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Inocentemente pensé que si no me encontraba con Jisung ese día, lo haría al siguiente. No había problema, ¿cierto? Por no estar en contacto con él por un día no me perjudicaría tanto.

El día pasó y nada, y así posterior a los otros días. Pronto ese "día" se transformó en una semana, y luego en dos.

Dos jodidas semanas sin saber absolutamente nada de Jisung. Dos semanas que se me habían hecho las más difíciles de la vida.

Jamás esperé estar en esta situación: atontado por Jisung, afligido por no poder hablar con él, con los nervios a flor de piel y la culpa carcomiéndome la conciencia.

Le debo haber llamado más de trescientas veces, escrito mil e incluso ido a visitarlo, y la respuesta siempre era la misma:

—Está indispuesto—me recordaban sus padres.

Ya a algo así del cuarto día dejé de creerme esa mentira, ¿por? Vi a Chenle entrar y salir de su casa como si nada. Claro no vi a Jisung, pero seguramente no iba a su casa para entablar amistad con su mamá.

Había un serio problema acá conmigo, y no era precisamente que no supiera nada de Jisung.

Yo tampoco salí en esas dos semanas, Haechan, Heejin, Jeno e incluso Chaewon vinieron a visitarme, pero yo estaba reacio a salir sin una respuesta previa por parte de Jisung... o una señal de vida, aunque fuera.

El problema precisamente fue que me percaté de lo mal que estaba mi salud mental. Pronto había caído en hoyo sin premeditarlo. No podía creer que mi estado anímico dependiera tanto de Jisung. Eso definitivamente no estaba bien.

Fue una tarde de jueves en donde mi mamá me encontró sentado en el suelo, mirando a la nada, a pesar de tener un libro abierto en mis manos y haber leído el párrafo más de cinco veces, sin retenerlo en mi lóbulo occipital. Me observó unos instantes antes de llamar mi atención.

—Jaemin, bebé, ¿quieres volver a ir a terapia?

Me giré hacia ella, sin mucha convicción, antes de asentir.

Había estado un año y algo bien, desde que había dejado de asistir con regularidad. Supongo que pensé que mi especie de trastorno se había esfumado, ya que no experimenté aquellas inquietudes más, pero claro, pensé mal. Mi trastorno seguía allí, no tenía cura, seguiría allí y debía comenzar a tomármelo en serio.

—¿Cómo lo llevas, Jae?—la psicóloga acomodó sus gafas en el puente de su nariz, con su dedo.

Asentí.

—Lo mejor que puedo, supongo—jugué con uno de sus lápices.

—¿Has tenido pensamientos impulsivos, estos días?

—Lo normal.

—Lo normal es no tener.

Apreté los labios en una línea. Me había delatado solo.

—¿Has pensado últimamente en tu adopción?—preguntó.

—No tan a fondo, pero si me ha cruzado por la mente, estos días—admití. No me avergonzaba ser adoptado, me avergonzaba no haberme preocupado por mi salud mental desde antes.

—Bueno, eso no es del todo malo. Es bueno que lo asimiles, hay gente a la que suele costarle hacerse la idea. Es bueno que no sea tu caso, así tenemos una complicación menos.

—De acuerdo.

—¿Hace cuánto dejaste de tomar tu medicina?

—Desde que salí de clases. Hace... ¿tres, cuatro semanas? Más o menos. Ya que no tengo clases no tengo porqué, pienso...

—Bueno, en parte está bien. Es verdad que no se es tan necesaria cuando no lo requiere, por ejemplo en vacaciones, pero también es importante que alguien te autorice a dejar de tomarlas. ¿Me explico? Es un proceso por el cual hay que pasar—empezó a dibujar un útero en su pizarrón—. Es como tomar pastillas anticonceptivas, en mujeres. Una vez dejan de tomarlas, requiere acostumbrarse el cuerpo para volver a producir esas hormonas que le faltan, y así tener fertilidad nuevamente. ¿Me sigues?

—Sí, sí—asentí.

—Bien, a tu cuerpo le sucede lo mismo cuando dejas de tomar aquella pastilla. Para no sufrir efectos secundarios, recomendamos ir pausando el proceso, hasta que vuelvas a necesitar ingerirla. Debido a que tu cuerpo dejó de recibir este suplemento, el cual tú tomabas tres veces a la semana, ¿correcto?

—Correcto.

—Tu cuerpo sufrió una especie de rechazo, lo que puede inducir a este choque emocional que estas sintiendo.

Mordí mi labio, escuchándola atentamente. Tenía mucho sentido para mi, sobretodo porque me reconfortaba saber que no era mi culpa.

—Lo que te recomiendo ahora, Jaemin, es seguir tomándote la pastilla. Empieza con una a la semana y verás como tú cuerpo se recupera de a poco. Luego una vez cada dos semanas y así, hasta que tú organismo se acostumbre. Así, una vez vuelvas a clases no sufrirás efectos secundarios.

—Bien—le sonreí sin dientes.

—Puede que gracias a esto, tú cuerpo experimente momentos de euforia o impulsividad, pero una cosa buena de tu trastorno, por decirlo así, es que te convierte en una persona más creativa. Puedes gastar tus arranques dibujando, escribiendo, leyendo, jugando, y lo mejor es que no te darás ni cuenta. Te sentirás vigorizado—empezó a escribir en un papel.

Me lo extendió y yo acepté, leyendo por encima las indicaciones.

—No tienes que castigarte, Jaemin. Tuvimos suerte por tratarte a tiempo, de no ser así tú trastorno te hubiera derivado a un episodio depresivo, o te volvería propenso a sufrir ataques de pánico con frecuencia. Afortunadamente no es nuestro caso. Tú seguirás recuperándote y además asistirás a más consultas conmigo, ¿está bien?

—Sí, muchas gracias, señorita Jang—me levanté, haciendo una reverencia.

—Nada, corazón. Si tienes alguna consulta no dudes en llamarme, te atenderé con gusto—dió por finalizada la consulta.

Salí del hospital rumbo a mi casa, mientras mi madre me abrazaba por la espalda, y yo recargaba mi cabeza sobre su hombro como el mimado que era.

Si era verdad lo que decía la doctora, y que mi ADHD podía hacerme propenso a ser creativo, definitivamente lo utilizaría a mi favor más seguido.

Tan solo esperaba lograr mejorarme sin sentir la tanta falta que me hacía Jisung en estos momentos.


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no me awanté, meper d0nan?

Hush➳JaeSung; NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora