Tras terminar la maleta de Connor, fui al baño para lavar mi cara sudada. Hoy era nuestro último día en esta casa, y volveríamos a España. A los 20 años decidí venir aquí, para olvidar un poco todo y aprender mejor el inglés. Hoy, 2 años después, tanto Connor como yo nos despedimos de este lugar.
Mi teléfono comenzó a sonar, fui corriendo hacia la cocina y vi que era el número de teléfono del colegio de Connor. Lo contesté, y una señora de unos 40 años me saludó.
–Buenos días, ¿es usted la señorita ____ ____? –Preguntó.
–Buenos días, sí, soy yo. ¿Qué ocurre? –Pregunté, asustada.
–Verá... Connor se ha vuelto a pelear con un niño de su misma clase. Esto lleva ocurriendo varias semanas, pero pensábamos que eran cosas de niños. Ya sabe, son críos, tienen 5 años..
–¿¡Qué!? –Pregunté, enfadada. Connor siempre ha sido un niño frío y nunca se relaciona con gente. Es algo que heredó de su tío, mi hermano. Él siempre ha sido un cabezota, antipático y directo, pero pensé que no llegaría a los puños. Connor siempre se ha relacionado así con todos los desconocidos, e incluso con sus compañeros de clase. Ese es uno de los motivos por el que quiero irme de California, por mi hijo. –¿¡Lleva semanas ocurriendo y me llaman ahora!?, ¿¡pero qué clase de colegio es ese!? –Grité. Pasé una mano por mi pelo, y suspiré. –Ahora mismo voy a por Connor.
Colgué, rápidamente cogí las últimas maletas que me quedaban y el bolso, con todo lo necesario dentro. Bajé a la calle, y fui hacia mi coche. Abrí el maletero y metí las maletas, pues hoy a las 20:15 teníamos que ir al aereopuerto. Entré en el coche y dejé el bolso en el asiento del copiloto, arranqué y conduje hasta el colegio de Connor.
Una vez allí, aparqué en el estacionamiento de coches. Bajé rápidamente del coche y corrí hacia el interior, yendo directamente hacia secretaría. Al llegar, no vi a nadie. Esperé durante cinco minutos y seguía igual: sola.
Me levanté de la silla y fui hacia la clase de mi hijo. Una vez delante de la puerta, toqué y un adelante me indicó que podía pasar. Abrí la puerta, y un profesor -sexy- me sonrió, invitándome a pasar.
–Buenos días. –Dije, sonriendo. –Venía a buscar a Con...
–¡Mami! –Gritó Connor, levantándose de su asiento. Todos los niños lo miraron perplejos, lo miré y abrí mis brazos para cobijarlo. Lo alcé y besé su frente, Connor giró la cabeza mirando a sus compañeros y habló.
–¿Qué miran, estúpidos? ¡Es mi mami, no la suya!
–¡Connor! –Le regañé. –¡No puedes tratar así a la gente! Ahora mismo hablaremos señorito, recoge tus cosas que nos vamos. –Miré al profesor, el cual nos miraba con una sonrisa y me acerqué más para hablar con él. –Verá, como deberían haberle comunicado, hoy es el último día de Connor en este colgio, y decidí llevármelo antes. –Mentí. –Tenemos que recoger unas cosas y no podré pasar por él, ya sabe..
–Sí, claro, ningún problema. –Sonrió, mostrándome una perfecta dentadura.
–Ya estoy mamá. –Dijo Connor, agarrando mi mano. –Está casada, ¿sabe? –Dijo mirando al profesor con cara de enfado.
–Connor, ¿cuántas veces te tengo que decir, que no trastes así a la gente? –Le volví a regañar. –Despídete de tus compañeros y nos vamos, venga.
–Adiós, gente. –Dijo, despidiéndose con un leve movimiento con la mano.
–Adiós, amo. –Dijeron todos al unísono, haciendo que abriera los ojos de par en par.
Posé mi mano en la espalda de Connor, empujándole -flojo- hacia la puerta. Me despedí y lo agarré de la mano, para así caminar hacia el coche. Fui todo el camino en silencio, mientras mi hijo me miraba, esperando una regañina o algo. Al llegar, abrí la puerta trasera, agarré su mochilita y la eché a un lado, para así sentarle a él en su sillita del coche. Cerré la puerta y rodeé el coche para llegar al asiento del conductor, dejé el blso en el mismo sitio que antes y, sin articular palabra, conduje hacia un centro comercial.
–Mami. –Me llamó, pero no contesté.–Mami no te enfades, por favor. –Hizo un puchero.
–Conny, cariño. –Suspiré. –No me enfado. Estoy molesta contigo, no puedes pegar a los nenes, solo pega cuando te peguen cariño.
–Lo sé mami. –Suspiró. –Lo siento.
–Tranquilo. –Sonreí. –¿Vamos a comprarle alguna cosa al tito Pedos? –Dije, refiriéndome a mi hermano.
–¡Sí! ¡Sí! –Dijo sonriendo, y dando aplausos.
Puse la radio, y sonriente seguí conduciendo. Connor comenzó a tararear la canción que sonaba, haciendo que una sonrisita se escapara de mis labios. Paré ante un semáforo en rojo, y contemplé el cielo: azul.
¿Qué será de Abraham?, ¿seguirá siendo igual? Varias preguntas relacionadas con él pasaban por mi cabeza.
Gracias a él tengo lo más bonito del mundo: Connor. Gracias a él tengo una familia, y el hombre de la casa tan solo tiene 5 años. Creo que gracias a él, soy feliz.
–Mami, ya está verde. –Anunció Connor.
–Oh, gracias cariño. –Le sonreí, cuando comencé a conducir de nuevo.
Al llegar al CC, aparqué en el estacionamiento. Salí del coche con el bolso en la mano y bajé de la sillita a Connor. Lo agarré de la mano una vz cerré el coche, y nos dirigimos al interior del centro.
A mi hermano, le compramos una sudadera y unos pantalones, y a mi madre, un vestido acompañado por unos tacones.
Al llegar a casa, atamos a Chuche y nos despedimos de la casa, ya, vacía. Sonreí, y metí en una especie de jaula a Chuche, para así ponerlo en el maletero. Senté de nuevo a Connor en su sillita, y conduje hacia el aereopuerto.
(...)
Una vez nos sentamos en el avión, Connor se recostó en mi hombro. Sonreí y comencé a acariciarle el pelo, mientras esperaba a que el avión despegara.
Una vez lo hizo y Connor quedó dormido, miré por la ventana. Todo era minúsculo, era precioso. Las nuves tapaban algún que otro sitio, pero daba un toque todavía más bonito.
Mis ojos cada vez pesaban más y más, y, por mucho que resistiera, no pude más.
Quedé dormida.
Multimedia - Miguel Ángel, hermano de ____.
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Jodido idiota. | Abraham Mateo |
Romance''Nerviosa, agité el test de embarazo,y, tras varios minutos de espera, la respuesta llegó''. ''-Positivo''.