XX

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Abraham subió en sus brazos a Connor, mientras me agarraba a mí fuertemente de la mano. Yo iba con la cabeza gacha y mi hijo metió la suya en el hueco del cuello de su padre. Bufé indignada al escuchar preguntas tan estúpidas como irrespetuosas. Abraham apretó mi mano, sabiendo que podría saltar en cualquier instante y yo solo asentí, encogiéndome de hombros. 

—¿Esverdad que ese niño es de ambos?

—¿Qué sucedió con la señorita Annabeth? 

—¿Son reales los rumores acerca de ustedes?

Tiré de Abraham hacia la salida más cercana, al parecer no podíamos tener ni un día de intimidad. Al llegar, fuimos corriendo hacia el aparcamiento y entramos en el coche, cerramos ventanas y nos colocamos el cinturón de seguridad. Suspiré tapándome la cara con las manos, mientras escuchaba el griterío que había fuera del coche. Apoyé mi cabeza en el cristal viendo por el retrovisor como se dormía mi hijo. Sonreí al verle con la baba caer y negué con la cabeza divertida.

—Uh, siento eso. —Dijo Abraham, rompiendo el silencio. Le miré y fruncí el ceño sin entender. —Ya sabes, lo de las cámaras y todo eso.

—Nos tendremos que acostumbrar, supongo. —Hice una mueca. Abraham me miró y suspiró, le sonreí y le indiqué que mirara a la carretera. 

—Me, ¿me harías un favor? —Preguntó dudoso. Asentí mirando hacia delante, y él prosiguió. —¿Podrías acariciarme el pelo? Es que... Uhm, me concentra más en la carretera, creo. —Mordió su labio nervioso, justo antes de girar por una calle.

Reí y acepté. Coloqué mi mano en su pelo mientras hacía pequeños nudos y los deshacía, jugando con sus mechones. Comencé a mirarle conducir, realmente estaba mayor. Había cambiado poco, muy poco, pero se notaba su madurez. La barbita de tres días ya no era tan fina como antes, ahora era dura. Coloqué mi mejilla en su barbita y comencé a acariciarla, pasando de su mejilla a su pelo, así sucesivamente.

—Uh, recuerdo que me hacías esto cuando íbamos de viaje. —Rompió, nuevamente, el silencio. Asentí con una sonrisa y él prosiguio, sonriente. —Siempre me quedaba dormido. También me acariciabas la mejilla cada vez que iba a salir a cantar en algún que otro concierto. Sí, lo recuerdo perfectamente. —Sonreímos melancólicos, aparté mi cabeza y miré por la ventana, sin dejar de acariciarlo.

Al llegar a mi portal, bajamos ambos del coche y Abraham cogió en brazos a Connor. Fuimos hasta el portal y al entrar, llamamos al ascensor, y tras entrar en este quedamos en un silencio incómodo.

El ascensor se abrió, salimos de esste y abrí mi puerta. Le indiqué a Abraham que dejara a Connor en su cuarto, mientras que yo dejaba las cosas en mi habitación. Al salir, me encontré con Abraham en el salón, admirando las fotos. Salía con Alicia, Aroa, Jacobo, Susana, Antonio, Tony... Menos con él.

—Uh, bueno, yo me voy a ir yendo. —Dijo al girarse y verme. Asentí y fui hacia la puerta con él detrás mía, la abrí y dejé que saliera. —Bueno, gracias por dejarme estar con vosotros.

—No es nada, supongo. —Dije encogiéndome de hombros. Sonrió incómodo y me acerqué para besar su mejilla, pero justamente giró la cabeza y le di un corto beso en los labios. —Uh, bueno, eh... Adiós.

Cerré la puerta sin esperar respuesta alguna. Me apoyé en esta y me deslicé hasta llegar al suelo, sentarme y quedarme como una niña pensando que coño había hecho.

Jodido idiota. | Abraham Mateo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora