xxx.

975 125 24
                                        

Empecé a sufrir el trastorno el mismo año de mi adopción, según me cuenta mamá.

Apenas entrar a mi primer año del kínder, mi mamá contaba como siempre la citaban en la escuela por mi culpa. Siempre me hallaban haciendo otras cosas; no entregaba las tareas, y cuando me castigaban siempre me escabullía, además de responder mal sin darme cuenta.

La profesora le recomendó llevarme a un psicólogo infantil, donde finalmente me diagnosticaron trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

Era un trastorno vagamente común, en los niños, más en mi situación. Aún así no siempre se le daba la atención que necesitaba.

Empecé a tomar medicación desde muy joven, ya que existía un rango de posibilidad de que en mi caso fuese temporal. Claro está que seis años después, una vez cumplí doce, me informaron que era crónico, y que viviría con ese trastorno el resto de mi vida.

Es bastante distinto el ADHD, en todos los casos, sobretodo en el rango etario. El trastorno era distinto entre niños, adolescentes y adultos. Además de tener complicaciones de por medio y si estas eran tratadas o no a tiempo. De no ser así era fácilmente desencadenar episodios depresivos, ser propenso a sentir ansiedad e impulsividad.

También eso explicaba en parte porqué había momentos donde me sentía tan desconectado de la realidad, porqué disfrutaba estar solo, o si estaba con alguien hacer algo que no requiera mucha concentración.

Irónicamente había algo que amaba hacer, y eso era leer. Supongo que era una especie de placer culpable, ya que me dolía la cabeza seguido por eso, pero era tan satisfactorio leer un libro de suspenso, y estar tan metido en el que pierdes la noción del tiempo, y una vez lo terminas te sientes realizado porque lograste hacer algo por ti mismo a pesar de estar enfermo.

Había momentos, como en estas vacaciones, donde olvidaba que estaba enfermo, pero una vez vuelvo en mi y relaciono mi actitud con la situación, me hace sentido. Por ende no me siento responsable y eso me ayuda bastante, emocionalmente, deja de suponer una carga.

Mi mamá estuvo más pendiente de mi, estos días. Me preguntaba seguido si había tenido problemas al dormir, si había ordenado, si se me pasaba el tiempo. Cosas tan banales como esas eran causa del trastorno, y debía estar pendiente en caso de alteraciones.

Yo me sentía bien, dentro de todo, era como leer el horóscopo. A veces, como Leo, me tocaba leer cosas al mero estilo:

«Te ira mal, tu humor variará esta semana. ¡Se fuerte! Una noticia llegará a ti que te dejará atónito. No olvides pensar en frío y no culparte. Toma té de manzanilla.»

Pero con mi mamá leyéndome y preguntándome mis síntomas, no podía evitar hacerme gracia.

—¿Te ha variado el humor, este rato?

Reí ahogadamente, comiendo.

—No lo creo.

—¿Y de que te ríes? ¿Me ves cara de payaso?—solo eso bastó para que me desdoblara en carcajadas.

Entrando a la tercera semana ya tenía asimilado que Jisung no me devolvería la palabra, o bueno, más o menos. Tenía esa idea, pero no sabía aceptarlo sin que me embriagaran unas ganas inmensas de llorar.

Había jodido todo entre nosotros dos, desde que caí enamorado de él. Fue inconsciente de mi parte, no tomé en cuenta sus sentimientos y solo me dediqué a egoístamente intentar saciar una fantasía. Sí, porque el "nosotros" no existiría. No así. Solo era una simple fantasía que tuvo un mal final.

O eso pensaba hasta que, saliendo de terapia, nada más estar a pasos de llegar a mi casa, visualicé a Jisung sentado en la vereda, seguramente esperándome. Fue entonces cuando sentí mi sangre hervir.

Dios, lo odiaba. Odiaba a Jisung con todo mi ser, y no porque no supe de él y simplemente había desaparecido de un momento a otro; lo odiaba porque con tan solo verlo mi corazón empezaba a bombear más rápido que nunca.

Estaba totalmente enamorado de él, y eso me enfermaba. Me hacía susceptible a cualquier situación, bajo su simple mirada.

Fruncí mi ceño, acercándome a mi casa. No pensaba hablar con él, no ahora que me hallaba inestable emocionalmente, y cualquier roce podría inducirme a un ataque de ansiedad... o quizás no sea tan severo, pero sentía que no era el momento.

Quise pasar inadvertido, a su lado, pero su mirada se alzó de un momento a otro, haciéndolo imposible.

Apreté mis labios en una línea, viéndolo levantarse hasta llegar frente a mi.

—Hola, Jaemin hyung...—empezó suave.

—Hola.

Me volteé y metí las llaves, abriendo la puerta. No quería decir nada. No me sentía preparado para afrontar la realidad, la cual era que esta extraña relación que ambos teníamos, debía parar.

—¿Puedo... hablar contigo?—preguntó luego de unos segundos, en los que yo evitaba su mirada y entraba a mi casa.

No quería hablar, sí, pero eso no significaba que no lo escucharía a él. No haría lo mismo que él me estuvo haciendo estas semanas, yo no era así.

Alcé los hombros, indicándole que me era indiferente. Le indiqué con la cabeza que entrara, seguramente mi madre aún estaría en casa, y ante cualquier cosa, ella me daba apoyo moral.

Se mordió el labio, asintiendo con tristeza y entrando frente a mi.

Definitivamente esto se pondría intenso.


quEDAN 3 CAPS PARA EL FINAL AAAAAAA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

quEDAN 3 CAPS PARA EL FINAL AAAAAAA

Hush➳JaeSung; NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora