El estreno comenzó y todos comenzaron a apelotonarse frente al proyector, incluida mi mamá quien se aseguró de quedar en el centro de sillón, al lado de la mamá de Haechan.
Por mi parte no estaba apurado, así que me tome mi tiempo en ir a buscar un plato desechable y traerme uno que otro aperitivo.
Todo el grupo joven estaba sentado en la manta, sobre el pasto, sin embargo decidí quedarme de pie en lo que comía, detrás del sofá y toda la gente.
Pensé que Jisung ya estaba sentado con los demás o directamente sobre su papá, quien lo trataba como bebé, aún más que yo. Y el otro se dejaba, que era peor. Pero no, no fue así.
Me sorprendí gratamente una vez sentí el rostro de Jisung caer sobre mi hombro. Había llegado por detrás y simplemente dejó caer su barbilla contra mi, sonriéndome con una inocencia no planeada.
Le sonreí, atrayendo una papita a su boca, donde comió rápidamente.
—¿Qué haces, hyung?—preguntó, achinando sus ojos.
—Solo como, bebé. ¿Y tú?
—Te estaba buscando—respondió y juré que ahora yo podía morir feliz—. No te vi en todo el día, a pesar de que hayamos dormido juntos.
Eso sonaba tan bien saliendo de sus labios que apenas me pude concentrar.
—¿Me extrañaste?—me mordí el labio.
Se removió sobre mi hombro.
—Algo...
—¿Ves lo que se siente?—lo encaré.
Formó un puchero tan lindo que no pude resistir caer bajo su encanto innato. Este enano me estaba matando lentamente.
Sentí movimiento a mi costado, y me percaté que era Heejin, quien llegó corriendo llamando mi atención. Me giré y choqué contra ella, o bueno, más específicamente con su vaso de refresco, logrando empaparme de pies a cabeza.
—Dios, lo siento, Jae. No calculé bien, supongo que necesito cambiar el número de mis lentillas—respondió torpe, pero supe que se trataba de una farsa enseguida.
Apreté los labios, diciéndole con mis ojos que ya sabía la verdad. Me guiñó el ojo y volvió a su papel al instante.
—No te preocupes, noona, yo le tenderé ropa seca a Jaemin—respondió Jisung, alcanzando mi mano y entrelazando nuestros dedos—. ¿Le avisas a mis papás?
—Claro—respondió sonriente, haciéndome un gesto travieso antes de volver con la gente.
—Ven, hyung—me jaló al interior de la casa.
Lo seguí escaleras arriba, llegando a la altura de su habitación. Entramos y cerró la puerta, acto seguido soltándome y corriendo a su armario, buscando unos shorts y una camiseta.
—Toma—me las alcanzó.
—¿No me dejarás elegir?—tome las prendas, soltándolas sobre el colchón y deshaciéndome de mi camiseta.
Rió.
—Sé que te llevaste mi camiseta en la mañana. Es solo una elección por día, y tendrás que devolvérmela si quieres que te siga prestando mis cosas.
—Está bien, egoísta—me deshice de mis pantalones, sin perder el contacto visual.
Jisung se alarmó, tragando en seco y girando al otro lado.
—¿Qué, me vas a decir que te da vergüenza? Si ya me has visto todo, y más de una vez—le reclamé con diversión, vistiéndome.
—Bueno, pero eso fue antes de...—dejó la frase en el aire.
Apretó los labios y se echó hacia atrás, chocando contra el escritorio. Me acerqué casi por inercia.
—Antes de...—suspiró, mordiéndose el labio con duda.
Me acerqué más a él. De pronto ya no era yo, estaba consumido por el momento y tener a Jisung frente mío era una gran suma.
—¿De...?—volví a insistir, acercándome peligrosamente a su rostro.
Sus ojos se sellaron, y yo dejé caer mi cabeza a un costado, rozando nuestras narices.
—De...
Basta. Ya no podía más.
Terminé de acortar la distancia, chocando nuestros labios. Empecé suave, aún no sabiendo si me correspondería, cosa que si hizo, torpemente, pero si hizo.
Sonreí en el beso, atrayendo mi mano a su nuca, motivándolo a seguir mi movimiento. Mis manos llegaron a sus muslos, y me apreté aún más contra él, siendo esté forzado a sentarse sobre el escritorio, quedando yo en medio de sus piernas. Mordí una vez su labio inferior y esa fue la señal para que jadeara y yo pudiera introducir mi lengua.
Sus manos llegaron a mi pecho, aferrándose de mi camisa tal y como la primera vez que nos besamos.
Me junté más a él, si era posible. Enterrando mis dedos en su cabello y con mi otra mano aferrándome a su cintura. Mi boca cambió su dirección a su mejilla, besando suavemente, posteriormente dirigiéndome a la otra, luego a su frente, a su nariz y a su barbilla. Todo mientras él temblaba bajo mi tacto y mantenía sus ojos cerrados.
Mis besos bajaron, llegando a sus clavículas, donde lamí y mordisqueé antes de volver a su cuello, enterrándome en el.
¿Ven como les dije que no estaba dentro de mi? Había dejando un chupón del tamaño de una moneda sin siquiera planearlo, y aún así Jisung se mantenía estático, solo soltando uno que otro jadeo sin pedirme que parase.
Volví a sus labios, devorándolo todo. Abrí los ojos en él beso, tratando de captar sus muecas. Quería grabarlo todo en mi corazón, absolutamente todo.
Pude haber continuado un rato más besuqueándole, sin embargo me apartó de un brusco golpe, suspirando a más no poder y con el sonrojo de pies a cabeza.
—¿Qué pasó? ¿Hice algo mal?—pregunté sorprendido por su repentino actuar.
Su mano llegó a su rostro, en un vago intento por taparse a sí mismo. Negó reiteradamente.
Me volví a acercar.
—¿Y entonces por qué...?—dejé la incógnita en el aire, viendo el porqué.
Jisung tenía una erección. Esa sería la principal razón para apartarme justo ahora. Este era el momento para retirarse. Sin embargo mi cuerpo no me obedeció, y me arrimé contra él.
—Así que esta es la razón—me pegué a él, sintiéndolo lloriquear bajo mis movimientos—. Pensé que no te estaba gustando, por lo visto me equivoqué. Te estaba encantando...—mis labios volvieron a su cuello.
—Jaemin hyung...—gimió débilmente.
Aparté sus manos de su rostro, contemplando una expresión que jamás en la vida olvidaría.
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