiera sido la que me respondería. Sin ella no soy nada así que ¿Qué más da si me disparan o me matan? Me harían un favor.

Bajé de la camioneta y me llevé la mano al pecho.

-Dispárame aquí- hablé.

Los hombres intercambiaron miradas y rieron, bajaron sus armas y el más joven de ellos a acercó.

-¿No nos reconoce jefe?- uno de mis guardias estaba frente a mí. Se acercó aún más y me pasó el brazo por el hombro como si fuera mi amigo y me ayudó a caminar.
-Xavier nos envió ¿Está listo?- los ví a todos y reconocí uno por uno los rostros de mis guardias.

-¿Para qué?- le pregunté serio. Para lo único que estaba listo era para morir y por la sonrisa ladina del chico veo que eso no será posible hoy.

-Pues para ir a su casa y reunirse con su familia, sus hijos están preparando torta- me señaló la camioneta y negué con la cabeza.

-Esa no es mi familia- le dije y abrí la puerta de mi camioneta.

-Suba a otra camioneta o le disparamos- el chico valiente ahora sí parecía tener huevos.

-Adelante, me gusta la idea, ya sabes dónde hacerlo- subí un pie y el maldito me golpeó con la culata del rifle la cabeza, jadeé y caí al suelo.

-Subanlo y traigan la camioneta- me arrastraron y los escuché quejarse pero le obedecieron al chico y me subieron como a un peso muerto a la camioneta.

-Xavier no quería que las cosas fueran así, él creyó que ibas a colaborar- me dijo y me dio hielo.

-Púdrete- le escupí la cara y miré a mi alrededor.

Eran seis y todos estaban armados menos yo y ya no me sentía tan fuerte como para pelear. El culatazo me hacía marear y la camioneta cuando arrancó no dejó de dar vueltas y terminé desmayándome en algún momento del viaje.

—Adonis sal, es mi turno con nuestra esposa y mi bebé— la puerta estaba abierta y en el marco estaba mi peor enemigo mirándome muy relajado y pacífico. La  habitación era la nuestra, la de Nes y mía y por alguna extraña razón sentía que la compartíamos con él.

Apreté los puños, South sonrió al verme hacer eso y yo también sonreí por la paliza que le iba a dar por atreverse a llamar esposa a mi mujer.

AdonisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora