La mañana antes de que todo en mi interior se derrumbara no fue muy distinta a las otras.
Sentí un cuerpo a mi lado removerse y segundos después una brisa me invadió, mientras el peso a mi costado desaparecía.
Me acomodé sobre el colchón y abrí uno de mis ojos con pereza, visualizando a Jisung colocarse su camisa.
—Bebé, vuelve a la cama...—logré entre bostezos.
—Ya es más de medio día, Jaemin hyung. Tengo que volver a mi casa o si no mi mamá va a estar hecha una furia.
—¿No le dijiste que nos quedamos viendo un maratón de películas?—me refregué el ojo en lo que sacaba la sábana sobre mi y quedaba solo en shorts a la intemperie.
—Sí, pero también me dijo que con la condición de que limpiara la casa hoy temprano, y ya es de tarde así que... mucho no me espera.
Me resigné y asentí. Acto seguido sentí como mi mamá habitaba de golpe mi habitación viéndome a medio invernar y a Jisung ya prolijo.
—Ah, ya están despiertos.
—Buenos días, señora.
—Buenas tardes serán. Los vi tan metidos en las películas de ayer que hoy me obligué a no despertarlos pero ya va siendo hora del almuerzo y necesito que pongan la mesa.
—Jisunggie no se queda a comer, mamá—me estiré en la cama.
—¿Y eso, mi vida?—cuestionó.
—Mi mamá tiene que salir pronto a hacer recados así que me ordenó ayudar en la casa.
—Viste, Jaemin, podrías aprender de Jisung—me lanzó un cojín y sentí el timbre de voz de Jisung a mi lado. Estaba riendo—. Bueno, Sunggie mi cielo, más tarde nos veremos seguramente—se giró hacia él y acunó su divertido rostro entre sus manos.
—Seguramente—le dió la razón mientras reía por lo bajo. Acomodo su ropa una última vez y volteó hacia mi—. Hasta luego, hyung.
Le sonreí y le guiñé un ojo en respuesta mientras que él pegó media vuelta y abandonó.
—¡Salúdame a tu madre!—gritó mi madre desde las escaleras antes de volver a mi imperturbable existencia—¿Y tú, flojo? ¡Ve a despedir a Jisung, parásito chupa sangre!
Parece que estaba molesta conmigo y no lograba adivinar porqué. Así que simplemente atravesé la montaña de basura y ropa que estaban desperdigados por mi cuarto y sin siquiera ponerme camisa o zapatos corrí escalones abajo, encontrándome a Jisung en la entrada.
—Déjame, te abro—lo adelanté en el patio, llegando a la reja en donde simplemente giré un pestillo y abrí.
Me sonrió y se disponía a abandonar antes de que yo lograra cogerlo por la espalda baja y lo atrajera hacia mi.
—Dame un beso—mis labios se extendieron hacia él, quien trataba de escapar.
—¡Jaemin, suéltame!—se removía avergonzado bajo mi agarre.
—Dame un beso y te dejo ir.
Parece que se resignó, pues dejó de protestar. Volvió hacia mi y luego de que mirara hacia todas direcciones en busca de individuos y no encontrara nada, depositó un pico sobre mis labios.
¿Parecemos novios? Porque no lo somos, y dudo que lo seamos. Tan solo somos dos amigos lo bastante afectuosos como para tener interacciones así de por medio.
O eso me convenía pensar.
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