Senku estaba en ese incómodo momento en el que no querías ni despertar ni seguir dormido, ese momento donde tus parpados luchaban por abrirse pero también luchaban por mantenerse cerrados. Su consciencia iba y venía, sin terminar de decidir sí seguir en la cama o levantarse para empezar el día de una vez.
Tenía muchas cosas que hacer, por supuesto, no faltaba mucho para que partieran en el barco para ir a América en su primera parada para la construcción del cohete que los llevaría a la luna luego de que salvaron a Tsukasa. Necesitaba tener todo listo y partir rápido, pues el invierno estaba inquietantemente cerca y el maíz no los esperaría por siempre. El tiempo era crucial.
Entonces realmente debería salir de la cama ahora. A pesar de lo agotado que se sentía, nunca fue el tipo de hombre que priorizaba su comodidad antes que el trabajo, y menos cuando era por el bien de la humanidad misma. Así que... era momento de despertar.
Abrió los ojos lentamente, solo para encontrar de inmediato unos profundos ojos azules mirándolo fijamente.
¿Kohaku...?
No... no era ella.
Parpadeó, dejando que sus ojos se enfocaran más en aquel rostro inquietantemente familiar.
Definitivamente no era Kohaku, pero era una chica bastante parecida a ella, solo que también se parecía bastante a... ¿él mismo?
¿Qué demonios?
Antes de que pudiera reaccionar, esos ojos azules se llenaron de lágrimas y aquel rostro tan familiar fue invadido por una sonrisa temblorosa, llena de alivio y una gran mezcla de sentimientos que sus ojos cansados no pudieron descifrar con exactitud.
Y entonces ella habló al tiempo que se lanzaba a abrazarlo.
—¡Papá! —Sollozó mientras envolvía sus brazos a su alrededor, ignorante a su rostro lleno de sorpresa e incredulidad.
¿Cómo demonios lo llamó?
¿Esa chica estaba completamente loca?
Antes de que pudiera cuestionarla, se apartó, frotando sus ojos con fuerza y llamando por un médico.
¿Un médico? ¿En este mundo de piedra? Aunque...
Se miró a sí mismo, llevaba puesta una de esas típicas batas de hospital y estaba evidentemente en una camilla y en alguna habitación de hospital. Un hospital con equipo muy avanzado, ni siquiera reconoció algunas de las máquinas que estaban cerca de él. ¡Y él no reconociendo una tecnología de avanzada en algo tan importante como salud era algo muy raro!
¿Qué diablos estaba pasando?
—Veo que finalmente despertó, Ishigami-sensei. —Un anciano cuya apariencia y vestimenta gritaba "doctor" en todas direcciones por las que se viera, entró a la habitación de pronto.
Él lo miró con desconfianza, preguntándose por qué lo había llamado así.
—Durmió una siesta muy larga... ¿Puede hablar? ¿Le apetece un poco de agua? —Apenas lo dijo, Senku sintió lo sediento que estaba. Rápidamente asintió, arrancándole una risa al anciano—. Tsukiku-chan, si fueras tan amable... —Miró a la chica, que más que chica era una niña, o más bien preadolescente, debía tener entre doce y catorce años.
—Oh, claro. —La niña rápidamente tomó una jarra cerca de ahí y le sirvió agua en un vaso.
Él tomó el vaso con cautela, todavía mirando con extrañeza a la niña loca que lo había llamado papá.
¿Por qué demonios lo llamaría así?
—Lo notó confundido, Ishigami-sensei. ¿Puede hablar ahora?
ESTÁS LEYENDO
Re-Mind
FanfictionSPOILERS DEL MANGA/ Cuando Senku abrió los ojos, esperando encontrarse con sus amigos y muchos más proyectos científicos por delante, se sorprendió al despertarse en un lugar completamente desconocido. ¿A quién pertenecían esos familiares ojos azule...