Quisiera o no hacerlo, Namid no me retuvo allí y regresé a la explanada de los entrenamientos con la cabeza bulliciosa y el corazón encogido. Ishkode estaba ayudando a un hombre a levantarse. Cuando estuvo en pie, aturdido por la flagrante derrota, se unió a la hilera de guerreros a los que había vencido sin pestañear.
—¿Y vosotros sois los mejores del campamento? —escuché su voz al tiempo que me aproximaba. Nadie se movía. Quietos, al igual que pupilos estudiosos, avasallados por el talento de su tutor, atendían, algunos con la cabeza gacha, otros con la expresión repleta de ímpetu. Amaru estaba al lado de Wenonah, en las primeras filas, cerca de Makwa, pero Dibikad parecía querer esconderse entre la multitud—. ¿Acaso habéis estado rascándoos la barriga semanas enteras?
Su mirada circuló por mi figura con disimulo, sospechando que Namid y yo habíamos estado a solas, pero continuó con su severo parlamento:
—¿Contra qué creéis que estáis luchando?
No hubo respuesta, solo el abrazo tenso del viento. Discreta, me situé junto a mi nishiime. A pesar de su carácter rebelde, ni se atrevió a despegar los labios para saludarme e interrumpir a su hermano.
—Os masacrarán ahí afuera. Os pegarán un tiro en la cabeza y todo se habrá acabado. ¿Estáis aquí para sacrificaros o para aspirar a ser héroes? ¿Qué son esas florituras con las armas? ¿Dónde creéis que estáis? —el tono de su voz iba ensombreciéndose, resonando al aire libre, y advertí que ni tan siquiera estaba sudando, a diferencia de los humillados que habían sido desarmados en menos de un minuto—. Os pensáis que habéis aceptado la muerte. Estáis equivocados. Lo que habéis aceptado es la gloria. ¿Qué gloria si os rebanarían el pescuezo a la primera de cambio? ¿La gloria va a salvar a nuestros pueblos? El blanco no ve hazañas cuando os mira, sino odio. No sois nadie para ninguno de ellos. En el mejor de los casos os matarán en el acto. Los habrá menos afortunados..., a los que les llegará el calabozo, la ejecución pública o la tortura.
»¿Cómo dejar en vuestras manos esta guerra? ¿Cómo confiar en guerreros enclenques? Tenéis "debilidad" y "traición" escrito en la frente. Ninguno de vosotros sois invencibles. Yo estuve encerrado en un calabozo porque cometí el error de confiar en las personas equivocadas. ¿Dónde acabaríais vosotros aparte de en la tumba? Muchos luchasteis en la guerra, otros sois demasiado jóvenes. ¿Cómo explicáis que los que se supone que sois más fuertes seáis los que menos os esforzáis? Los novatos os estaban dando una lección. No son los mejores peleando, pero no se pavonean. ¿Es esto un juego para vosotros?Ishkode no era uno de los cinco, mas su poder allí era incuestionable. Detestaba la holgazanería y su enfado no admitía tacto.
—Actuáis como si estuviéramos ganando. Malditos ciegos. Estamos perdiendo.
Los ánimos estaban bajos y Wenonah tragó saliva.
—No hay nada que celebrar. Deberíais estar llorando a vuestros muertos, no con lágrimas, sino con sudor. ¡Estamos perdiendo! —ciñó sus pupilas sobre ellos—. Somos muy pocos en comparación con el número de soldados contra los que podríamos acabar enfrentándonos. Si no estáis a la altura, ya no quedarán guerreros que defiendan a nuestras familias, a nuestro hogar. ¿Es eso lo que queréis? Porque pienso patearos el trasero hasta que estéis listos y, a quien no le gusten mis métodos, es libre de irle a lloriquear a Nahuel o al que pueda consolaros. Yo no consuelo a nadie, ni permito que insulten mi causa. Esto es mi vida, como debería de ser la vuestra. Estamos hablando de vuestra libertad, de la dignidad de vuestra sangre, y es lamentable que creáis que ya habéis ganado. Aunque saliéramos victoriosos, seguiríamos perdiendo. Vais a continuar perdiendo hasta que os muráis.
Makwa se sobresaltó cuando le llamó de improviso. Obediente, ocultando su nerviosismo, avanzó hasta él.
—Este joven es uno de los mejores guerreros de mi comitiva —le señaló—. Puede contaros cómo unos cuantos compañeros intentaron matarme en nuestro escondrijo en los Montes Allegheny.
ESTÁS LEYENDO
Waaseyaa (III): Despierta en llamas
Fiction Historique"El tiempo de los vivos se dilata en el cielo y el cielo es eterno. A los ojos de los ancestros, nuestras acciones son como el mísero aleteo de una mosca. Una década siempre es ayer. El mañana una repetición enunciada ante la pira. Las llamas me...